Capítulo IV

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Sirk era un país fortificado, llena de artesanos y trabajadores, el reinado de los Platzman ha traído un importante y esperado tiempo de paz gracias a la unión matrimonial de los actuales reyes hace ya veinte años, la hija menor de los reyes del país vecino Galmes, Regina Coshiaban; puso fin a largos años de disturbios entre ambos reinos por cuestiones de dominio y territorio gracias a su amor por el príncipe Thomas. Ambos tenían un único hijo, el príncipe Ryan Platzman, un apuesto joven de diecinueve años con muchas habilidades y destrezas.

El imponente palacio era un castillo construido en el silgo XVI y desde siempre fue residencia de reyes y aristócratas. Poseía una barbacana que protegía la puerta de entrada principal, la torre de homenaje poseía veintidós metros de altura donde por dentro en la planta baja se ubicaban los almacenes y la guardia general, en el primer piso se encontraba el gran salón, en el segundo los dormitorios principales para luego estar los dormitorios de los reyes. Finalmente, la torre poseía una escalera que conducía a las almenas.

El patio de armas era bastante grande, donde se encontraba presente toda la guarnición, los mejores hombres del país. Mackenzie adoraba cada rincón del palacio, llevaba dos años viviendo en aquel lugar, su padre trabajaba en la herrería y ella como ayudante en la cocina.
Ambos fueron a parar al palacio de un día para otro; su padre le había dicho que tenia un amigo que lo ayudaría a conseguir trabajo, la joven nunca hizo preguntas y solo se limitaba a obedecer las órdenes de su padre, quedándose con muchas interrogantes la mayor parte del tiempo, abandonar la ciudad de Amapolas fue difícil para ella, los escasos recuerdos que tenia de su madre eran todos en aquel pueblo pequeño.

Ya se encontraba en marcha los preparativos para el gran baile anual, un acontecimiento que reunía a personas de todas las clases sociales, en esa ocasión el festín seria mucho mas especial que en años anteriores; tendrá como protagonista al príncipe Ryan Platzman. Como la tradición lo indica, se espera que el heredero conozca a la mujer que en un futuro se convertirá en su esposa y reina de Sirk.

Mackenzie se encontraba realizando varias clases de postres, el hermano mayor de la reina Regina visitará el palacio desde Galmes para estar presente en el baile y llegará unos días antes como de costumbre, la reina decidió elegir personalmente el menú para la ocasión y también ordenó que las habitaciones ya estén listas para cuando lleguen sus invitados. Regina era una mujer muy dulce y apreciaba mucho a sus trabajadores.

— Quisiera que tengan listos los vinos para la cena de esa noche, no quiero que nada salga mal y por favor no olviden las velas aromáticas de las habitaciones—dijo Regina al terminar de degustar toda la comida que se serviría.

—Todo será como usted lo pida mi reina—afirmó el jefe de cocina regalándole una sonrisa a la reina.

—Aun faltan dos semanas para el baile y ella ya nos tiene como locos — le susurró Cleonise a Mackenzie mientras rodaba los ojos de frustración, la castaña solo rio en voz baja.

—Los próximos días serán mas cansadores, recuerda que este baile es “especial” —murmuró acentuando sus ultimas palabras para sonar sarcástica.

—Te aconsejo apresurarte con estos postres y luego tomarte una siesta a escondidas del jefe, esas bolsas en los ojos se te ven muy mal—dijo Cleo haciendo una mueca de disgusto hacia ella, Mackenzie se sentía muy cansada realmente y no podía concentrarse en su trabajo porque estaba desesperada por tener una conversación con su padre, desde que se libró de aquel duque malévolo no pensaba en otra cosa. Seguía sintiendo miedo por dentro y no sabia ni si el duque había logrado escapar de las llamas.

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