Etapa 1: cabaña

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La observe dormir por un largo tiempo, mirando su rostro el cual se vía tan frágil y delicado como un cristal, su respiración era normal, le acaricio el rostro con los nudillos tan delicadamente para que ella no se despertará. La amaba tanto que el miedo a perderla me mataba, no se sentía preparado para esta prueba y nunca lo estaría.

Habían hecho el amor al poco tiempo de llegar, ahora estaba dormida y tranquila como un ángel, ella es su ángel el que iluminaba su vida, le daba alegría y mas.

Se levanto, fue a buscar al armario ropa, se decidido por una camisa holgada y unos pans de igual de holgados, se vistió sin prisa una ves vestido fue a la cocina a prepararse algo. Busco en los armarios en lo cuales encontró lo que necesitaba tenía pensado prepararse pasta acompañado de un buen vino, se puso en movimiento.

Comió sólo, estaba sentado a lado de la ventana, se podía observe el bosque, había árboles de troncos gruesos, plantas alrededor de ellos, los sonidos de las aves hacían que el entorno fuera relajante, se dedico observar todo a su alrededor tomo un sorbo de su tasa de café, se dejo llevara por la sensación de paz.

Decidió ir a levantar a la dormilona de sus esposa, se levanto de la masa dejando todo sin levantar, subió las escaleras hasta llegar al pasillo, se detuvo al escuchar ruido y vio que la puerta de la recámara estaba abierta, entro al curto su esposa estaba dando vueltas, se pasa las manos por el cabello con nerviosismo.

- ¿estas bien? - le pregunto un poco preocupado por ella, dio un brinco y lo miro con los ojos abiertos por el susto.

- si... -se dejo caer en la cama dando un suspiro- ¿dónde estamos?

Se dio cuenta de que ella había olvidado donde estaban, la tristeza lo inundo, dándole una sonrisa triste.

- estamos en Cannon Beach, una ciudad costera del norte de Oregon -le puso un mechón de cabello detrás de la oreja. -¿quieres ver la ciudad?

Ella apoyo su frente en mi estómago, la abrace ligeramente. Mire por la ventana el tiempo suficiente, el sol estaba radiante y era un día maravilloso para salir, quería que ella se entretuviera un rato, pero podía sentir la tensión en su delgado y hermoso cuerpo. Espere por unos largos segundos su respeta.

- lo siento -sus manos se formaron en puños sobre mi camisa. Acaricie su espalda para que se relajará.

- ¿porque? -pregunte confundido.

- por... Olvidar por unos segundo donde estamos, por poner en tu rostro esa tristeza -susurro ella pegada a mi abdomen, le acaricié el cabello con delicadeza.

- no hay nada que perdonar -alce su rostro para que me mirara- te amo, si tu sufres yo sufro -bese sus ojos llenos de lágrimas- juntos por siempre -la bese con amor,ternura y cariño.

Tiempo después estábamos en el pueblo viendo las tiendas, no podía quitar la enorme sonrisa que tenía en el rostro, Cara no dejaba de reír, hablar como una loca, irradiaba una felicidad que tanto extrañaba de ella. Nos paramos en un restaurante local para comer, pedimos una mesa. Esperamos nuestros pedidos y ella seguía hablando sin parar eso me hacia reír.

Comimos y hablamos sobre poner un nuevo estante en la habitación de nuestro cuarto "para las nuevas chucherias" su esposa tenía una adicción por comprar cosas en los lugares donde viajaban.

- ooh quiero ir a esa tienda -le señalo la tienda de ropa que estaba enfrente del restaurante de donde estaban.- puedes quedarte aquí y revisar los mensajes de tu trabajo -sugirió ella.

La mire y le sonríe.
- ¿segura no quieres que te acompañe? El trabajo puede esperar -me encogí de hombros quitándole importancia a los mensajes.

- si, revisa los mensajes a lo mejor es algo importante -me sonrió ella cálidamente- a demás no te gustar estar dando vueltas en las tiendas -le acuso ella con diversión.

Resoplé ofendido- es una tortura contigo, no te decides en las cosas, y al final compras lo primero que vistes -me defendí.

- no es cierto, bueno no siempre soy así en las compras -se cruzo de brazos haciendo un lindo y hermoso puchero, no pude evitar soltar una carcajada.

- amor, siempre es lo mismo, ¿que te cuesta admitirlo? -alce una ceja divertido viendo su reacción de ofendida.

- bueno, mejor quédate y yo voy a ver -se levanto, me dijo adiós con la mano. Sólo negué con cabeza riendo.

Estaba revisando los mensajes cuando sentí una presencia así que levanté la mirada para ver quien era, una chica hermosa estaba mirándome así que le sonreí.

- ¿puedo ayudarte en algo? -le pregunte amablemente. Se sonrojó notoriamente antes de decir.

- ah... Lo vi sólo y... -tartamudeo la joven, Tom la observo detallamente la chica debía tener unos veinticuatro años, era hermosa no podía negarlo pero le causaba risa su nerviosismo.

- ¿si....? -le dije para que continuara hablando, la deje de mirara para ver la tienda donde se encontraba mi esposa, la diviso riendo con una vendedora la cual le pasaba unas prendas, volvió a mirar a la joven.

- ¿podía sentarme con usted? -sonrojada lo miro.- lo que pasa es que todos están llenas y usted tiene asientos disponibles.

Mire el lugar y si, todos estaban llenos, por lo que le dio una sonrisa.

- claro puedes sentarte - le hice señas para que se sentará.

- gracias - se sentó, puso su taza de café. - ¿está aquí de vacaciones?

Estaba leyendo los mensajes, cuando escuche que me preguntaba, la mire para contestarle.

- si -fue lo único que dije.

- Cannon Beach es un hermoso lugar vacacional, hay muchos lugares hermosas en esta ciudad.

- es la primera ves que estamos aquí -hablo en plural.- vine con mi esposa -me puse serio, podía ver la intención de la chica, no quería ser grosero pero no tenía ojos para nadie más que para Cara.

- oh - dijo la chica apenada.- ¿donde está su esposa?

Señalo la tienda de enfrente.- está viendo unas cosas- mire hacia la tienda ya no la podía ver, lo más seguro que estuviera probándose unas prendas.

Cara vio a su esposo hablar con una mujer, vio que reían y la mujer se sonrojaba cada ves que Tom le sonreía, esa sonrisa que volvía a muchas mujeres locas.

Sintió algo en su pecho, no se dio cuenta que estaba llorando hasta que sintió una lágrima en sus labios, el no reía muy seguido y todo era su culpa. Lo estaba arrastrando con ella, su enfermedad; el merecía alguien más que le diera lo que ella no podía, que lo hiciera feliz.... Se alejó del lugar, no podía ver a su marido y no se sentía bien con estos sentimientos que la consumían porque darse cuenta que estaba haciendo sufrir a la persona que más amaba, la dejaba en carne viva.

Una Difícil DespedíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora