Capítulo Decimocuarto: Pete Pitchaya

494 72 11
                                    


Advertencia: Contenido +18 explicito

Pete

Tin me mira con odio. Me lástima que me mire así. Antes éramos amigos. Creo que mi hija también siente el peligro porque empieza a moverse y a patearme constantemente. Duele. Quiero tranquilizarla, pero me da miedo hacer cualquier tipo de movimiento que pueda alterar a Tin.

Ae se pone de pie, parándose enfrente de mí, protegiéndome. Su hermano nos mira, como sospesando si tiene alguna oportunidad de acercarse o no. Al final, parece optar por quedarse donde está.

—¿Estás feliz? Has conseguido que mis padres te compren una casa y cosas que seguro no puedes pagar...y encima ahora parece que mi hermanito está loco por ti...

Intento respirar, calmarme para trasmitirle eso a mi hija. La madre de los hermanos se pone de pie. Esto no puede ir más lejos, yo no podría soportar que esta familia se desmorone por mí causa. Sin embargo, Tin no dice nada más y se retira.

Siento la mano de Ae tomar la mía y me dejo guiar. No tengo ganas de seguir quedándome aquí.

***

Ae me trae de vuelta al departamento que comparto con Can, no quiero ser malo, así que lo dejo pasar. Además, vamos a empezar a empacar mis cosas.

—Es muy pequeño. —Comenta Ae con asombro.

—Sí. Can vivía solo, él solo me dejó quedarme aquí por mi problema de dinero...

Tomo un bolso y lo tiro sobre la cama, poco a poco empiezo a sacar mi ropa de los cajones, pero me sorprendo cuando Ae me abraza por la espalda. Su tacto enciende algo dentro de mí, creo que voy a perder el control si no se aparta, pero cuando besa mi cuello mis quejas se desvanecen.

No puedo seguir negándolo, mi cuerpo me pide atención, y no exclusivamente de mi mano, mi cuerpo pide sexo.

¡Dios! Mi miembro se pone duro de inmediato. Trato de pensar en algo más, pero sus manos empiezan acariciar mis muslos. Todo es en vano, no puedo luchar contra lo que mi cuerpo me está exigiendo.

Lo quiero, lo necesito.

—¿Puedo seguir? —Pregunta.

Asiento desesperadamente.

Con cuidado, Ae me gira para quedarnos cara a cara. Sus labios buscan de inmediato los míos. Esta vez respondo al instante, rodeando su cuello con mis manos.

Estoy ardiendo. Lo necesito tanto.

Se aleja unos centímetros y me mira. Puedo ver que arde en deseos al igual que yo. Se agacha y empieza bajar el pantalón hasta dejarlo en el suelo, yo hago lo que sigue, levantando cada pie y pateándolo lejos. Luego, con suma delicadeza, me ayuda a sentarme sobre la cama. Debo abrir mis piernas debido a mi vientre y a la erección que tengo.

Quiero que vuelva a besarme, pero en cambio se agacha y le veo abrir la boca. Siento su humedad y su lengua jugar con la punta.

¡Dios! Creo que voy a correrme solo con esto.

En un principio lo hace lento, me tortura. Si pudiera sostenerme sin necesidad de apoyar mis brazos sobre el colchón juro que lo tiraría de los cabellos para que lo haga más rápido.

—No seas malo... —le digo —Hazlo más rápido, por favor... —Mi miembro palpita dentro de su boca y mi respiración empieza a acelerarse.

Debería de avergonzarme por lo que estoy haciendo, con la barriga enorme que cargo, pero lo necesito tanto... necesito liberarme, necesito todo esto.

Noche en las Vegas [AEPETE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora