Advertencias: fic de época con muchas atribuciones. YoonSeok como pareja principal, pero al ser un fic harem, también existirán otras interacciones. Drama y fluff.
El Emperador Min ya les estaba esperando dentro del salón, sentado al centro de la lujosa y abundante mesa, sin nadie más a su lado. A unos pasos de él, se encontraba el Catador Real, además de que se podían ver varios soldados rodeando el salón de banquetes.
Yoongi iba un paso delante de él y Hoseok bajó la vista.
―Padre ―saludó el príncipe, inclinando la cabeza en señal de respeto.
Hoseok se apresuró para arrodillarse.
―Emperador ―dijo con la voz suave―, muchas gracias por la invitación.
―Pensé que estarías con Joohyun ―habló el padre de Yoongi, un poco sorprendido.
Hoseok no sabía cómo tomarse esas palabras, pero trató de no sentirse ofendido. Él sabía que Joohyun era la que tenía la gran ventaja en el concubinato. La que sería elegida, con toda probabilidad, como Emperatriz. Además, era parte de la familia de Yoongi, era evidente que el Emperador debía conocerla mucho más.
―Joohyun es un poco aburrida ―replicó Yoongi, encogiéndose de hombros―. Vamos, Hoseok, a comer. Sé que debes tener hambre, te tuve ocupado todo el día.
No tuvo que tomarlo con un doble sentido, pero no pudo evitarlo. Sus mejillas se colorearon de rojo ante esas palabras, pero trató de disimularlo al mantener la vista baja, lleno de temor. Era un sacrilegio mirar al Emperador a los ojos si no se era de la familia.
Pudo escuchar un suspiro. Por un instante, creyó que era Yoongi, hasta que oyó la voz:
―¿Hoseok? ―el Emperador habló, con voz fuerte―. No temas, puedes levantar alzar la vista. No me gusta cenar con personas que miran todo el tiempo el suelo.
Vaciló un instante, temeroso todavía, sin embargo, era una orden directa. No podía desobedecer lo que su Emperador le decía.
Alzó los ojos, tomando asiento al lado de Yoongi, por el lado izquierdo de la mesa.
―Supongo que ese moretón no se lo habrás hecho tú, Príncipe Heredero ―habló el Emperador, observándolo directamente con el ceño ligeramente fruncido―. Mírame, Cortesano.
Hoseok no sabía dónde ocultarse, sintiendo el loco impulso de salir corriendo para no verse embrollado en tal tensa situación. Las palabras del hombre no eran acusadoras, pero se veía algo molesto, y mucho más cuando Hoseok se vio obligado a sostenerle la mirada.
―¡No, claro que no! ―y quien saltó no fue Yoongi, sino Hoseok. El príncipe lo observó bruscamente―. ¡Oh, lo siento, Emperador, no quise...! ―bajó la vista, enrojeciendo por la vergüenza―-. Perdón, mi Señor, no pretendía...