Capítulo Diez

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A M B E R

Golpeo el saco una y otra vez intercalando patadas y golpes.

Hace dos días estoy entrenando y ya me encuentro en forma, cosa que según Liam es otra ventaja de ser lo que somos, nuestro metabolismo es más rápido.

Estoy bajo la antena mirada de Tyler, quien luego de esa sonrisa antes de comer se ha mostrado profesional, más que mis antiguos profesores al menos ellos a veces reían de mis bromas, este de aquí no muestra ninguna reacción humana.

«De verdad que parece robot»

Cuando me canso de golpear el saco me vuelvo a donde se encuentra Tyler y me acerco.

—He peleado con Nick y Liam, me faltas tú, ¿aceptas?

Me quito los guantes, pero me dejo las tiras y me paro frente a Tyler.

—No me hago responsable de que salgas llorando —dice con una sonrisa de medio lado y ruedo los ojos esquivando el primer golpe que lanza.

—Yo no me hago responsable de tus posibles traumas.

Suelta una risa y aprovecho para darle un golpe en la mandíbula que esquiva con el antebrazo. Intenta barrerme los pies, pero soy más rápida y salto dándole un codazo en el hombro que no logra esquivar.

Levanto la pierna para golpearlo en las costillas, pero rápidamente la toma y me da vuelta tirándome al suelo, pero antes enrollo mi pierna en su cadera tirándolo a él encima mío.

Hago fuerza con la pierna que aún tengo en su cadera tirándolo de cara al suelo y me coloco sobre su espalda sosteniendo su brazo derecho en un ángulo un poco doloroso. Con el brazo que el queda libre me da un codazo mandándome de espalda y aprovecha para volver a ponerse sobre mí.

Sus manos quedan a cada lado de mi cabeza, aprisionando mis manos que quedan extendidas hacia arriba. Muevo rápidamente los brazos hacia los lados barriéndole las manos y recojo las piernas dándole con las rodillas en el abdomen lanzándolo hacia atrás.

Cae un par de metros más atrás a como pasó en el bosque y me vuelvo a preguntarme de donde saqué la fuerza. Tyler seguro nota mi cara porque se levanta y se aproxima donde estoy extendiéndome la mano para ayudarme. Me levanto por mis propios medios y busco una botella con agua.

—Esa fuerza Amber, proviene de tu loba. Tal vez ahorita no puedas medir muy bien tu fuerza, pero esa es una de las cosas que vamos a trabajar. Todos pasamos por esto —explica a lo que asiento antes de beber todo el contenido de la botella —. Tengo asuntos que atender, hasta aquí el entrenamiento de hoy. Ve a descansar.

Sin darle una segunda mirada salgo del gimnasio. Camino hasta la casa y entro por las puertas corredizas como ya se esta haciendo costumbre, pero me detengo de golpe al ver a Kassidy sentada en uno de los sofás.

Al verme se pone de pie e intenta acercarse a mí, pero al ver que doy un paso atrás se detiene y alza las dos manos.

—No voy a hacerte daño, Amber, solo quiero hablar —dice, pero una parte de mí no le cree así que mantengo la distancia.

—Si vienes a pedirme que te devuelva a Alice, lo siento no puedo hacerlo, al menos no ya mismo.

—No vengo a hablar nada de eso, vengo a pedirte una disculpa —susurra a lo que alzo una ceja sin creérmelo —. No estuvo bien lo que hice hace dos días, lo siento y espero que puedas disculparme.

Si cree que con unas palabras vacías va a lograr lo que sea que se proponga esta muy equivocada.

—Si es lo que quieres, bien. Te disculpo. Ahora sí, lárgate.

Ella es Amber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora