Capítulo Dieciséis

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A M B E R

Estúpida, estúpida, estúpida, mil veces estúpida.

Todo iba tan perfectamente bien, pero tenía que joderlo por hacerle caso a mis malditos impulsos.

Estoy arrepentida de lo que hice, pero nada quita que lo haya disfrutado como nunca disfruté otro beso en mi vida.

–Mejor dicho, como nunca habíamos disfrutado sesión de besuqueo caliente con caricias subidas de tono incluidas –habló esa voz en mi cabeza que no paraba de susurrarme «bésalo, bésalo» cuando estaba frente a Tyler –. ¡No soy ninguna voz! Soy tu loba, así que más respeto.

«¿Loba?»

―¿Te acuerdas lo que explicó Tyler en la casa de la bruja? Soy tu loba y puedo hablar contigo desde que te transformaste, pero como no sabías controlar que no escucharan tus pensamientos mejor no hablé –explica y vagamente recuerdo la conversación aquel día con Tyler, pero al pensar en él recuerdo lo que pasó hace unos minutos y golpeo el agua con una mano.

No puedo creer lo que hice por los susurros de mi perra loba.

Empiezo a nadar sin ganas de llegar a la orilla y recuerdo como Tyler salió corriendo como si hubiera visto el diablo.

«Aunque al salir me dio una buena vista de su trasero»

–Y la perra soy yo –se queja mi loba, pero la ignoro.

Al estar en tierra intento cambiar de forma, tras unos cuantos intentos fallidos y con la ayuda de mi loba lo logro y empiezo a correr de vuelta a la mansión.

–Por cierto, me llamo Hela –dice la loba y sonrío internamente, me gusta el nombre.

Al llegar al lugar donde me transformé veo una bolsa y me acerco olfateando, el olor me resulta conocido, así que con una pata abro un poco el bolso encontrando ropa de deporte, es de chico, pero es mejor que nada.

Cambio de forma y me la pongo, todo me queda grande, pero con algunos nudos empiezo a caminar hacia la mansión.

¿Qué diablos se supone que voy a hacer al ver a Tyler? ¿Me disculpo? ¿Me hago la que no pasó nada?

Suspiro por milésima vez desde que Tyler se fue.

Pero igual, tampoco soy la única culpable, si lo besé, pero él me devolvió el beso y parecía muy interesado en ciertas áreas de mi cuerpo. Además, se portó como un inmaduro total al salir corriendo como si hubiera hecho lo peor en su vida.

Doy pisadas más fuertes gruñendo y al llevarme una mano a la cara veo que las garras han salido y suspiro tratando de calmarme, pero el recordar lo que pasó hace un rato no ayuda.

Al llegar a la mansión Kassidy corre hacia mí apenas me ve.

―Hey, hey, ¿estás bien? ―pregunta y asiento ya que si abro la boca lo único que saldrán serían insultos hacia Tyler ―. ¿Segura? Tus ojos y colmillos dicen lo contrario ―señala y busco algún espejo y no tardo mucho viéndome en una pared de cristal. Mis ojos son de un color azul brillante nada natural y los colmillos sobresalen de mis labios entreabiertos.

―No, no estoy bien ―digo en un gruñido bajo, que de no ser por la audición mejorada de los lobos Kassidy no hubiera escuchado.

―¿Quieres contarme? ―pregunta acercándose despacio, como si temiera que explotara de un momento a otro, y no está equivocada.

Pienso en sí debería contarle, no creo que le agrade mucho la idea de que haya besado a la pareja de su mejor amiga, muerta mejor amiga, pero lo sigue siendo. Pero si no le cuento esto a alguien me voy a morir o a explotar y luego morir igualmente, y no tengo a nadie más a quien contarle, así que asiento.

Ella es Amber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora