CAPITULO 1

2.7K 52 5
                                    

Yo no sé por qué, pero un día, repentinamente, mis padres decidieron cambiarme de colegio. No sé si fue Dios, o el destino, o un poco de ambos, una pequeña conspiración entre lo intangible lo que llevó a mis padres a tomar esa decisión de esa magnitud.
Si bien todos hemos sido niños en algún momento, creo que la gente adulta, al crecer, se olvida de lo traumático que es para un niño o niña que lo cambien de colegio. Empezar desde cero, hacer nuevo amigos, lidiar con terribles miradas escrutándote el primer día de clases y el agobiante peso del apodo «el nuevo». En mi caso «la nueva».
Mis padres tomaron la decisión sin siquiera preguntarme y me dieron la noticia un día que estaba hechada en el sofá-cama de la sala de estar, mientras veía televisión.

- Apartir del próximo año, iras a otro colegio -

Como era de esperarse, al principio me negué, lloré, luchéis haciendo todo lo posible para no entrar al jodido colegio, pero como ya dije, no sé qué fuerzas sobrenaturales fueron las que conspiraron contra mí, haciendo de mi ingreso un asunto inminente. Unos meses después, cuando llegó a casa la carta que decía que había ingresado, decidí dejar de llorar. No sé si hice bien. Tal vez debí ser firme, congruente con mis deseos. Pero algo en mí se dejó llevar. Tal vez fue eso lo que me hizo bajar las manos. De cualquier modo, yo sabía que, tarde o temprano, todos acabaríamos arrepintiéndonos.

HAY UNA CHICA EN MI SOPA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora