Capítulo V: Insomnio

12 4 0
                                    


El domingo se despertó después del mediodía y no tuvo a bien salir de la cama hasta que el hambre la obligó a ir a robar algo a la cocina a eso de las dos de la tarde.

Había pasado toda la noche pensando en lo que le había dicho Irina por teléfono, recordando que en su momento ella también había decidido romperle el corazón a su mejor amiga para no renunciar al chico que le gustaba.

Las circunstancias eran totalmente distintas, pero ¿Importaba? ¿Le había dolido menos a Lía cuando su mejor amiga empezó a salir con Santiago que a ella la infidelidad?

No sabía si podía realmente ver a Lía como una víctima más y perdonarla, pero Irina tenía razón en que terminó perdiendo a su mejor amiga y para colmo con el corazón roto. Tal vez había sido demasiado dura con ella, tal vez si se hubiera puesto en sus zapatos para entender porque hizo algo así se hubiera sentido menos herida y le hubiera sido más fácil aceptar su disculpa, tal vez.

De pronto se descubrió marcando el número de Kuno, aunque no tenía ni idea de que decirle, suponía que después de todo no era tan extraño hablarle a tu novio sin ninguna razón en particular, sólo para conversar ¿O sí? ¿Sonaría muy mal decirle que lo llamaba sólo para oír su voz?

Por desgracia o por fortuna no tuvo necesidad de enfrentarse al dilema, él no contestó y cuando volvió a intentar llamarlo le escribió diciendo que estaba en una reunión familiar y no podía contestar en ese momento.

"OK. Hablamos luego"

Tecleó y él no se tomó la molestia de responderle.

¿Qué había pasado con eso de "lo menos que puedo hacer es escucharte"? Duró menos de una semana.

Entendía que estuviera ocupado, entendía que pasara tiempo con su familia, pero esperaba que en algún momento después de la reunión le escribiera para preguntarle para que lo había llamado o tal vez porque a él le dieran ganas de hablar con ella, pero no sucedió, simplemente su mensaje se quedó sin respuesta.

Decidió que no podía quedarse sentada a esperar que el teléfono sonara, así que empezó a buscar con qué distraerse.

Intentó ser productiva y dedicarle tiempo a las tareas ya que no tenía ningún otro plan, pero sólo podía concentrarse durante periodos pequeños de tiempo y al final optó por ser condescendiente consigo misma y darse permiso de dejarlas para cuando estuviera de mejor humor.

Pasó la mayor parte de la tarde viendo vídeos a los que en realidad no les estaba prestando mucha atención y no durmió absolutamente nada en toda la noche.

Cuando escuchó su la alarma de su celular indicarle que tenía que iniciar su rutina diaria, quisiera o no, se limitó a suspirar resignada y se levantó de su pequeño escritorio, donde había pasado toda la madrugada.

Sacó unos jeans y una playera del ropero, su neceser y se dirigió a la ducha.

No sabía bien por qué, pero había notado que cada que se desvelaba, lo cual se había vuelto muy común últimamente, era incapaz de entrar en calor todo el día, se la pasaría tiritando de frío sin importar que clima hiciera. No obstante, había decidido bañarse con agua helada para despertar, no odiaba nada más que sentir que su cabeza estaba entumecida por la falta de sueño.

Decidió que llevaría a la escuela el suéter café que le quedaba enorme y se le veía fatal, pero que amaba usar cuando hacía frío y sabía que no tendría que salir de la casa. Francamente no tenía la energía ni el tiempo para preocuparse por cómo se vería, aunque fuera a salir en público. ¿Qué más daba ya?

Tomo un café bien cargado con el desayuno y eso sumado al azúcar de las galletas de chocolate con las que lo acompañó, la hizo sentir mejor durante un rato, pero el efecto fue breve.

La tercer mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora