Capítulo IX: Para Lía

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Habían pasado dos semanas desde la fiesta.

Después de la clase de inglés cada célula en su cuerpo pedía a gritos un café y ella estaba a punto de ir a cumplir con esa demanda cuando la interceptó un rubio.

—Me temo que Kenia está en la biblioteca.

Aclaró.

—Bien, mejor si no tengo que verla.

Corina lo miró confundida por un momento, luego comprendió que probablemente no moría de ganas de ver a su ex y seguramente pensaba usarla como mensajera. Bueno, no era fan de participar en misiones diplomáticas, pero le debía una, así que...

— ¿Puedes por favor entregarle esto?

Le entregó una bolsa de papel con libros, discos, una sudadera, ligas para el cabello y algunos otros artículos que no podría identificar sin husmear más en el contenido.

— ¿Estás seguro?

Quiso verificar mientras la tomaba. Estaba segura de que su amiga no recibiría nada bien ese mensaje.

Axl no respondió, bajó la mirada por un momento.

Casi se sintió mal por haber hecho esa pregunta. Se suponía que tenía que estar de lado de Kenia, pero después de lo que había hecho en la fiesta, tal vez dejar en claro que no iba a volver con ella era lo más inteligente que podía hacer.

Después de un rato suspiró y soltó el asa de la bolsa.

Le hubiera gustado poder darle una palmada en la espalda o al menos una palabra de aliento. Acaba de hacer algo increíblemente difícil.

—Eh... ¿Tienes algo que hacer? Hay... quería pedirte otra cosa también.

Corina lo miró con cautela. Extrañamente se había sonrojado y estaba empezando a actuar tímido ¿Qué era lo que quería exactamente?

—Iba a ir por un café, pero...

— ¿Puedo acompañarte? Te digo mientras te lo tomas.

Aceptó tan extrañada como intrigada, y continuó hacia el puesto de café con él caminando junto a ella en silencio.

Una vez con el vaso en la mano, se acomodaron cerca de ahí para que pudiera beberlo mientras escuchaba.

Para su sorpresa le tendió sus audífonos en vez de empezar a hablar. Llegados a este punto no tenía la menor idea de qué esperar.

Luego de que presionara el botón "reproducir" en su celular, una canción empezó a sonar.

Un par de ojos azules miraban ansiosos hasta el último detalle de su expresión.

Pudo notar desde las primeras notas que no se trataba de una canción de estudio, sólo podía escuchar una guitarra y la calidad del audio no era perfecta, pero hasta el momento le gustaba la melodía.

Unos segundos después entró la voz y se quedó boquiabierta.

Estuvo a punto de exclamar "¡Eres tú!" pero decidió guardar silencio hasta que terminara la canción.

Cada acorde pegaba justo en las heridas abiertas y la interpretación se sentía tan honesta que seguramente le hubiera causado ganas de llorar incluso si no tuviera el corazón roto.

No fue difícil suponer que la había escrito él mismo, probablemente poco después del incidente de la fiesta.

La canción le gustaba tanto que no podía creer que tuviera al artista responsable sentado frente a ella, pero seguía sin tener claro por qué la había hecho escucharla, sólo se le ocurría que quisiera pedirle que se la mostrará a Kenia, pero no necesitaba oírla antes para hacerlo ¿Verdad? Y en ese caso tal vez hubiera preferido que la chica a la que se la había escrito la escuchara primero...

La tercer mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora