Capítulo 2, parte dos: Un encuentro con el destino

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"El destino se lleva siempre su parte y no se retira hasta obtener lo que le corresponde"

Haruki Murakami

Para Katsuki, los fines de semana eran ocupados

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Para Katsuki, los fines de semana eran ocupados. Los sábados por la mañana tenía clases de inglés y francés. Por la tarde practicaba artes marciales mixtas. Los domingos los pasaba en compañía de sus padres discutiendo y analizando casos del bufete de abogados, estaba interesado en incrementar sus conocimientos respecto a la ley y los procesos legales.

Aquel sábado se encontraba particularmente cansado, estaba demasiado disperso en sus pensamientos. Era tarde, se había quedado discutiendo acerca de las rutinas de ejercicio para la semana con su entrenador; su padre le llamó para avisarle que el chófer no pasaría por él, así que se dispuso a volver caminando a casa. Con la noche cayendo sobre la ciudad, Katsuki se sentía solo. Se había esforzado mucho cada día por esconder sus verdaderos pensamientos hacia el mundo que lo rodeaba, trataba de ocultar la repugnancia que sentía por la sociedad que tanto lo alababa por ser Alfa. Por todo ese esfuerzo, desarrolló una personalidad explosiva, un semblante duro y una mirada despectiva, todo para poder seguir adelante y proteger a su familia e ideales. Creía que era absurdo valorar a las personas por algo tan vano como sus géneros, porque de esta manera, no importaba lo que hicieran o cómo fueran en realidad, sólo un maldito estatus.

Sacudió la cabeza para no enojarse, y tomó un atajo que lo llevaría a rodear un poco, quería caminar un poco más. Cuando escuchó una voz pidiendo auxilio:

NO! ¡SUÉLTEME! ¡NO QUIERO, NO!

Rápidamente se acercó a lo que era un típico callejón sin salida y allí vio una escena que le hizo hervir la sangre. Una escena tan cotidiana y asquerosa que hasta era irónico: un Omega siendo abusado por un Alfa.

Al terminar una larga jornada de trabajo y de lectura, Izuku se encontraba agotado, se dispuso a terminar de cerrar el local

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Al terminar una larga jornada de trabajo y de lectura, Izuku se encontraba agotado, se dispuso a terminar de cerrar el local. Su jefa le pidió encargarse por una emergencia, así que ahí se encontraba, tarde por la noche y solo. No lo pensó demasiado, cerró y se dispuso a caminar. Entonces se sintió incómodo, como si alguien lo mirara, camino más rápido hasta que se percató de que lo estaban siguiendo. Nada más y nada menos que un Alfa. Entró en pánico y comenzó a buscar donde esconderse, pero en un instante ya tenía al Alfa arrastrándolo por el brazo, aunque gritó y rogó que lo ayudaran, la gente fingía ceguera ante la situación.

Izuku lloró. Sabía lo que le esperaba, lo violarían, incluso quizá lo marcarían en contra de su voluntad. Mientras era arrastrado pensaba en su madre y en su hermana, en que tenía que ayudarlas y protegerlas con su vida. Pero dejó de pensar en aquello cuando sintió las manos de viejo Alfa tocando su piel, el aliento fétido en contra de su cuello y aquellas feromonas que le quemaban al respirarlas. En un último intento, gritó:

NO! ¡SUÉLTEME! ¡NO QUIERO, NO!

-Oye, bastardo, ¿te estás divirtiendo?- resonó una grave voz en aquel callejón.

El viejo separó la cara del cuello de Izuku, se acomodó los lentes y sonrió.

-Pero por supuesto, aunque este inútil Omega es bastante feo, al tocarlo la verdad es que tiene un buen culo, es lo único que importa- Izuku temblaba y lloraba en silencio, se sentía acabado, ahora sería violado por dos Alfas- No me molesta compartir, niño, no es que importe mucho la verdad.

Katsuki ardía de rabia, su miraba sólo se dirigía al Alfa y espetó con una voz sarcástica:

-Lo siento, viejo. Yo no comparto mis cosas con nadie. La verdad es que me da asco ver a un anciano como tú tocando a un Omega, así que te lo voy a tener que quitar- arrojó su mochila al suelo y con un ágil movimiento, apartó al hombre de Izuku y lo alejó de una patada del callejón- Creo que te conviene irte, viejo, no podre responder por lo que te pueda pasar si me retas- Las feromonas de Katsuki eran fuertes y amenazadoras, el Alfa cedió e Izuku cayó de rodillas intentando controlarse ante el fuerte aroma del recién llegado Alfa.

Después de varios minutos donde ambos estaban tratando de calmar sus aceleradas respiraciones, se miraron por fin.

Esmeralda, camuflada y escarlata se encontraron. Lo sintieron en aquel momento, sus instintos gritaron.

Frente a sus ojos estaba su pareja destinada.

Ambos ardían en deseo de entregarse el uno al otro, por puro instinto. Pero los ambos tenían una gran voluntad, así que no cedieron. Izuku se levantó, se arregló la ropa y se acomodó los lentes. Se dirigió al Alfa:

-No pienso dejar que hagas lo que quieras conmigo, voy a luchar.

Katsuki se sorprendió, recobró la compostura y trató de disimular lo más que pudo.

-Con esa puta apariencia que tienes, se me quitaron las ganas. Además ya te tocó ese viejo, qué asco. Lárgate- espetó con desdén. Tomó sus cosas y dio media vuelta para irse.

Los dos estaban desorientados y tenían muchas ideas recorriendo sus pensamientos. Con la noche derramándose por la ciudad, ambos caminaban por senderos opuestos, pensando el uno en el otro. El destino ya estaba haciendo de las suyas en esta historia.

Por una oscura calle, escondido en el subterráneo se encontraba un viejo bar

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Por una oscura calle, escondido en el subterráneo se encontraba un viejo bar. Garaki Kyudai, un viejo doctor Alfa, llegaba a aquel lugar jadeando y enojado, un mocoso rubio se había metido entre él y una buena cogida. Pero no iba a dejar las cosas así. Entró al bar y ahí estaba un hombre sentado, bebiendo en soledad.

-Oye Shigaraki, creo que encontré un Omega como los que te gustan.

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¡Hola! Me fui un buen tiempo, ¡lo siento! Los finales me estaban matando. Ahora que tengo tiempo libre, estoy planeado la historia y voy a poder publicar más seguido. Así que acompáñenme a ver lo que viene.

¡Nos vemos pronto! (ahora sí)

Atte: El Dragón Blanco🤍

La Muerte EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora