CAPITULO 4

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Atravesé el patio a toda velocidad, subí por la pérgola, llegué al otro extremo y bajé por unas escaleras de metal. Llegué al otro patio y me escondí en los juegos de Kinder. Un momento después llegó corriendo un grupo de chicos. Se detuvieron. Comenzaron a buscarme hasta que alguien gritó: y señaló el juego en donde me había escondido.

- Ahí, ahí está.

Intenté huir, pero dos chicas me tomaron por los brazos y llevaron con el resto del grupo.

-¡Mateo quiere decirte algo!¡Mateo quiere decirte algo! - gritaban casi a coro.

De entre la multitud apareció un niño algo mas bajo que yo, pelo rubio ondulado sobre la frente y las orejas y los ojos azules, azules, muy azules. Todos parecían animarlo: « Ya dile, no seas zonzo, ¡dile!».

Las chicas seguían sujetandome por los brazos. El niño rubio hinchó el pecho y lo dijo como si fuesen las últimas palabras de su vida.

-¿Quieres estar conmigo?

Puse cara de sorpresa. Todos gritaban «¡Dile que sí, dile que sí!». Parecían una multitud de protestantes, obreros en huelga, todos gritaban al mismo tiempo haciendo un círculo alrededor de nosotros. Los niños del kínder seguían jugando. Me puse roja, no supe bien qué decir.

- Pero ni siquiera te conozco -gemí

-¡Que importa, dile que sí, dile que sí! - gritaban todos.

Me quedé paralizada sin saber qué hacer. Me di media vuelta y, haciendo un movimiento rápido, logré safarme de los brazos que me ataban. Regresé corriendo por donde había venido y, cuando volví hacia la pérgola, vi a la profesora de alemán saliendo de uno de aquellos salones.

Me detuve en seco y ni zapatillas sonaron contra el pavimento. Ella volteó asustada. Luego notó que era yo y sonrío.

-Du darfst nicht guerra spielen(1)

Me quedé mirándola muy seria y en silencio, porque mi alemán era tan precario en esta época que no pude entender lo que me dijo. Alicia sacó la llave de la cerradura de la puerta y volvió a repetir sonriendo«Du darfst nicht guerra spielen», cómo si disfrutará de que no pudiese entenderla, y luego hizo un gesto con la mano que me dio a entender que la pérgola debía estar siempre vacía, que estaba prohibido jugar ahí. Estuve apunto de caminar hacia las escaleras, cuando vi aparecer al grupo de chicos que me habían venido persiguiendo y detenerse de golpe al verme con la profesora. Ellos si sabían que no se podía jugar y emprendieron su camino de regreso al patio mientras Alicia repetía, sonriendo, «Ihr darfst nicht guerra spielen»(2).

Cuando ya todos se fueron tuve ganas de abrazar a Alicia y decirle: «Gracias por salvarme», pero me quedé en silencio mirando al hacia arriba (No era tan alta, pero sí bastante como para que me sintiese más pequeña de lo que ya era) y ella volvió a sonreírme y puso una mano en la parte de atrás de mi cuello y me condujo hacia las escaleras hablándome por primera vez en castellano, un castellano suave y casi maternal que en cierta forma me inquieto (al igual que sus dedos en mi cuello), una voz suave con un leve acento extranjero: « está prohibido jugar acá, cuando es recreo debes jugar abajo con los demás chicos».

Pero el tono de su voz y los dedos en mi cuello encendían una parte de mí que me decía a gritos: « no quiero jugar con los demás niños, no puedo jugar con los demás niños, no soy como los demás niños»

La miré a los ojos y tuve ganas de decirle: «¿Y tú qué hacías en ese cuarto? ¿Por qué estabas ahí si no es hora de clases?».

Pero no dije nada. Me quedé en silencio y cpmencé a bajar las escaleras, guiada e hipnotizada por sus dedos en el cuello y su voz suave y nueva y fresca y contenta que me envolvía, aceleraba mi corazón me hacía sentir distinta y muy superior a lo que acababa de ocurrir con Mateo y su burda declaración de amor.

-Bis bald!(3) - dijo Alicia, en su perfecto alemán, sacando la mano de mi cuello y liberándolo de aquella tensión que quizás sabía que ejercía en mí.

Como era de esperarse, no entendí lo que quiso decirme, pero por un momento olvide que la odiaba y, antes de salir al patio, volteé por última vez y le sonreí largamente. Cuando estuve más allá, junto con los gritos y la bulla de los demás niños, arrugue la nariz por el sol y caí en la cuenta de que esa había sido mi primera sonrisa en todo el día.

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LAMENTO NO HABER ACTUALIZADO LOA CAPS ...PERO EH ESTADO MUY OCUPADA, LO SIENTO u.u
NENAS LINDAS! AHI LES DEJOS ESTE CAPI Y OTRO MAS

HAY UNA CHICA EN MI SOPA©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora