Indicios de la enfermedad

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No pudo evitar reír al ver a su esposo peleando con el traje, estaba hermoso y sexy como siempre. negando con la cabeza se acerco a el riendo por su muecas ante la impotencia de no poder arreglarse la corbata.

- déjame yo lo hago. -riendo le hizo el nudo con facilidad, una ves terminado acaricio su rostro suavemente.- no se por que te cuesta tanto. -negó.

- no es mi especialidad, a demás me gusta más cuando tú lo haces . -la beso castamente en los labios para después cargarla y dar vueltas con ella en los bazos.

- ¡para! -no podía evitar reírse, ya podía sentir las náuseas, posó sus brazo por su cuello para no caerse.

El dejo de dar vueltas, la estrecho entre sus brazo para besarla apasionadamente, ella siento derretirse ante el....

Se separaron con la respiración agitada.

- si no paramos no llegaremos a la fiesta Tom... -con voz ronca por el beso y el deseo pulsando dentro de ella.

El la miro coquetamente, dándole una mirada de puro deseo masculino.

- ¿y si nos quedamos en casa para hacer cosas más productivas...? -la voz llena por el deseo, le beso la curva del cuello lentamente, deleitando sé por su aroma, suavidad y calidez.

Gimió. Era muy tentativa la opción de quedarse y pasar toda la noche haciendo el amor, pero sus amigos les habían preparado una fiesta por su aniversario, desde el primer momento en que conoció a Tom se enamoro de el perdidamente, hoy 15 de junio cumplían cuatro años de casados, lo jalo de la corbata acercando su rostro al de ella.

-no me tientes señor Trumper, Pero nos están esperando para nuestra fiesta -lo soltó.

Camino hacia la puerta meneando seductora mente las caderas, giro el rostro para mirarlo y vio en él, un deseo salvaje. Le guiño el ojo para después abrir la puerta, Pudo escuchar un gruñido, río por lo bajo.

TOM

La siguió, mientras bajaban la escalera se dijo como es que había acabado aceptando la fiesta, en esos momentos sólo quería estar con su esposa y en la cama haciéndola gemir de placer...

Verla con ese sexy vestido rojo, se ajustaba a sus curvas tan perfectamente que no dejaba mucho a la imaginación, su piel de porcelana relucía tan exquisitamente que el no podía concentrarse en más que besar cada parte de ella y de su hermoso cuerpo. miro el movimiento de sus caderas, lo estaba provocando.

haciéndolo deliberadamente y estaba logrando su objetivo, excitarlo.

-deja de mirarme el trasero señor Trumper -le recrimino ella.

- ¿quién dice que lo estoy haciendo? -alzo una ceja divertido.

-puedo sentir tu mira -le acuso, girando para mirarlo, con una mano en la cintura lo miro seríamente.

- lo único que voy a decir señora Trumper es que tiene un hermoso y sexy trasero. - le beso la frente, cuando una de sus manos le toco el trasero apretándolo.

- juegas sucio. - le golpeo el pecho con suavidad.

Iban saliendo de la casa cuando ella se detuvo.

-¿sacaste la ropa del baño? -le pregunto.

- lo hice cuando estabas quejándote del mal servicio del súper y hasta pusiste mi camisas en el cesto, ¿no te acuerdas? -pregunto desconcertado, no era la primera ves que ella le decía o le repetía lo mismo, pero lo más seguro que no fuera importante el por que se le olvidaban las cosas, solía pasar a la mayoría de la gente, se encogió de hombros quitándole importancia al asunto.

- ¿ah si? - ella lo miro desconcertada, no se acordaba de ello, últimamente se le olvidaban cosas y muchas ocasiones se habían peleado por ello. una vez fue por por no sacar la basura, cuando él había dijo de haberlo hecho el día siguiente, le pidió disculpas. - bueno... Vamos que nos esperan.

Tom le abrió la puerta del pasajero a Cara, cerró la puerta para rodear el coche y subirse, se puso en marcha a la fiesta.

Una Difícil DespedíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora