Capítulo Dieciocho

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T Y L E R

—Joder —susurro acomodándome la erección. Ni saber que Aria está en la frontera y que posiblemente esté buscando a su hija me la baja. Escucho los pasos acelerados de Amber detrás de mí y suspiro.

—¿Alguien me puede explicar que es mi madre? —pregunta Amber jadeando por correr, pero mi mente se va a lo que estaba pasando en el gimnasio y vuelvo a suspirar.

―Explícale a Amber todo lo que quiera saber —le ordeno a Liam por el link y me adelanto escuchando como le explica a Amber que viene de una familia de cazadores que luchan por vernos muertos a todos.

Ordeno a uno de los guardias que hable con Brenda para que refuerce con algún hechizo la barrera, porque si ese ejercito llega a entrar aquí estamos jodidos.

Amber llega a mi lado tensándome por completo al percibir su olor, el cual deja ver que al igual que yo sigue excitada.

—¿Cuándo vamos a ir a la frontera? —pregunta y evito mirarla.

—Tu no vas a ir a ningún lado, te quedas aquí. —el tratar de evitar mirarla se va a la mierda cuando se camina hasta posicionarse frente a mí con los brazos en jarra y los ojos entrecerrados.

—Es mi madre, Tyler, tengo derecho de estar ahí —dice enojada y suspiro al saber que tiene razón, pero no quiero que esté ahí, sé que viene a llevársela y aunque ella no pueda salir la idea de que quiera irse con ella me aterra.

—Nos vamos ya —digo y no me pasa por alto su sonrisa complacida.

Veo a Brenda llegar y casi me pongo a reír cuando Amber grita; «¡la bruja!» pero me contengo por la situación y la mirada dura que le da Brenda a Amber.

—Cuidado niña, que te puedo convertir en sapo —amenaza y Amber solo ríe mejorándome el humor —. ¿Nos vamos ya?

Asiento y hace esa cosa rara de las manos para luego trasportarnos a la frontera, de nuestro lado de la barrera, quedando frente a Aria Collins que me sonríe.

—Es un placer conocerte, Tyler —dice Aria analizando los guardias que traje conmigo y al ver a Amber se queda impresionada —. Vaya, pensé que la tendrían en una celda o torturada.

—Hola a ti también, Aria —dice Amber caminando hasta ponerse a mi lado —. Bien guardado te tenías lo de los cazadores eh.

Escucho a Liam jadear impresionado, seguro pensaba que Amber iba a ponerse a llorar o algo así, y lo sé porque yo también lo pensé.

—Cuando te saque de ahí te voy a explicar bien el negocio familiar —dice caminando frente a la barrera, pero sin tocarla.

—¿Y a ti quien te dijo que quiero saber de tu negocio? —pregunta Amber cruzándose de brazos, pero Aria no hace más que seguir con su sonrisa helada.

—Está en tu sangre —replica Aria y Amber ríe como si hubiera dicho el mejor chiste del mundo.

—¿Sabes qué también está en mi sangre? Esto. —gruñe mostrando sus colmillos y sus ojos se convierten en un azul claro que deja a Aria paralizada —. Veo que eso no lo sabías, toda tu vida cazando licántropos y tenías una bajo tu techo, vaya ironía.

El orgullo se asienta en mi pecho por su acción y sus palabras y siento que podría besarla en este momento.

—Eso no es posible —susurra Aria dando un paso atrás por lo que yo doy uno hacia adelante —. Esto es alguna trampa, te voy a sacar de ahí y

—A Amber no te la llevas a ningún lado —la interrumpo sonando aún más fuerte de lo que quería.

—¡Es mi hija! —chilla descontrolada, el pensar que su hija puede tener sangre de lobo y que este conmigo le da donde más le duele, el orgullo de cazadora.

Ella es Amber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora