Hasta ese día, viví sin muchos sobresaltos, ni muchas complicaciones. Era un chico normal, dedicado a sus responsabilidades. El tiempo había pasado desde esa vez que rompieron en pedacitos mi corazón por primera vez.
Me había convertido en alguien apático con los sentimientos románticos.
Pero el día que vi a Luana de repente todo siguió su cauce, como si no existiera un pasado y mi historia comenzaba con su mirada. Tenía la certeza de que en algún punto terminaríamos juntos.
No estaba tan equivocado, la providencia había dictado que cuando nuestros caminos se cruzaran fuese inevitable juntarnos a toda costa; como un sortilegio sin antídoto.
Estaba en un estado de gracia.
***
Aun no daba crédito a las palabras que confesaban un vínculo a mi desesperado afán de "SER" para ella, Val me llenaba de ilusión, era el puente perfecto.
-¡Pero qué dices! ¿En serio? ¿Por qué no empezaste por ahí? -. La cuestioné como a una acusada por un crimen imperdonable.
-¡Tranquilo! ¡No es para tanto! Pues te lo digo ahora. ¿Cuál es el maldito problema? - Reaccionó a la defensiva con justa razón. -Además prometiste no hablar de ella por el resto de la noche- dijo.
Me mordí la lengua para cambiar de tema como si nada pasara, cuando mi mente recordaba a gritos su nombre.
-Dejaras de quererme- dijo empujándose a mí con un abrazo que cobije su cuerpo cálido posándose delicadamente en mis brazos.
-Siempre serás esa persona a la que elegiré cuando todo el mundo esté en tu contra, el vínculo que tenemos tu y yo, va más allá del bien y del mal.
El pacto estaba hecho, esa noche no se habló más de ella.
La acompañé a casa y me invitó a pasar, recuerdo que esa noche teníamos una conexión única hablado de todo y de nada, no faltaban las bromas ni los silencios incómodos cuando coincidíamos con la mirada, quedándonos fijos en los ojos del otro.
No me resistí a la perfecta piel de su rostro, mis ojos se propusieron a encontrar un solo poro discontinuo, fue imposible. Como un imán terminé atraído a sus labios y justo ahí el silencio se hizo más incómodo, ella me lo hizo notar, sus ojos dubitaron al mirarme, sus labios con un microespasmo electrificaron mis nervios devolviéndome a la realidad y trate de disimular como si lo ocurrido fuese algo fortuito, haciendo un gesto estúpido.
Paso por mi mente una idea que me negué a concebirlo. Cuál si fuera un mecanismo de defensa, el recuerdo de Luana transcendió mi alma nuevamente.
Busque rápidamente el móvil simulando interés en ver la hora, no dude en marcharme, dije que ya era tarde y me despedí con un abrazo incómodo. Mi partida abrupta ni yo lo entendía en ese momento.
Llegue agotado a casa, mi familia dormía, no se percataron de mi presencia, ni bien me recosté me abandone en un sueño profundo.
Al día siguiente, al despertar lo primero que hice fue revisar mis redes y buscar el contacto de Luana, no me había dado tiempo de hacerlo. Como era de esperarse obtenía miles de respuestas pero no la hallaba, tal vez no tenía una foto disponible, necesitaba más datos, continué buscando, no había rastro.
Me dispuse inmediatamente a preparar mi salida en busca de Val. Apenas desayune, salude a mi familia que recién despertaba. No quise dar muchas explicaciones a las preguntas de mi conducta extraña, porque ellos sabían mis horarios de salida y mi rutina diaria.
Pensé en una excusa idiota para que no se notara mi desesperado afán, de todos modos ella lo intuiría. Al menos tenía en mente una estrategia. Decidí llegar de improvisto y no me anuncie.
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TITILO DE OJOS ©
RomanceEs la historia que muestra sutilezas del preludio de un amor desenfrenado