CAPITULO 3

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El primer día de clases fue muy extraño. Mi padre me dejó en el nuevo colegio y, cuando estacionó frente a la puerta, volteé hacia él y le envié con la mirada una señal de auxilio que èl supo leer con facilidad, y me deseó suerte al mismo tiempo que estiraba un brazo para abrirme la puerta para que bajara. Entré al patio y me vi rodeada de miles de niños que corrían y jugaban a gritos, dando saltos jalando sus maletines de rueditas. Vi los salones del primer y segundo piso. Las puertas eran plateadas y tenían una gran ventana por la que uno podía ver un poco lo que había dentro del salón. A diferencia de mi anterior colegio, no había carpetas de a uno. Los asientos eran de madera barnizada, rectangulares y lo suficientemente anchas como para que enterasen dos personas. Las pizarras también eran distintas. Eran verdes, plegables y mucho más grandes. Había plantas, flores por doquier.
Abrumada por los gritos y la extroversión de los demás niños, me sentencia en una esquina, sobre mi lonchera, escudándome detrás de mi maleta de rueditas, nueva también, como todo lo que me rodeaba.
Nunca voy a hacer amigos, pensé. Seguramente deben de estar pensando que soy una tonta. Miré mi reflejo en la ventana de al lado e intenté una postura más relajada que disimulara mi nerviosismo. Luego sonó el timbre y todos desaparecieron a sus respectivos salones. Yo me quedé unos segundos en el patio, escuchando el silencio o tal vez disfrutándolo. Sexto B, pensé. Debo averiguar dónde queda el sexto B.
Acababa de ubicarme en mi carpeta, saludando en silencio a mi compañera del pupitre; una niña rolliza con lentes cuadrados y pecas en las mejillas. Me recordó al personaje de la Chilindrina de «El chavo del ocho» con varios kilos de más. Una mezcla de Chilindrina y Ñoño, pensé, y enseguida la vi entrar.
Entro sonriendo y caminando con cierto swing que me llamó la atención. Tenía un lunar en la mejilla. Parecía segura de sí misma. Era el primer día para ella y para nosotros. Puso su maleta sobre lo que sería su escritorio y, sin dejar de sonreír se presentó :

- *1* Hallo, ich bin Frau Alicia und werde eure Deutschlebrerin sein -

Todos fueron hacia sus asientos, asustados o tal vez hipnotizdos o ambas cosas. Me senté en el mío mientras ella paseaba la vista por el salón, como si escanease nuestras caras.

- *2* Neue Schülerin - dijo con tono risueño, casi burlón.

Todos voltearon a mirarme y yo me quedé pasmada. Me puse roja, sentí que se reían de mí. Ella me miraba de una forma extraña y me sentí envuelta en un aura de ridículo, en una situación como de jaque, de amenaza, como si todos ahí fuesen mis enemigos o estuviesen conspirando contra mí. Sentí a Frau Alicia la jefa de la conspiración. La causante de que todos me miraran como me estaban mirando. No tenía por qué señarlar que yo era «la nueva». La odié.
Algo se movió en todo mi cuerpo. Una sensación extraña, de rechazo. La quería fuera del salón y lejos de mí. Pero ya era tarde, estaba arruinada. En lo que restaba del año, y tal vez el siguiente, ella iba a ser nuestra profesora de alemán.

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TRADUCCIÓN:

*1* Hola, soy Frau Alicia y voy a ser su profesora de alemán.

*2* Nueva alumna.

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Espero que os aya gustado hasta ahora!
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Muchas gracias!

★Genesis★

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