Capitulo Segundo: Pete Pitchaya

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Pete

Doce semanas habían pasado desde la locura en Las Vegas. Aún no podía creer que me había casado con el hermano menor de Tin, pero tenía la prueba de que había sido real. No sólo me refiero a los papeles que acreditan la anulación de nuestro matrimonio, sino también al dinero que el banco me sustrae a causa de mi compra en una joyería por un par de anillos matrimoniales, arreglos florales, los gastos de la capilla y un montón de cosas más.

Aprendí una lección: casarse es caro y te deja en banca rota. Quién sabe por cuánto más tiempo tendré que alimentarme sólo de agua y la mitad de una verdura. Apenas si puedo pagar el maldito alquiler. A este paso definitivamente voy a tener que buscar otro empleo.

¡Nunca, nunca volveré a casarme!

Nunca.

Suelto un suspiro y miro a mi alrededor. Estoy en mi habitación. Sobre la cama descansa el traje que he seleccionado para usar en la boda de Tin. Un escalofrío me aborda. No he visto a su hermano desde nuestra llegada hace seis semanas, y si no fuera por la boda procuraría no verlo más.

—Espero que me ignore... —Gruño a la habitación vacía.

Tomo el traje y empiezo a vestirme. No me gusta llegar tarde a ningún tipo de eventos, y menos cuando éstos son importantes, pero tengo problemas con el pantalón que no quiere subir. Termino acostado sobre la cama, haciendo lo que las personas de la televisión hacen cuando quieren ponerse esos jeans tan ajustados que estoy seguro las costuras penetran su piel. Cuando lo logro, prometo al aire empezar una dieta estricta luego de la boda.

Treinta minutos después me estoy mirando en el espejo y mi teléfono empieza a sonar. Es Can quien se ha ofrecido a pasar por mí para ir juntos a la boda. Me tiro un poco de perfume antes de salir y ver que ya me está esperando. A medida que me acerco abre la puerta y lo veo.

Can bajito y muy bien parecido. Lleva un traje oscuro y el cabello peinado con gel que le resalta las facciones. Muerdo mi labio inferior y lo miro de pies a cabeza. Él se da cuenta y suelta una carcajada.

—No, eso no va a pasar. Jamás. Mira para otro lado.

Me río, porque es cierto. No hay posibilidad alguna. Tenemos ciertos gustos muy similares para encajar como una sola pieza. Estoy por poner un pie dentro del auto cuando debo apoyarme sobre la puerta y cerrar los ojos. Es como si el piso empezara a moverse y todo girara en círculos. Un sudor frío se acumula en mi nuca. Conozco esta sensación, la he estado teniendo los últimos días: es un mareo, pero esta vez algo diferente, pierdo fuerzas y caigo...

***

Abro los ojos y me encuentro sentado en el auto, con la puerta abierta y con Can palpándome el rostro ¿Me desmayé?

—Diablos, Pete...—dice Can—. Acabas de darme terrible infarto ¿Te sientes bien? ¿Quieres te lleve al hospital?

Niego a sus preguntas, tratando de respirar profundo.

—No... yo... no he comido bien estos días... —porque estoy en banca rota quisiera agregar, pero no lo hago—. Además, Tin nos matará si no vamos... —respiro una vez más—. Estoy mejor, vamos...

Can me mira con desconfianza, pero me ayuda a acomodarme y luego arranca el vehículo.

***

Hay mucha gente, pero logramos ver a Pond sentado junto a Ping y nos dirigimos a su mesa. Ambos se ven bien en sus trajes, aunque Pond ha escogido un esmoquin tipo pingüino. La conversación no tarda en hacerse presente. Siempre hemos estado de acuerdo en que el primero en casarse sería Tin, y así es, la menos para ellos, ya que no saben que yo me casé primero, y que me divorcié.

Noche en las Vegas [AEPETE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora