Capítulo XIII: Libre

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—Hola.

Lo saludó al reconocerlo esperándola sentado en una jardinera, tratando de disimular su incomodidad.

—Hola, Eh... ... ¿Quieres un café?

Ofreció, forzando una sonrisa. Lo interpretó como su manera de decir que quería que la conversación fuera cordial, lo cual fue un alivio para ella.

—Ok.

Respondió, tratando de corresponder a la sonrisa.

Le entregó el vaso que como había supuesto al verlo era para ella y se quedó con uno de té para él, antes de empezar a caminar sin hablar.

Se sentaron en las bancas frente a la cancha de basquetbol, como solían hacerlo antes.

Dio un trago grande a su café helado. El dolor de cabeza era mejor que la nostalgia.

Bebió despacio y trató de concentrarse en sus manos entumidas alrededor del vaso de plástico transparente, la sensación de humedad fría en sus labios y el sabor dulce para que la pequeña lucha para demostrar quién podía soportar más tiempo el silencio incomodo no acabara de destrozar sus nervios.

« Vamos, que tú eras la que quería aclararlo ¿No?» Trató de convencerse, pero seguía sin lograr obligarse a despegar los labios.

—Sí me importa.

Él se rindió primero.

— ¿Eh?...

—No es cierto que no me haya importado un carajo, de verdad traté de dar lo mejor de mí para que funcionara...

Oh no. No quería que se disculpara por haber elegido a su primer amor, no era necesario que añadiera insulto a la herida.

— Lo sé, lo intentaste, pero en el corazón no se manda ¿No es así? No necesitas pedir disculpas por haber buscado tu felicidad, sé que mi actitud no fue la mejor la última vez que hablamos, pero de verdad no hace falta...

Le pareció que lo escuchó suspirar y maldecir en voz baja.

— Llevó días buscando las palabras, así que por favor escucha ¿De acuerdo? Tú eras la única persona con la que quería estar ¿Por qué carajos te habría pedido que fueras mi novia si no? De verdad quería hacerlo funcionar, pero las cosas empezaron a salirse de mis manos. Ni siquiera sé cuándo me di cuenta de que estaba sucediendo algo, pero cuando todo el mundo empezó a hablar del hilo en Twitter y tú ni siquiera lo mencionaste no pude dejar de preguntarme todo el tiempo por qué ni siquiera intentaste explicarme qué pasó, hasta que una de tus amigas empezó a escribirme y pude atar los cabos sueltos.

—Sé que hice muchas estupideces, pero si no te dije lo que estaba pasando fue justamente porque no quería que ese desastre afectara nuestra relación, nunca me imaginé que el tema del hilo te molestara tanto que prefirieras mandarme al diablo sin más a pedirme mi versión.

—Creí que si a fin de cuentas eso era lo que querías, era mejor para los dos cortar por lo sano de una vez.

— ¿Lo que yo quería? ¡Por qué carajos iba a querer que me botaras!

—Para ser libre volver con Santiago cuando los demás obstáculos entre ustedes desaparecieron.

— ¡Jamás voy a volver con Santiago! ¿De dónde demonios sacaste algo así?

—Bueno, me estabas ocultando cosas, dejaste de escribirme, empezaste a apagar tu celular, también me lo dijo tu amiga y me contó que se estaban viendo, ah y los vi juntos en la maldita fiesta.

— ¿Qué? Lo del celular no tuvo nada que ver con él, me harté de esperar como tonta a que te dignaras en responderme. Admito que haber ido a la fiesta con él fue una estupidez, pero ya me habías mandado al demonio y tú tampoco fuiste solo... A todo esto, ¿Cuál de mis amigas te dijo qué iba a volver con Santiago? Me matarían si se me ocurriera algo así

La tercer mentiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora