5. El taxi

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El secuestro de Perséfone por Hades para ser reina del inframundo cumplía su cometido, era otoño y se notaba el ritual de la estación, los árboles se preparaban para el invierno, los días se acortaban, y de alguna manera el otoño hacia que la gente se enamore más. Los cambios eran evidentes en todo y lo podía percibir en carne propia.

De repente una hoja seca se posó en mis piernas, abrí los parpados cogí la hoja entre mis manos y la puse en mi agenda negra en fecha veintitrés de septiembre donde escribí, "acabo de vivir el cliché de los románticos", guarde todo al morral aun lelo por la experiencia mi pecho insuflaba aire con un gusto especial que en mucho tiempo no suspiraba así.

Habían pasado una hora y media, veía el horizonte esperando el encuentro con el sol ya faltaba poco para el tórrido romance que duraba un ocaso, me levante muy dispuesto, tenía que saber más sobre ella o al menos verla una vez más. Era inexplicable como el destino nos había ocultado por más de cuatro años en la universidad pues tal vez la suerte no estuvo de mi lado, tal vez la suerte jugo para ella o para el lado equivocado lo único que sabía es que estaba perdidamente enamorado.

Volví al campus, camine en dirección del salón 202 para verla o averiguar por mi amigo todo, pero no encontré a nadie.... la clase había terminado, entonces fui a la biblioteca con la esperanza de encontrarla, cuando ingrese me detuve porque estaba llenísimo, sentí de repente todas las miradas, haciendo un esfuerzo sobrehumano no pude distinguir nada a dos metros a la redonda, definitivamente necesitaba usar lentes porque todo a mi alrededor se difuminaba.

Frustrado avancé lentamente por el pasillo principal viendo a mis costados en una suerte de péndulo perpetuo, pero era inútil ella no estaba porque la vibra que me había dejado no lo podía sentir en el cuerpo y tenía la certeza de que se había ido. Solo reconocí a un par de compañeras de clase que preguntaron extrañadas si estaba bien, lo que más coraje me daba era el inicio del fin de semana, sin duda iba ser el más largo de mi vida.

Resignado decidí marcharme a casa, pare un taxi y lo aborde. Estiré el brazo para cerrar la puerta, mientras lo hacia una fuerza exterior me detuvo, inmediatamente escuché una voz agitada y delicada que decía

-por favor, pare-

(...)

TITILO DE OJOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora