Twenty Five.

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Rauw.

Hoy es el día. El día en el que voy a pedirle matrimonio al amor de mi vida. Estoy un poco nervioso... ya va, ¿a quien intento engañar?; un poco no, demasiado nervioso. Se que ella me ama pero igual me da miedo que me diga que no, pero tengo que tomar el riesgo y hacer esto.

Mi plan para pedirle matrimonio es comprarle su helado favorito y meter la cajita de el anillo en el helado, obviamente en una bolsa para que la caja no se ensucie. Hubiese puesto el anillo y ya pero es capaz de tragárselo y no la quiero matar.

Ya tengo el helado y todo listo, ahora mismo estoy llegando a su apartamento a supuestamente ver una película. Eso igual nunca pasaría, le fuera a pedir matrimonio o no, lo menos que haríamos sería ver la película.

Abrí la puerta con la llave que ella me había dado y me la encontré tirada boca abajo en el piso porque según ella es cómodo.

—Grei.

—¿Que?.—murmuró contra el piso.

—Ya llegue.—no dijo nada.—Y traje helado.

Como si hubiera dicho que se está quemando en el edificio se paró rápidamente, corrió hacia mi y me arrebató la bolsa de las manos.

—Gracias, te quiero.—se sentó en el sofá y yo me senté frente a ella en una de las sillas qué hay ahí.

—Logre conseguir el de coco.

—Que bueno.—abrió el helado y comenzó a comer.

Segundos después la vi fruncir el ceño y mover la cuchara varias veces.

—Raúl hay algo en el helado, ayúdame.

—Mira tú misma, tú puedes sola.—me miro horriblemente mal y siguió buscando en el helado.

Saco la bolsita y la inspecciono con la mirada y saco la caja de la bolsa, al ver lo que era sus ojos no tardaron en aguarse.

Cuando abrió la cajita rápidamente me arrodillé frente a ella y la miré a los ojos. Saco el anillo de la cajita me miro con los ojos llorosos.

—¿Quieres ser mi mujer para toda la vida?.—le pregunté com los ojos aguados.—Piénsalo bien, porfa. Casi se me congelan las manos metiendo eso en el helado.

—Claro que quiero, bebé.—me ayudo a levantarme y me abrazo.—Decirte que no jamás fue opción.—me dio un beso profundo que lamentablemente tuvimos que parar por falta de aire.—¿Me lo piensas poner?.—me extendió el anillo y se lo puse.—Ahora que estamos comprometidos necesito decirte algo.

—¿Que pasó?.

—En tu vida me vuelvas a decir que haga yo sola las cosas, porque si no nos hemos casado te dejo plantado en el altar y si ya estamos casados te pido el divorcio.

—Yo no haría eso, solo que para hacerte la sorpresa como quería necesitaba que lo sacaras tú.

—Ajá como digas, ya estás advertido.—nos quedamos viendo un momento y no pudimos evitar empezar a reírnos a carcajadas.

Almas Gemelas [Micro TDH] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora