ℍ𝐢𝐣𝐨

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Mañana publicaré la segunda parte, estoy cansada y tengo mucho sueño y dolor de cabeza, perdón ✨

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El chico de ojos dorados abrió estos poco a poco con la luz del día que entraba por la ventana, a sus fosas nasales llegando un potente olor que conocía de memoria.
El olor de su Alfa.

Intentó centrarse, viendo entonces que estaba sobre Eijiro en la cama y que el nudo del pelirrojo había bajado, por lo que sacó su miembro de su interior entre pequeños gemidos.
Tenían veinticuatro años, el rubio llevaba seis años marcado por aquel Alfa y ya llevaban cuatro años casados.

Acarició un poco el pelo despeinado del ojirrojo, haciéndole gruñir y moverse en la cama con una protesta. Kaminari dibujó una pequeña sonrisa en su rostro, levantándose de la cama para agarrar una camiseta blanca con un dibujo del símbolo omega, poniéndosela junto a su ropa interior para salir de su habitación.

Aquella había sido su última noche en celo, por lo que ambos habían tomado una decisión; querían un cachorro.
Así que aquella noche, por primera vez en sus vidas, lo habían hecho sin protección y Kirishima le había anudado.

Según el control médico que Denki llevaba en aquel momento estaba en su época fértil, por lo que les sería fácil conseguir su objetivo.

Kaminari caminó hasta el sofá, sentándose en este y agarrando su teléfono para pedir comida a domicilio para desayunar.
Hizo aquello, agarrando el mando del televisor, poniendo las noticias en tanto que intentaba pensar un poco.

Agarró una almohada, abrazándola y llenándola de su olor.
Suspiró, mirando al reloj del salón.

El tiempo de espera se le hizo eterno hasta que su desayuno llegó, dándole las gracias al repartidor, corriendo al sofá de nuevo y sacando la hamburguesa que había pedido.

Logró terminar de comérsela antes de que Kirishima entrase al salón, saludándole con un pequeño beso antes de sentarse junto con él en el sofá, abrazándole para darle pequeños besos en la mejilla, a lo que el otro solo sonrió mientras acariciaba su cabello.

—¿Estás bien? ¿Te dolió lo de anoche?

Denki se encogió de hombros con un bostezo, enterrando su rostro en el hombro del contrario, suspirando allí con sus labios curvados hacia arriba.

—Sí me dolió un poco; era la primera vez que soportaba un nudo, es normal, no te pongas nervioso. —Liberó un poco de su aroma para calmar al pelirrojo. —De todos modos no importa, seguro que esto sale bien, merecía la pena aguantar un poquito de dolor.

Eijiro asintió, no muy convencido de aquello mientras continuaba acariciando los cabellos de su Omega.
Odiaba que sufriese, que sintiese dolor, y aunque aquello fuese por cumplir el sueño de ambos, desearía haber podido prepararle más aquella zona de su cuerpo para que no le doliese tanto.

Seguro que habría podido hacerlo mejor, tenía que esforzarse más por el bien de su Omega.

Besó sus rubios cabellos, levantándose del sofá y dejando al otro allí tumbado abrazado a una almohada, caminando hasta la cocina para sacar un poco de pan, pensando en hacerse el desayuno.
Preguntó a Denki si quería algo, y cuando este le respondió que había desayunado una hamburguesa el otro fingió estar ofendido porque no le hubiese comprado nada de comer para él.

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Tres Meses

—Te ves tan lindo...

Kaminari se giró con las mejillas ruborizadas hacia Kirishima, bajándose la camiseta de golpe mientras miraba al suelo.

—B-buenos días, ¿Cómo te fue la patrulla?

Eijiro suspiró, sentándose en el sofá y dando un par de golpecitos a su lado, haciendo que el rubio se sentase a su lado. El chico apretó los puños contra sus propias rodillas, nervioso mientras miraba hacia el suelo.
Kaminari se movió un poco en el sofá hasta quedar sobre el regazo del pelirrojo, dándole un beso que el otro soportó sin siquiera moverse.

El pelirrojo metió la mano bajo la camiseta del otro, acariciando con suavidad su barriga.
No era muy grande, es más, lo que algunos podrían pensar es que había cogido un par de kilos de más, nadie tomaría aquello como la barriga de alguien que cargaba un chachorro.

Pero para Kirishima aquella era la barriga más hermosa que había visto jamás.

—Lo siento. —El ojirrojo susurró aquello apoyando su cabeza en el torso del contrario. —Lo siento mucho, sabes que no tienes que comportarte como enseñan, sabes que no quiero a un Omega perfecto que me espere en casa con la comida hecha o listo para que me lo folle, ¿Entiendes?

»Sé que intentas actuar como se espera de tí porque estoy ausente, pero creeme, no deseo estarlo, pero últimamente tenemos misiones muy complicadas y-

En vez de seguir hablando gruñó un poco, apoyando su frente en la barriga del contrario, sintiéndose aliviado por aquello y por el aroma que su omega liberaba para calmarle.

Sentir como aquello crecía era… mágico.

Kaminari acarició un poco los pelos rojos del chico, besando su cabeza y despeinado su cabello en el que tanto se esforzó para arreglar aquella mañana antes de ir a trabajar.

El rubio dió un suave beso en sus labios, sonriendo y apoyando una de sus manos sobre las de Eijiro.

—Sé que te estás esforzando y que no es tu culpa que tengas que trabajar, solo me gustaría que estuvieras más en casa y, si me comporto así, tal vez-

—Da igual cómo te comportes porque debo seguir trabajando. —El pelirrojo dijo aquello respirando contra él, intentando calmarse a sí mismo al estar cerca de su Omega. —Tu debes descansar, y yo debo trabajar para ahorrar y poder contratar al mejor médico, para que el nacimiento sea lo menos doloroso y más cómodo posible.

»Prometo que en tres meses más me daré de baja, pero déjame intentar ganar dinero, por favor.

Kaminari asintió con un pequeño suspiro, besando su frente con una pequeña sonrisa.

—Todo estará bien.

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Seis meses

—¡Eiji corre!

Kirishima bajó el fuego de la comida que estaba preparando, corriendo hasta el salón donde Kaminari mantenía sus manos sobre su barriga con una enorme sonrisa y las mejilla llenas de color, sus ojos dorados brillantes por la emoción y su corazón latiendo rápido por la alegría.

El pelirrojo se arrodilló en el suelo frente a él, su marido guiando sus manos hasta aquel lugar que quería que el otro quería que tocase, notando como algo se movía.
Los ojos de Eijiro comenzaron a brillar, y Kaminari le miró lleno de felicidad.

—Hola Megumi. —Susurró el ojirrojo con una sonrisa feliz. —Hola, soy papá, y tú serás la niña más hermosa del mundo.

Besó la barriga del contrario, haciendo que el contrario riese un poco por las cosquillas que le causó.
El ojirrojo se abrazó a la barriga del otro sonriendo como nunca, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo.

—Eres tan bonito, tan lindo… Te amo. —Eijiro se levantó un poco del suelo para plantar un beso en sus labios, sonriendo con amplitud.

Todo iba a salir perfectamente.

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𝕂𝐢𝐫𝐢𝐤𝐚𝐦𝐢 𝕆𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬..•••☾︎❤︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora