𝟎𝟎𝟒.𝟐.

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—Llevas releyendo esas cartas desde hace semanas, Joong. ¿Por qué no mejor sales y vas al estudio a componer algo, eh? Hace mucho que no escucho algunas de tus nuevas canciones—SeongHwa mira a su compañero y hermano estar sentado en una muy mala postura para su pobre espalda mirando fijamente las hojas que tiene sobre su escritorio.

Hace la vista gorda a las bolsas de frituras y las interminables migajas sobre su ropa, sobre la cama y mucho más sobre el mueble. Las manos le pican, deseosas, de poder limpiar a conciencia toda esa habitación llena de migajas por todos lados.

—Me siento vacío.

— ¿Eh? ¿Por qué lo dices?—pregunta. No pierde tiempo y se acerca rápidamente a su mejor amigo, ignora como esas migajas se le clavan en las palmas de sus manos apenas se apoya sobre el escritorio y retira las cartas de la vista de HongJoong. Ignora la mirada asesina que le brinda cuando las guarda en un cajón aleatorio—. ¿Es por qué ya no llegaron más de esas cartas?

El silencio no ayuda en nada a la creativa cabeza de SeongHwa, quien empieza a formular un millón de respuestas de parte de su líder. Ninguna le gusta.

Un ojo empieza a palpitarle cuando ese silencio extenuante se expande conforme los minutos avanzan sin importar qué, comienza su cuenta a partir del mil porque no se ve capaz de iniciar a partir del uno. Los números pasan, los segundos y minutos igual, se hace una hora y poco más pero HongJoong no parecía querer cooperar en nada, apenas y lograba parpadear como persona medianamente normal.

SeongHwa llega al tres mil y se harta.

— ¡Qué mierda te sucede! ¡Llevas malditas semanas entera con el culo aplastado!—los nervios pueden con él y se descontrola, lo toma por los hombros –sin saber que la acción tan repentina marea horriblemente a su compañero– y lo zamarrea sin piedad—. ¡Date cuenta que si sigues en este ritmo enfermizo, van a quitarte tu lugar como compositor! ¿Acaso no te das cuenta? ¡MinGi ya no puede seguir cubriéndote, los miembros están hartos de tu ausencia y yo ya no sé qué mierda hacer!

Se ve a sí mismo llorando amargamente, deja de apretar la ropa de su líder y se limita a solo limpiar sus lágrimas bruscamente, su piel resintiéndose por la rudeza. HongJoong lo mira sin prestar mucha atención, pues la comida nada saludable que había ingerido en esas semanas empezaban a pasarle factura a su cuerpo, mira todo de manera borrosa. Se alerta al escuchar un sollozo abandonar los labios de la figura borrosa que lo zarandeaba minutos atrás pero están tan mareado que no logra darle el consuelo que necesitaba.

La silueta borrosa abandona su habitación y siente de nuevo el frio que emanaba la soledad que sentía, es tarde cuando por fin reconoce el perfume de SeongHwa. Ese que tanto amaba sentir cuando se sentía cada día más roto.

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HongJoong parpadea lentamente y suspira. Observa con desinterés sus dedos morados y arrugados, producto de haber estado durante más de una hora en la tina llena de agua hasta el inicio de su belfo inferior, mismos que tiemblan pero no se siente con las suficientes ganas de salir de allí.

Teme hacerlo y que SeongHwa lo mirase con tristeza mezclada con decepción.

Misma que él siente hacia su persona cuando dejó de recibir esas cartas. A pesar de haberse metido una tina al tope con agua más caliente de lo que acostumbra a usar, nada quita el frio que siente en su pecho y sus inmensas ganas de llorar. Sí, lloró un poco ni bien se sumergió, pero esas ganas no se reducían tan solo aumentaban conforme lloraba más y más.

La cabeza le duele y quiere volver llorar por eso.

¿Dónde había quedado el carismático HongJoong que todo el mundo conocía y admiraba?

Quería volver a llorar porque le dolía estar sonriendo y aconsejándole a la gente que sin importar si su mundo se derrumbaba él estaría ahí, dispuesto a romper parte del suyo para darles algo en que podrían empezar, le dolía decir que amaba a sus fans y saber que posiblemente les estaba mintiendo para continuar con su carrera. Dolía decirles a sus padres que estaba bien y que no los visitaba por su apretada agenda cuando en realidad detestaba mentirles.

No estaba bien, hace tiempo dejó de estarlo.

Cuando vuelve a darse cuenta, estaba llorando nuevamente. Pero no se molestaba en ahogar sus sollozos, no se molestaba en ocultarlo; la música que solía poner ahogando completamente sus lamentos.

Se pone en posición fetal al sentir la fría agua incrustarse en su piel, algunas partes poniéndose moradas por la larga exposición pero a él no le importa, no cuando está concentrado en tratar de aligerar el peso en su pecho.

Las burbujas creadas por el jabón se extinguen conforme caen las lágrimas y el agua baja de temperatura, HongJoong apoya su cabeza sobre el borde de la tina sintiendo sus ojos tan hinchados que casi no puede mantenerlos abiertos. Suspira una vez que se siente ligeramente más y su lista de reproducción se termina.

De pronto, el silencio.

A lo que siempre le tuvo temor. Silencio. Nada. Tan inquietante, tan hiriente, tan cargado de pensamientos que le acuchillan su corazón, que le llenan la mente de miedo y angustia. El silencio más ruidoso que pudo haber experimentado jamás.

Las nuevas lágrimas que se forman hacen que sus ojos arden pero HongJoong no se molesta en retenerlas. A veces era bueno llorar, todo desaparecía le dijeron.

Se deja llevar por el sueño que lo seduce con suaves murmullos y dulces caricias. Que lo guían al plano del inconsciente, en donde no había nada que pudiese herirlo y hacerle preocupar por cosas banales de lo cotidiano.

SeongHwa entra a la habitación de su líder, observando que todo está como igual de desordenado cuando él se fue hace más de dos horas. Entre pasos sigilosos, revisa debajo de la cama y no lo encuentra, hace un gesto de insatisfacción y saca cabeza; hace memoria siempre que HongJoong tenía un mal día o sufría de alguna crisis existencial se escondía debajo de la cama a llorar o a simplemente existir. Suspira y se dirige al armario, nada tampoco. Debajo de su escritorio, detrás de las cortinas, detrás del sofá, menos. Nada.

Ve el vapor abandonar el cuarto de baño y se extraña por eso. HongJoong era el que menos tardaba en ducharse, toca despacio la puerta y no recibe respuesta del otro lado.

Empuja la puerta y todo el vapor lo recibe con un golpe frontal que lo hace fruncir la boca, camina despacio evitando resbalarse por el piso ligeramente mojado y la presión le baja cuando ve a HongJoong en la tina a nada de terminar de hundirse por completo.

Sería un largo día sin dudas.

𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 𝐓𝐎 𝐇𝐎𝐍𝐆 𝐉𝐎𝐎𝐍𝐆 || 𝐊. 𝐇𝐎𝐍𝐆𝐉𝐎𝐎𝐍𝐆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora