𝕂𝐢𝐫𝐢𝐤𝐚𝐦𝐢 𝕆𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬..•••☾︎❤︎

𝕋𝐫𝐞𝐬 𝕊𝐨𝐧 𝕄𝐮𝐥𝐭𝐢𝐭𝐮𝐝

Kaminari suspiró mirando a sus dos amigos, agarrando su bandeja de comida para irse hasta otra mesa.

"Tres son multitud" Eso había dicho siempre su madre "No te metas en los noviazgos de tus amigos" decía también.
Y el rubio estaba seguro de que Eijiro y Bakugo estaban en una relación.

Quiero decir, los signos eran claros.

Siempre estaban juntos, riendo, Kirishima era el único que podía tocar al cenizo sin morir, las sonrisas que aquel cenizo causaba en la roquita eran tan... Bonitas.

Así que solo se marchó de allí, tirando la comida de su bandeja en una papelera para salir de la cafetería, expirando mientras se rascaba la nuca a la vez que echaba el cuello hacia atrás.
Ya ni siquiera tenía hambre, solo tenía sueño.
Quería dormir y olvidarse de todo.

Sabía a la perfección que no podía obligar a Eijiro a estar con él, pero de todas formas era tan... Doloroso el no poder hacerle feliz, él no poder ser la causa de sus sonrisas y alegrías...

Quería formar parte de su vida, parte de su felicidad.
Solo quería que le aceptase en aquel intento continuo que hacía por formar parte de él.
Solo quería reír con él, que el ojirrojo se riese de él, de lo que fuera...

Solo quería volver a ser su mejor amigo, como lo habían sido antes de que Bakugo se entrometiese en su relación.

Deambuló por los pasillos del instituto sin buscar un sitio fijo, llegando hasta los cuartos de baño casi sin darse cuenta.
Allí se sentó en el suelo contra una pared, respirando hondo con ganas de llorar.
No iba a hacerlo, no iba a llorar.

El baño olía fatal, aunque quizás tuviera algo que ver con que se había sentado junto a los urinarios.
A su lado en el suelo habían pequeñas gotitas de pis, por lo que se echó a un lado limpiándose con expresión de asco la mano en la chaqueta.

Agh... Llorar en sitios de mala calidad era repugnante.

Continuó allí intentando calmarse, apoyando la cabeza contra la pared, respirando hondo en tanto que oía como alguien entraba de pronto a aquel lugar.

Apartó la cabeza de la pared, mirando con los ojos entrecerrados a quien había entrado.
Shinso.

Al principio pareció no reparar en su presencia; simplemente entró a uno de los cubículos silbando un poco en tanto que iba a mear.

El de cabellos morados notó la presencia del rubio mientras se lavaba las manos, viendo cómo al de ojos dorados le resbalaba un moco desde un orificio nasal hasta la comisura de sus labios.

-Kami, ¿Estas bien?

El otro asintió con una sonrisa forzada, rompiendo seguidamente en llanto cuando recordó a Katsuki y Kirishima.
Sus ojos se enrojecieron, su cara se hinchó, sus mejillas se llenaron de lágrimas.