MARATÓN!

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Capitulo 15.

Al día siguiente, después de clases, la invité a tomar un helado.
Me pareció curioso que aceptará. Estacionamos en una heladería de moda. Compramos los helados y nos fuimos por ahí.

Ella camina a mi lado, insegura, temerosa. Tenía puesto un vestido de flores que le quedaba precioso. Yo tenía puesto una faldita de jean y una camisita rosada. Ambas parecíamos unas princesas. Me deleitaba ver la silueta de nuestras sombras caminando una a lado de la otra sobre la vereda aún caliente por el sol. Aquella versión alargada y oscura de nosotras. Nuestros pies moviéndose hacia delante y hacia atrás, dando pasos cortos, disparejos.

— ¿Estabas enamorada del director?

— No

Me sorprendió la rapidez de su respuesta.

— Entonces, ¿porque te costó tanto entrar a su casa?

Alicia de un enorme bocado a su helado. Como si buscara llenar su boca con algo que llenar el vacío que dejaban aquellas palabras que se rehusaban a salir de ella. Cuando el helado se disolvió y pasó por su garganta, no tuvo más remedio que dar una respuesta.

— Él me pagaba por sexo.

Me quedé inmóvil. Desacelere el Paso. Miré a Alicia sin poder creer una palabra de lo que me decía. Sentí dolor, pena por ella.

— ¿Ypor qué aceptaste?

— A veces los adultos... la gente grande... tenemos necesidades. Además de comer y un techo dónde vivir, necesitamos satisfacer otro tipo de necesidades.

— ¿Hablas de necesidades sexuales?

Alicia rio en voz baja

— No pareces una niña de 11.

Sentí rabia. La odie de nuevo.

— No. Me refería necesidades del tipo: salir a tomar algo, comer, ir al cine, una película... Esas cosas cuestan dinero.

Nos sentamos en una banca. Me explico una serie de asuntos que para mí simplemente no tenían explicación. Cómo que a veces ciertas comodidades físicas podían pesar, o justificar, ciertos sacrificios emocionales. El deseo insospechado que uno puede llegar a sentir por ciertas personas. Cuando tocó ese punto me sentí identificada. Senti que, por primera vez ambas estábamos hablando del mismo lenguaje, y que cuando hablaba de «deseos insospechados» quizás se refería los mismos que yo ya había comenzado a sentir cada vez que estaba a su lado. O quizá a los que sentía ella por mí, lo que explicaría por qué me había accedido a salir conmigo esa tarde.

HAY UNA CHICA EN MI SOPA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora