March, 2019.
Ese día iba a ser significativo para ella.
En ese mismo instante se marcaría un antes y un después en su vida.
«Debo hacerlo, ya no hay tiempo para las excusas baratas» pensó apenas abrió los ojos aquella soleada mañana, en donde por más flojera que tuviera debía levantarse para asistir a sus clases de canto vía online.
Entre tumbos, se levanta y se dirige al baño en donde se mira durante un buen rato. El brillo en su mirada verdosa le generaba un sentimiento cálido en su pecho.
Hoy era el día en el que les diría a sus padres sobre la oportunidad de irse al extranjero y dedicarse a la música, como ella siempre quiso desde que era apenas una cría.
Termina de hacer sus cosas en el baño y se controla para no salir corriendo hasta las escaleras, y romperse algo por impaciente.
—Mamá, ¿podemos hablar? Es importante—se felicita al no tartamudear frente a la mujer que la trajo al mundo, que en ese momento le daba la espalda para servirse su desayuno.
—Ahora no Sophie, llegare tarde al trabajo ¿por qué no hablas con tu padre?—le responde sin mirarla, algo a lo que ella ya estaba un tanto acostumbrada. Aprieta su teléfono en su mano y avanza hacia la otra habitación, en donde su padre debía de estar antes de irse a trabajar.
Sala de estar, preferentemente frente a un televisor.
—Appa, ¿podemos hablar?—pregunta en un tono dulce, una señal evidente para sus progenitores de que estuvieran atentos a lo que ella les pidiera.
—Yo no sé nada, pregúntale a tu madre—le sonríe antes de volver a fijar su mirada al televisor, en donde pasaban un drama.
«Si tuviera un perro hablaría con él, pero no lo hago porque no tengo» piensa, pero no se rinde. Su futuro es más importante que cualquier drama que estuviese emitiendo por la televisión por más entretenido que fuese, así que regresa sus pasos hacia el pasillo en donde ve a su madre con su bolso y teléfono en mano.
—Es posible que llegue tarde, pero hablaremos en la cena sobre algo importante que quiero decirte ¿de acuerdo?—le menciona antes de desaparecer entre el umbral de la puerta.
—Nos vemos más tarde, mocosa—escucha el grito de su padre.
La idea de tener un perro tan solo para poder hablar empieza a verse tentadora.
Regresa a su habitación a pasos desganados y no dudar en tirarse sin piedad sobre su cama, quien había sido su mayor consuelo en tiempos difíciles.
¿Por qué hablar con tus padres sobre lo quieres dedicarte en el futuro es difícil? Los tutoriales de internet lo pintaban más sencillo, empieza a cuestionarse sobre todos los pasos que encontró y anoto en pequeños post-it que aún continúan pegados en la pared.
Una nueva alarma suena y se levanta para tomar su portátil y encenderlo para empezar sus clases.
───── •✧✧• ─────
Hora de la cena.
Baja con los nervios aumentando con cada pisada en los escalones, y hasta puede sentir el sudor frio bajar por su espalda.
Se da ánimos antes de encarar –de nuevo– la espalda enfundada en un traje de Channel de su madre, quien se movía de un lado a otro sacando lo necesario para la cena.
—No te quedes parada ahí, ¿qué es lo que quieres?—pregunta con característico tono autoritario, no había que ser un genio para darse cuenta de que estaba de malas, o a punto de estarlo.
Porqué Jess casi nunca estaba de buenas.
—Quería hablarte sobre algo, y-y yo...
— ¿Qué hay de cenar? Vengo con hambre atroz del... ¿interrumpo algo?—interrumpe su progenitor, entrando como tornado a la cocina mientras se aflojaba la corbata de su cuello. Sophie ya empieza a sentir las lágrimas de frustración conglomerarse en sus orbes.
Ambos adultos se miran, intentando transmitirse telepáticamente mensajes para descifrar el raro comportamiento de uno de sus retoños más pequeños.
No dice nada cuando se va abruptamente de la habitación, dejándolos con la curiosidad picándoles los dedos y mucho menos durante el inicio de la cena y cuando esta finaliza ya muy tarde.
Durante todo lo que dura la cena, todos en la mesa notan su mirada cansina y casi sin vida, como si le hubiesen arrancado su vitalidad chispeante. Algunas suplicas silenciosas se dieron, cuando creyeron que aquello que ya habían superado cuando Sophie apenas era una niña volvía resurgir, después de años dormido.
¿Sería eso posible? ¿Después de tantas lágrimas que se derramaron? Al desde el punto de vista del hombre así fue, su esposa diría más bien después tanto dinero que se gastó.
— ¿De qué querías hablarnos?—interpela KiHong, su padre con una mueca nerviosa y tensa, pues no sabía cómo abordar ese tema que tanto él y como Jess, habían llegado a concluir. Un tema que asustaba a cualquier padre: un embarazo.
Sophie se divertía de sus miradas nerviosas, pero aguardo silencio esperando a que siguieran pensando cualquier cosa menos lo que ella pensaba.
— ¿Acaso tu estas...?—el hombre no sabe cómo terminar la pregunta sin desviar su mirada hacia su esposa, quien parecía que se le iba a reventar la vena de la frente.
— ¿Estas embarazada? ¿Es por eso que estabas tan callada y encerrada en tu habitación todo el santo día?—le reclama la mujer.
Sophie no hace nada más que golpearse la frente con su mano. Mira con una mueca a sus progenitores, quienes tienen la mirada oscura cargada de reproches y lamentaciones, la adolescente no se esperaba acusaciones como esas, no. Sin duda, se habían excedido.
—Quiero dedicarme a la música—musita. Lo siguiente no se lo esperaba, al menos no esa noche, una negación rotunda y certera seguida de pasos cual remolino arrasando con civilizaciones, y ella en el suelo sosteniéndose la mejilla que estaba roja y ardiente.
—Deja de decir estupideces por tan solo un maldito momento, ¡te vas a morir de hambre!—desde el suelo, la menor de la casa contempla a su progenitora soltar maldiciones mientras caminaba de un lado a otro y su padre sin siquiera mirarla—. Pasas demasiado tiempo encerrada en tu habitación haciendo vaya a saber Dios que, no sales a ningún lado y te llenas la cabeza de estupideces como esas, ¡madura de una buena vez Sophie! No llegaras a ningún lado con esa mierda de la música.
—Jess, ya basta.
La mujer detiene sus pasos por la sala y mira a quien es ya su tercer marido con reproche, — ¿Y tú porque te metes?
—Porque se me da la regalada gana, ella tan solo quiere hacer música. Reaccionas como si te dijera que quiere ser delincuente o narcotraficante—el hombre no sabe si es karma o una nueva oportunidad de darle el apoyo que él había esperado de sus progenitores hacia treinta años atrás cuando él les menciono lo mismo—. ¿Por qué tienes que negárselo todo a ella? ¡Me tienes harto cuando intentas controlarlo todo! ¡Solo deja que salga y experimente!
— ¡Ella no está lista para enfrentar al mundo sola! ¡Aún necesita de mí!— a este paso no importaba si el problema llegaba hacia los vecinos, Sophie se levantó con cuidado sin hacer ruidos o movimientos bruscos, y aprovecho la falta de atención por parte de su madre y corrió escaleras arriba, con el corazón doliéndole con cada latido que daba.
— ¡Ella necesita una madre no una carcelera!—fue lo último que escucho antes de encerrarse en su habitación y de reproducir su canción favorita, la única que lograba consolarla en malos momentos.
Better.
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𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 𝐓𝐎 𝐇𝐎𝐍𝐆 𝐉𝐎𝐎𝐍𝐆 || 𝐊. 𝐇𝐎𝐍𝐆𝐉𝐎𝐎𝐍𝐆
Fanfiction[REESCRIBIENDO] Él recibía cartas. Escribía canciones para el mundo, sin saber que Él era el mundo de ella. Ella las enviaba. Escribía canciones solo para Él. Él quería conocerla. Ella no quería ser descubierta. "A veces, una persona puede salvar a...