Debía haber estado demasiado afectada por sus emociones para no ver algo que le parecía tan obvio ahora que su amiga lo había comentado, y seguía sin estar en condiciones para pensar en algún nombre, pero volvería en sí pronto y enfocaría toda su energía en encontrar quién estaba metiéndose con ella.
—Tiene sentido. Si es alguien cercano a mí, va a terminar haciendo algo que lo delate y voy a poder encargarme de que deje meterse en los asuntos de los demás, pero no necesitas preocuparte por eso, para que una publicación pueda hacerte daño tiene que importarte.
— Me alegra que ese tema no te afecte, pero de todas formas ten cuidado, no sabemos que más se le pueda ocurrir para fastidiarte.
—Lo haré, tranquila.
Se despidieron afectuosamente y Corina le pidió que les dijera a Claudia e Irina que lo sentía y que se disculparía en persona por todo en cuanto tuviera oportunidad.
De alguna forma se las arregló para sobrevivir el resto de las clases sin que su cabeza estallara y sin dejar que su mal humor la metiera en problemas.
Le agradeció al cielo cuando el día escolar terminó y se disponía alegremente a huir a casa a toda velocidad, pero Kenia le insistió para que la acompañara a una plaza comercial cercana a ver vestidos para la celebración del aniversario de la fundación de la escuela.
Francamente no estaba de humor para recorrer tiendas, pero Kenia había determinado que ir de compras era lo que necesitaba para mejorar su estado de ánimo y que, si de cualquier forma iba a tener que comprar lo que fuera que se pondría para la fiesta, bien podría ir de una vez.
Terminó por darse cuenta de que no la dejaría en paz si se seguía negando y que a fin de cuentas era verdad que no tenía nada que pudiera ponerse para el evento, así que de mala gana aceptó acompañarla.
Al parecer Kenia ya tenía una idea bastante específica de lo que estaba buscando y trazó una ruta que incluyera todas las tiendas en las que creía que podría encontrarlo, por lo que se limitó a seguirla y mirar prendas sin mucho interés mientras ella revisaba vestidos como si estuviera trabajando en un editorial para una revista de alta costura y se medía las potenciales opciones.
Corina no tenía idea de cómo podía resultarle tan difícil elegir cuando se veía hermosa con cualquiera de los que se había probado, no quería ni imaginarse cuanto tiempo le tomaría si fuera una chica normal, que no puede usar cierto largo porque acorta sus piernas, o cierto tipo de mangas porque hace que sus hombros se vean más anchos que sus caderas o cierto corte porque atrae demasiado la atención a su abdomen...
Al final no pudo decidirse entre uno plateado con mangas asimétricas y uno rojo strapless, determinó que estaba demasiado hambrienta y cansada como para dar el veredicto final y que el mejor curso de acción en esas circunstancias era ir a la zona de comida en el tercer piso de la plaza y consultar la crucial decisión con la almohada antes de comprar.
Como la mayoría de los estudiantes de su preparatoria, conocían bien la plaza y tenían un lugar favorito para comer cada que iban ahí. Corina prefería la pizza, pero siempre que iban juntas comían sushi, que tenía menos calorías.
Estaba ocupada batallando por llevar la comida a su boca con los palillos sin dejarla caer accidentalmente a medio camino, cuando su amiga hizo un gesto hacia el Starbucks que tenían delante.
— Tu amiga la influencer y tú se tomaron muchas fotos ahí ¿Verdad?
— Sí, parece que no te dan tu credencial oficial de instagramer a menos que aparezcan un mínimo de 10 fotos en un Starbucks en tu feed. Tú serías la excepción a la regla, por supuesto, no te imagino subiendo algo así.
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La tercer mentira
Teen FictionCorina creía ser la mejor en el juego de ingenio "Tres mentiras", hasta que una partida dio un giro macabro, obligándola a enfrentar su pasado y el miedo a ser traicionada nuevamente por las personas que más ama.