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¿Conoces ese momento en que la vida se te desmorona? Hay de varios tipos. Todos son ocasionados por acciones o palabras dichas por parte de nuestro egoísmo. Empiezan como pequeñas y casi invisibles fisuras, que con el pasar del tiempo, se convierten en grandes y alargadas grietas que esperan el toque final para destruirnos.

Todos se desmoronan alguna vez, pero tratan de ocultarlo con un telón de sonrisas y buenas acciones para disimular lo solos y vacíos que están por dentro. Aún así, sólo postergan lo impostergable.

El telón se levanta, las luces se apagan, las flores se marchitan, y la lluvia cesa. Las cosas no son para siempre, tienen un momento y un porqué de su aparición, y lo único que les queda a aquellos que presenciaron los actos, es un bonito y efímero recuerdo que podrá o permanecer en su memoria, o borrarse como el viento.

— ¡Buenas noches, Tauro!— la saludó un muchacho que pasaba por el pasillo.

Un vago gesto fue dirigido hacia su persona por parte de la bruja. Era su segunda noche en solitario, y únicamente podía concentrarse en permanecer con los ojos abiertos pese al sueño que tenía.

Caminó en dirección al salón, y apenas entró, sus ojos hicieron contacto visual con la pelinegra de larga cabellera. Inmediatamente desvió la mirada, y se dirigió a su pupitre sin emitir sonido. Las cosas no podían ser más incómodas de lo que ya lo eran entre ellas.

La peliblanca tragó en seco al sentir la presencia de su amiga en el ambiente, y colocó su cabeza entre sus brazos para evadir su pesada y suplicante mirada sobre ella.

— Esto es incómodo. Hace dos noches que ninguno de ellos se habla. ¿Qué vamos a hacer?— preguntó Sagitario.

— ¿Nosotros? Nada, es tema de ellos, no debemos meternos. Lo arreglarán por sí mismos— restó importancia Escorpio, dando vueltas la página de su libro.

— Pero debemos ayudarlos, es a causa nuestra que están separados— expresó Acuario, quien frunció el ceño.

— Esto iba a pasar igual, aunque estuviésemos allí o no. La realidad es que parecen tener problemas, y debemos dejarlos resolverlos por sí solos— explicó Leo asintiendo con firmeza.

— Estoy en desacuerdo. ¿Por qué quedarnos sentados si podemos ayudarlos?— interrogó Cancer.

— Porque no nos corresponde, quizá. En todo caso, si tanto quieres brindar tu ayuda, ve. Sólo no vuelvas con la cabeza gacha cuando te peguen una patada voladora— se encogió de hombros Escorpio.

— Está a la defensiva, puedo verlo en su mirada— contó, suspirando profundamente—. ¿Sabes, Escorpio? Creo que deberías ir con ella.

— ¿Por qué yo? Que se las arregle sola. No olvidaré la broma de los sapos— se cruzó de brazos con firmeza.

— Ambos están en la magia, podrían ayudarse entre sí. No te pido que toques el tema, sólo intenta desviar su atención con alguna pregunta sobre hechizos, o cualquier cosa que se te ocurra.

— Cancer, si tanto quieres ayudarla, ¿por qué no vas tú y te esmeras en ello?

— Escorpio, no tengo idea de cómo se siente una chica, menos una con su carácter y temperamento. No podría ayudarla. Tú eres parecido a ella, lo quieras admitir o no. ¿Podrías ir, y hacerme el enorme favor de escucharla un rato? Tengo el presentimiento de que necesita desahogarse.

— Tal vez no lo sepas, pero a veces, desahogarse con una persona que no conoces en lo absoluto es mejor que con una que sí— comentó Piscis sonriente.

Para reconstruirse a uno mismo, primero hace falta romperse. Una vez roto, puedes escoger el camino que quieras. Puedes elegir ser la persona que siempre deseaste, o aquella que nadie quiere que seas por algún motivo que desconoces.

Magical School of the Night ━ ( Zodiac ) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora