X

7K 628 547
                                    




X. Testigo.



Salgo de la tienda con el vestido que había elegido.

El mellizo viene detrás de mi, y por obvias razones el camino de regreso a la casa de los Hagebak se siente tenso, al menos de parte de Horem y yo. ¿Realmente estaba dispuesta a hacerlo en ese vestidor?

Y de solo recordar la mano de Horem entre mis bragas me doy cuenta de que si, estaba loca y que estaba más que dispuesta a hacerlo.

Al llegar a la casa me bajo con prisa de la camioneta, y al hacerlo siento esa sensación incómoda de cada mes, maldigo internamente. La puerta principal está abierta así que sin demora alguna subo con prisa las escaleras hasta encerrarme en mi habitación. Dejo el vestido sobre la cama y entro al baño a revisarme, y efectivamente, mi periodo había llegado.

Suspiro sabiendo que al menos es otro mes sin quedar embarazada, honestamente me sorprende no estarlo tomando en cuenta todo lo que he hecho con Horem sin protección alguna.

No me pongo nada ya que prefiero bañarme de una vez, salgo del baño para tomar ropa interior limpia y me sobresalto al ver a Horem sentado en la orilla de mi cama junto al vestido.

—¿Por qué saliste corriendo? —Me pregunta y decidí tratar de ignorarlo enfocándome en tomar la ropa limpia por la que había salido. —¿Gusano?

—Emergencia menstrual. —Finalmente le digo. —Voy a bañarme. —Sentencio antes de regresar al baño.

No me sorprende que me siga. —¿Te duele? —Se interesa.

—Aún no, pero en la noche y mañana lo hará. —Le digo mientras abro la regadera para regular la temperatura.

Él no se va, así que comienzo a sacarme el vestido creyendo que captará la indirecta y se irá, es decir, le acabo de explicar que me acaba de llegar mi periodo.

—¿Ahora qué quieres? —Le digo cuando quedo en ropa interior, aunque ahora comprendo que no debí preguntarle eso.

Horem cierra la puerta completamente antes de acercárseme, trago duro cuando me toma de la cintura poniéndome contra él.

—Quiero darte duro contra la pared. —Expresa pasando su mano izquierda por mi cabello. —Digamos que tengo una pequeña fantasía sexual contigo.

Oh, yo tengo muchas.

Me quedo quieta observándolo desvestirse, la manera en la que se saca la camisa blanca hasta revelarme sus tatuajes, luego se saca los zapatos para posteriormente bajarse el pantalón junto al bóxer. Mi entrepierna comienza a sentirse mojada, y que me haga lo que quiera, que le voy a decir que si.

Horem se me vuelve a acercar ayudándome a quitarme el sostén, luego le siguen las bragas y a pesar de tener una pequeña mancha roja no siento cohibición con él.

Se coloca a mi espalda empujándome a la ducha, siento su erección en mi trasero e inconscientemente me hago hacia atrás para sentirlo más. Lo quiero ya.

—¿Si quieres? —Se asegura comenzando a restregarse contra mi.

Y su pregunta me hace pensar que nunca había tenido sexo mientras menstruo, nunca se lo había permitido a nadie porque estos son mis días, y estoy segura que nunca le permitiría a nadie más tocarme durante estos... pero se trata de Horem.

—¿No te da asco? —Interrogo ya que de su respuesta depende que lo haga o no.

Horem me voltea de modo que quedamos frente a frente, el agua caliente ya nos ha empapado completamente, y me hace babear su aspecto.

HELEC  #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora