VI

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VI. Condenas y Amenazas.


"Renunciaría al cielo para estar con él en el infierno.
Renunciaría a mi alma, a mi cuerpo; renunciaría a todo porque él es lo único que anhelo."

-HELEC.


Helec H.

Los días lluviosos en Dinamarca prevalecen, las nubes siguen sin permitirle al sol extender sus rayos sobre nosotros.

Los días son grises, melancólicos. No pienso mucho en ello pues el clima es lo que menos me interesa, estoy familiarizado con Dinamarca.

Bajo de la camioneta negra que he conducido, entro en el edificio del que somos dueños y saludo a la recepcionista. Entro en el ascensor que sube hasta el piso de mi oficina, en cuanto las puertas se abren mi secretaria se levanta de su asiento y corre a recibirme con un sobre en su mano.

—Buenos días, señor Hagebak. —Habla de manera profesional haciendo una pausa en la que me extiende un sobre color crema. —Le ha llegado esta invitación. —Anuncia sin poder ocultar del todo la emoción que por alguna razón siente.

—Gracias. —Respondo y, al tomar el sobre y ver el sello, comprendo la emoción de la mujer frente a mi.

Sin añadir otra palabra entro a la oficina, espero hasta sentarme en mi lugar y solo entonces rompo el sello de la corona de Dinamarca para proceder y leer el contenido.

Mis ojos observan detenidamente lo que está escrito a mano. Es una excelente caligrafía, y la firma al final de la invitación hace que sonría de lado.

"Sean Madsen, rey de Dinamarca."

Es un honor recibir una invitación del rey, especialmente cuando se trata de dar crédito al trabajo que mis hermanos y yo hacemos con varios orfanatos en todo el reino. Cuando termino de leer el documento lo guardo, no sin antes anotar la fecha del evento privado.

Me concentro en hacer mi trabajo, o eso intento hasta que sin aviso alguno la puerta de mi oficina se abre con violencia.

Rasco mi cien cuando veo a Hiel, no luce nada feliz, en realidad irradia furia. Detrás de él viene mi secretaria, aunque no tardo en indicarle que se marche mostrando que todo está bien.

—¿Se puede saber por qué tanta violencia? —Inquiero con desinterés y eso enerva a mi hermano.

—¡¿A qué mierda están jugando tú y Horem?! A mi me tachas de irresponsable por lo que hice, ¿y a él lo apremias por romper las reglas? —Enarco una ceja.

—¿Disculpa? —Suelto sin entender exactamente a qué se refiere.

—La está buscando. —Especifica, lo cual me hace sentir desinterés.

—Tú enfócate en lo que tienes que hacer, de Horem me encargo yo. —Sentencio y mi hermano no luce satisfecho con mi respuesta.

—Pues encárgate ya, porque se volvió a ir a Skagen. —Anuncia y sin más, se va.

Y en realidad no pienso hacer nada al respecto, ya que justamente eso es lo que quiero.

HELEC  #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora