Capítulo Cuarto: Pete Pitchaya

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Pete

Terminé mudándome con Can. Ese día pasaron varias cosas, entre ellas, me desmayé. Fue la excusa que necesitó para arrastrarme al hospital. Lo encontré innecesario, estaba claro que era debido a la mala alimentación. Sin embargo, fui. El médico me atendió de inmediato, haciéndome preguntas sobre mis síntomas y luego vino una pregunta que jamás esperé oír.

—¿Ha mantenido relaciones sexuales en los últimos meses? —sentí arder mi rostro pero asentí. Si bien no recordaba mucho estaba claro que la había tenido con Ae—. He visto su expediente... ¿Ha pensado en la posibilidad de que pueda estar embarazado?

Quise reírme ya que desde que sabía lo que en realidad era mi organismo siempre llevaba condones conmigo, o se los hacía comprar a la otra persona. Siempre he sido cuidadoso al respecto. Sin embargo, mi risa nunca salió porque en las pocas imágenes que llegaban a mi mente sobre mi noche loca de matrimonio no había ni un solo condón.

¿Ae había usado uno?

El ambiente en el consultorio se volvió pesado. Llevé mis manos a mi pequeña panza, en la que sentí un pequeño bulto. Horas después lo confirmé gracias a unos estudios de sangre que me hicieron en ese mismo instante.

Can esperó afuera en todo momento. Pensé en no decírselo, pero sería en vano. Por ello cuando lo hice le hice prometer que guardaría mi secreto, no el del que estaba embarazado, ese no se podría guardar, sino el de quien era el padre del bebé.

—No puedes ocultárselo. —Dijo, escandalizado.

—Sí, sí puedo. Oíste a Tin. Ae está estudiando. ¿Y si al decírselo decide dejar de estudiar? ¿Y sí todo esto hace que Dely se enteré de dónde estuvimos? Puede perjudicar a Tin también. Y además esa noche ni siquiera sabíamos lo que hacíamos... —Can me observó de mala manera.

—¿Por qué piensas en los demás? Debes pensar en el del bebé, y en el tuyo.

No cambié mi decisión y Can estuvo enojado conmigo. Debo reconocer que en sus palabras había mucha verdad. Sin embargo, no podía imaginarme diciéndole a Ae que sería padre. Y me aterraba la idea de la reacción de la mujer de uno de mis mejores amigos.

El haberme mudado con Can no mejoró mi cuenta bancaria. Para rematar, todo el set de vitaminas que necesitaba ahora era muy costoso. Intenté pasar la tarjeta pero no funcionó y tuve que dejarlas de lado. Las cuotas de los anillos eran infernales. A la mañana siguiente, antes de ir al trabajo, observé mi vientre con cuidado ¿Cómo era posible que no me hubiera dado cuenta?

El día de mi primera ecografía fue cuando Can volvió a dirigirme la palabra.

—Respetaré que no quieras decir nada, pero deberás contárselo a todos dentro de poco... y todos sabrán que fue en Las Vegas.

Asentí.

Tenía todo planeado. Mentiría, pero a medias. Es decir, estaba borracho (Verdad), me fui con alguien (Verdad), pero no recuerdo su rostro ni su nombre (Mentira).

— ¿Qué les dirás? ¿Te quedaste allá seis semanas porque...? Preguntó Can, poniendo a pruebas mis mentiras.

—En verdad me quedé con mis tíos... Era cierto después de todo. Si tenía que mencionar a Ae sería para decir algo como que facilité su estadía allí. Sin embargo, Can no se rindió. Parecía querer hacerme cambiar de opinión pese a que dijo que me respetaría.

—Los chicos se pueden tragar eso, pero ¿Ae? Él no es tonto, creo que sabe sacar cuentas...

Le debo mucho a Can pero a veces siento que lo odio. No había pensado en que pasaría si Ae sacaba cuentas. Suponía que debía seguir mintiendo... o no sé... decirle que mientras esperábamos nuestra anulación yo andaba por ahí, conociendo gente. No lo admití, pero Can tenía un punto en todo su discurso. Todos nuestros amigos llegaron rápidamente a la conclusión de que mi pequeño era producto de Las Vegas, pero logré convencerlos de que no recordaba al padre.

Noche en las Vegas [AEPETE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora