3. Alunizaje

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Mis ojos no tenían otro objetivo más que reconocerla una y otra vez cada detalle de su rostro.

Sus ojos eran de color café oscuro, en una conjunción divina de dos planetas perfectamente alineados, pero cuanto más los veía podía penetrar más allá del atmósfera del oscuro café, pues más allá se tornasolaba un color pálido y translúcido como un panal de miel.

Estaba extasiado, no podía escapar del submundo al que había alunizado. Mi piel sentía la textura suave de su mejilla. Recorrí sus labios dulces que esbozaban una media sonrisa dibujando un contorno exótico de muchas curvas.

Dijo algo a su amiga mientras me veía de reojo, seguramente preguntaba por lo absorto que me había puesto o lo idiota que parecía en ese estado ensimismado.

Por segunda vez oí decir -Jano, di algo- Reconocí de inmediato la voz de mi amigo advirtiendome lo que todos se preguntaban. ¡QUE BUSCAS! Y qué me había llevado como poseído hasta ese lugar.

Cuando conecte con la realidad, podía percibir en la piel la intensidad con la que había vivido el trance. Mis poros eliminaban calor y proporcionalmente absorbían un aire gélido que partía de la cabeza; fundiendome en un profundo escalofrío.

Y me dispuse a hablar.
(...)

TITILO DE OJOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora