A la mañana siguiente le dolía la cabeza por haber llorado en la noche, pero en vista de que había acabado tan agotada que no le quedó más opción que quedarse dormida, al menos no se sentía como un muerto viviente, seguramente se sentiría mejor después de desayunar.
Cómo era de esperarse, Kuno no le había escrito antes de clases, pero llegados a este punto había dejado de esperar que lo hiciera, ya no se sentía decepcionada, aunque eso no significaba que estuviera feliz al respecto.
Se había prometido dedicarse a ponerse al día en la escuela o escribir, así que en vista de que su familia no la buscaría en horario de clases, decidió apagar su celular y prenderlo un rato antes del almuerzo para averiguar a donde vería a Santiago para ir a comer.
De alguna forma había logrado sobrevivir hasta el almuerzo y había ido a buscarlo.
Habían decidido ir a una pizzería que conocían bastante bien, definitivamente no era un lugar romántico, generalmente iban grupos de estudiantes a ver anime en las pantallas que había distribuidas por todo el local mientras consumían comida chatarra, pero a los dos les gustaba la pizza y la de ese lugar era deliciosa, así que solían ir al menos una vez por semana cuando estaban juntos.
Sabía que había ido ahí y de hecho seguía en contacto con su ex novio por una sola razón, pero odiaba admitir que era muy fácil actuar con naturalidad cuando estaba con él.
No había olvidado cómo acabó su relación, pero se le daba aterradoramente bien sonreírle como si lo hubiera hecho. No sabía si era la idiota más simple del mundo o sólo una muy buena hipócrita.
De cualquier forma ahí estaba, mordisqueando la orilla rellena de queso, como si estuviera en la sala de su casa mientras veía una serie en vez de sentada frente al tipo que la había engañado con su mejor amiga. Definitivamente había algún problema con ella.
Tuvo que recordarse que apenas la noche anterior había llorado hasta quedarse dormida por su culpa y la tortura que fueron los primeros meses después de que terminaron para no bajar la guardia.
—Tienes la cara llena de salsa.
Le dijo y estaba a punto de revisar su reflejo en la pantalla bloqueada de su celular para limpiarse, cuando él se adelantó y limpio su mejilla y las esquinas de su boca con una servilleta.
—Gracias.
Respondió ella, incómoda mientras le quitaba la servilleta para terminar de limpiarse por su cuenta.
—Por cierto, no me has dicho por qué estás enojada con tu novio ¿Qué te hizo?
— ¿Es en serio? No tengo ganas de hablar de él en este momento y sinceramente no creo que tú realmente quieras escuchar un monólogo sobre el chico con el que estoy saliendo ahora ¿O sí?
—Tienes razón, en realidad no, a menos que me digas que vas a terminar con él.
Si tuviera que ser honesta le diría que incluso si terminaba con Kuno, seguía sin tener ninguna oportunidad con ella, pero tenía que dar una respuesta más diplomática.
—Espero que no lleguemos a tanto, pero...da igual, en este momento prefiero que disfrutemos nuestra comida a hablar de alguien con quien estoy enojada ¿No hay otro tema de conversación más agradable?
— ¿Lo quieres? ¿De verdad estás enamorada de él?
Preguntó mirándola a los ojos.
Su frecuencia cardiaca se disparó. ¿Qué iba a hacer? Decir la verdad no sería un movimiento inteligente pero alguna estúpida razón no podía mentir sobre eso.
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La tercer mentira
Teen FictionCorina creía ser la mejor en el juego de ingenio "Tres mentiras", hasta que una partida dio un giro macabro, obligándola a enfrentar su pasado y el miedo a ser traicionada nuevamente por las personas que más ama.