Capítulo 1: Aprendiendo a soñar

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"La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser."
José Ortega y Gasset

Un día como cualquier otro, dos jóvenes se dirigían a la preparatoria después de su rutina matutina, las diferencias eran notorias: mientras Katsuki se dirigía en un auto con chofer, Izuku iba en bicicleta, pues en el transporte público corría el riesgo de ser abusado por ser Omega. Dos caminos diferentes que sin saber, estaban unidos por un destino caprichoso que se encargaría de mostrarse lentamente.

Las clases compensaban a las 8 AM y terminaban a las 2 PM, los salones estaban dispuestos en tres edificios: el de O, de Omegas, el A, de Alfas y el B, de Betas. En esta sociedad lo más importante era tu segundo género, era el que te otorgaba el estatus y el que te daba el derecho de elegir tu profesión, todas las aspiraciones giraban en torno a esta dinámica animal.

La ley del más fuerte se aplicaba con una rigidez y crueldad sin precedentes, los beneficiados eran los Alfas, quienes gozaban no de derechos, sino de privilegios, desde lo más fundamental como la alimentación hasta las profesiones mejor pagadas como Derecho, Ingeniería o Administración, lo mejor de lo mejor era sólo para ellos. Después venían los Betas, quienes tenían las vidas más austeras y tranquilas en apariencia. Eran tratados como subordinados, pero aún se les consideraba útiles. Tenían acceso a los derechos fundamentales y en general podemos decir que pasaban desapercibidos; una de sus más fuertes restricciones era que no podían establecer relaciones amistosas o amorosas ni con Alfas ni con Omegas, solamente podían relacionarse laboralmente con estos géneros y entre ellos. Por último, estaban los Omegas, la porción más marginada y maltratada de la sociedad, todo para ellos era limitado: su dieta, los lugares a los que podían ir, lo que podían hacer y a lo que podían aspirar. Sólo servían para dos cosas: satisfacer a los Alfas, dar a luz a los Alfas y nada más. Cuando nacía un Omega o un Beta, se consideraba a la madre o padre como un inútil. Este sistema de dominación se colaba en cada rincón de la sociedad, era tradicional y dogmático, no había nacido nadie que retara está tradicional forma de vivir.

 Este sistema de dominación se colaba en cada rincón de la sociedad, era tradicional y dogmático, no había nacido nadie que retara está tradicional forma de vivir

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Izuku tomaba sus clases como de costumbre, era su segundo año y parecía ser todo más difícil, pero se sentía emocionado y con ganas de aprender aún más. Sus compañeros no hablaban mucho, era una cuestión de educación: no podían hablar a menos de que se les ordenara. A Izuku no le molestaba del todo, pues sus prioridades eran otras: estudiar, trabajar y cuidar de su familia.
Era el mejor de su clase, destacaba con las mejores notas y se distinguía como el más elocuente al hablar, era sin duda alguna un estudiante con mucho potencial. Su apariencia real también era muy destacable, tenía el cabello naturalmente verde y sedoso, piel blanca adornada con pecas, facciones finas acompañadas de unos preciosos ojos esmeralda y un cuerpo tentador. Todo esto era un peligro, así que lo ocultaba todo: en su familia se teñían el cabello de color negro para no llamar la atención, usaban lentillas oscuras para apartar la atención de sus ojos, maquillaje para ocultar la viveza de su rostro y unos lentes grandes para ocultar el atractivo de sus facciones. Todo para no llamar la atención y ser poco deseable para los Alfas y así evitar ser tomado en contra de su voluntad.

El próximo año Izuku tendría que decidir su futuro: la profesión a la que se dedicaría. No tenía la libertad de soñar con la vida que quería, pero aprendió soñar con lo que tenía al alcance. Sus opciones, como ya sabemos, son limitadas, pero había una que le gustaba y le llamaba: ser docente, deseaba enseñar a sus compañeros Omegas. Concretamente, quería especializarse en comunicación verbal y lingüística, pues le apasionaba la lectura y si pudiera le encantaría escribir un libro.

En esto pensaba Izuku mientras se distraía con los colores del cielo, se ilusionada con la idea de mantener a su familia y enseñarle a sus alumnos.

Sus sueños eran sencillos, pero fuertes.

Por su parte, Katsuki era miembro de una familia de Alfas, su madre y su padre rechazaban en secreto el sistema de dominación Alfa-Omega, por lo cual se negaron a sus parejas destinadas y las enviaron lejos para protegerlas

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Por su parte, Katsuki era miembro de una familia de Alfas, su madre y su padre rechazaban en secreto el sistema de dominación Alfa-Omega, por lo cual se negaron a sus parejas destinadas y las enviaron lejos para protegerlas. De esta unión, nació su único y primogénito hijo: Katsuki, a quien criaron con la ideología revolucionaria de la igualdad de género. Esto era muy peligroso, pues el gobierno, corrupto hasta la médula, buscaba a los opositores del sistema de dominación y los desaparecía. Por ello, la familia de abogados Bakugo guardaba las apariencias mientras por lo bajo y con ayuda de sus sus más fieles seguidores, investigaban al gobierno en búsqueda de aquellos que desaparecían a las personas que pensaban diferente, iniciar una revolución no era una tarea sencilla.

En este contexto, Katsuki asistía a la preparatoria visto como un gran Alfa, nadie, ni siquiera los propios Alfas de su clase le hablaban ni le miraban a la cara, siempre llevaba el seño fruncido y el semblante de profundo desdén. Todos creían que era así por su orgullo de Alfa rico y poderoso, eso era justo lo que él quería que pensaran, pero en realidad su actitud se debía a la repulsión que le generaba el sistema y las normas que todos seguían, se sentía enfermo y cansado.

Estando en su segundo año, sobra decir que era uno de los estudiantes más prometedores y realizados, pero eso no quitaba el hecho de que debía preocuparse por el futuro que seguiría, el horizonte era amplio y lleno de opciones. Aunque admiraba y respetaba la labor de sus padres, no quería seguir sus pasos como un abogado, el deseaba saltar directo a la acción, defender con su propio cuerpo sus ideales. Para eso entraría a un nido de ratas, corrupto y asqueroso: la policía. Aún con todo lo que vivía, aprendió a soñar con una policía ideal que protegiera la paz, la libertad y a los más débiles.

En esto se ilusionada Katsuki, mirando distraídamente los colores en el cielo, pensando en si algún día vería con sus ojos rojizos sus sueños hechos realidad.

Sus sueños eran sencillos, pero fuertes.

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¡Hola! ¿Cómo están? Les dejo el primer capítulo, empezamos intensos ¿Eh?
Pero prepárense porque apenas es el comienzo.
¡Nos vemos pronto!🤍

Yo todo el capítulo estaba como:

Yo todo el capítulo estaba como:

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La Muerte EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora