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—Oh~ ¿No estás emparejado? Podemos hacerte sentir muy bien pequeño omega~ Sabes que lo necesitas, ¿No~?
Kirishima estaba caminando por el pasillo para llegar a clase cuando había oído aquello viniendo del cuarto de baño. había hecho saltar la mayoría de sus alertas.
Aunque quizás lo mejor era simplemente pasar de largo de aquel sitio, ¿No? Lo mejor sería no meterse en la pelea que estuviesen teniendo algunos idiotas allí y marcharse a clase.
...pero aquello no era una pelea, era tan obvio que no podía pasar de largo. No sería masculino el no ayudar a la persona que estuviese sufriendo allí, más si era un omega, los seres más inferiores de la sociedad.
Entró al baño lo más callado que pudo, sintiendo como el corazón latía con fuerza en su garganta mientras oía carcajadas de otros chicos.
Allí dentro había un nivel demasiado alto de feromonas por parte de Alfas y Omegas, aunque parecía que había más de los primeros.
Nada más asomarse al cubículo de donde procedían los sonidos y verlo su instinto de protección salió al exterior. Ah, no, no iba a permitir aquello. Endureció sus puños, preparándose para atacar.
En aquel lugar lleno de carcajadas y sonidos no demasiado buenos, dentro del cubículo sentado con las piernas abiertas estaba Kaminari, con lágrimas rodándole por las mejillas, los ojos hinchados, su intimidad expuesta.
A su alrededor unos chicos (Alfas al parecer) le manoseaba mientras reían, algunos ya con el miembro fuera del pantalón. Cuando vieron a Eijiro solo rieron más.
—¿Quieres unirte? Podemos dejar hueco para uno más. —Seguidamente agarró un mechón de pelo de Kaminari, tirando de él, haciendo al chico protestar y llorar un poco más. —A esta mierda en celo le gusta el dolor.
Sí, vale, se notaba que Denki estaba en celo, pero no era una mierda ni le gustaba el dolor, por lo que hizo lo que le resultó más lógico en una situación de tal calibre.
Le partió el tabique nasal al que había dicho aquello con uno de los mayores golpes que había dicho jamás y al resto solo los espantó con amenazas y golpes.
Cuando todos estuvieron fuera, se centró en Kaminari. Dios... Desearía no verle así, desearía no haberle encontrado nunca en aquel estado. El primer instinto que tuvo fue el de ir a abrazarle, a repartir besos por sus mejillas.
Aún estaba sentado con las piernas abiertas, agarrándose al borde del inodoro con miedo, temblando; los nudillos estaban blancos de la fuerza con la que se sujeta a aquello.
Su camisa estaba desabrochada mostrando su torso con algunos mordiscos ensangrentados, manchados de... ¿Eso era semen de aquellos enfermos?
Bien era cierto que un líquido brillante resbalaba de su parte íntima, pero no significaba que hubiera estado disfrutando aquel acto. En verdad lo único que ocurría era una reacción natural de su cuerpo, estaba en celo y no podía controlar esas cosas les ocurría a todos los Omegas.
