𝕍𝐢𝐯𝐢𝐫

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A Kirishima le quedaban doce horas de vida, setecientos veinte minutos, cuarenta y tres mil doscientos segundos.
O bueno, eso era lo que le quedaba justo cuando el Quirk le había golpeado a las doce del medio día, siendo ahora las tres de la tarde… A Kirishima Eijiro le quedaban nueve horas de vida. Parecía mucho tiempo, pero en serio, era muy, muy poco.
Y su pareja no había sabido cómo llevar la situación.

Tener ansiedad diagnosticada no era fácil, y el rubio no pudo evitar comenzar a golpear su cabeza contra un armario, arañarse los muslos inconscientemente con las uñas, llorar sin parar, temblar como un loco, causas una electricidad tan fuerte que superaba el límite de su piel, quemándola.

No sabía cómo reaccionar, no sabía qué se suponía que debía hacer. No podían salvar a Eijiro, estando el chico en una camilla de hospital lleno de inyecciones que hacían que sintiera poco dolor o que casi no lo sintiera.
Sin embargo moriría lleno de dolores, eso se lo habían asegurado.

Aizawa no había salido de la sala de profesores en todo el día, sintiéndose culpable y, en aquellos momentos, Ojiro se encontraba sentado contra la parte exterior de la puerta de la habitación del rubio, esperando a que este se calmase un poco.
Podía escuchar los gritos llantos y golpes dentro del cuarto, aunque tampoco quería intervenir; sabía que Denki se pondría más nervioso.

Por fin Kaminari abrió la puerta, encontrándose el chico de la cola con unos ojos hinchados y una piel enrojecida por los arañados, los dedos negros por culpa de las quemaduras que se había causado. Kaminari se abalanzó sobre él para abrazarle, notando Mashirao como el chico temblaba contra su cuerpo.
Poca gente sabía de su ansiedad, aunque al ser uno de sus mejores amigos Ojiro lo sabía, obviamente. Eso unido a que el chico de ojos dorados sufría trastorno de déficit de atención se lo estaba poniendo un poco bastante complicado…

No sabía realmente cómo manejar la situación, no sabía qué hacer.
Sólo quería ver a Kirishima, pero también sabía que allí lo pasaría realmente mal al verle sufrir. ¿Qué debía hacer? ¿Qué debía hacer?
Sus uñas volvieron a clavarse en la carne de sus brazos mientras se mordía el labio inferior, comenzando a dar vueltas por la habitación, agachándose en una esquinita y acuclillándose allí, Mashirao siguiéndole para intentar descubrir por su propia cuenta cómo consolarlo.

El rubio se balanceaba hacia adelante y atrás mientras se arañaba y, cuando el chico de la cola se agachó frente a él para agarrarle las manos (Aquello lo hizo para que dejase de arañarse y no se causase más daño físico del que ya lo había hecho), se levantó y comenzó a dar vueltas de nuevo.
Ojiro, rindiéndose con un suspiro se sentó en la cama, mirándole con el ceño fruncido en un gesto de preocupación.

Denki le miró con el labio fruncido en un pequeño puchero, sus ojos llenándose de lágrimas de nuevo, sintiendo como el mundo se le venía encima, como si una enorme mochila se le cargase a la espalda y él no fuera lo suficientemente fuerte como para aguantar todo el peso que está conllevaba.

Simplemente sentía que todo era demasiado para él, que no podía más, solo… sólo…
Sólo quería acabar con todo aquello, con sus pensamientos con su dolor, con… con… quería acabar con su vida.

Miró a Ojiro, no revelando ese dato pero sí sintiendo que se quedaba como una pequeña espinita clavada en su corazón al no revelarlo, al no poder desahogarse con su mejor amigo.

—¿Q-qué se supone que debo hacer...? Quiero v-verle pero tengo tanto mied-d-d…

El de la cola se levantó, agarrándole por los hombros y sacudiéndose para hacerle despertar de aquel trance de tartamudear la maldita letra "d", ese trance de sus ojos aterrados oscurecidos perdidos en la nada, ese trance de temblores con el que era incapaz de acabar…
Al pegarle una bofetada le hizo despertar.

𝕂𝐢𝐫𝐢𝐤𝐚𝐦𝐢 𝕆𝐧𝐞-𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬..•••☾︎❤︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora