Tú...

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El resto de la tarde nos la pasamos hablando sobre la vida de Brenda o en cómo conoció a William. Nos contó que desde pequeña había tenido que trabajar en diferentes cosas, siempre y cuando fueran de acuerdo con su edad. Primero atendió con su madre un negocio, ella era la encargada de dar los vueltos o comprar la mercadería, después comenzó a repartir volantes sobre fiestas para luego terminar trabajando de promotora en un garlopo mercado en que la trataban como si fuera una prostituta. Brenda nos aseguraba de que a pesar de que actualmente estaba trabajando en un café con piernas, allí la trataban muy cariñosamente de no ser por su jefe, que era un viejo gruñón pero que no dejaba de ser muy bueno con ella.
-Todas mis compañeras son muy agradables –aseguraba la castaña, jugueteando con los dedos de sus manos.
Dieron las nueve de la noche así que me puse de pie para ir con Bryan.
-¿A dónde vas? –me preguntó Thomas, que ya se le había olvidado lo de la ley del hielo, cuando me vio tomar mi chaqueta para no morirme de frío en esta congelada noche.
-¿Qué te importa?-le dije de broma, aunque una parte de mí me dijo que había hecho lo correcto. Supuse que si Bryan no quería que fuera con Tommy era porque tampoco quería que supiese de esta cita a escondidas, aunque era más que obvio con quién iba a juntarme. Él era uno de los pocos amigos, si es que se le podía llamar así, que tenía en Londres.
-Bebé, sé que hemos estado algo distanciados y que tenemos muchas cosas por hablar, pero ten cuidado –me pidió con un dejo de dolor en su timbre de voz. Rodeé su cintura con mis brazos y escondí mi cara en su pecho. Thomas me abrazó con fuerza y, antes de dejarme ir, depositó un dulce beso en mi frente. Una húmeda huella quedó allí, recordándome la sensación de su caricia.
-Bren, nos vemos después, ¿vale? Si quieres puedes quedarte a dormir. No pienso demorarme mucho que digamos.
-Lo tendré en cuenta, Newtie, y… hazle caso a Tom, cuídate.
Les hice una seña en forma de despedida y salí del departamento, cerrando la puerta detrás de mí. A pesar de que aún no salía a la calle, igualmente podía sentir el frío colándose entre mi ropa.
Saludé al portero y caminé relajadamente porque aún me quedaba tiempo para llegar; en el camino me encontré con un señor de edad avanzada que estaba acostado en una banca del parque y tiritaba de frío mientras intentaba cubrirse con un cartón. Mi corazón se rompió en mil pedazos al ver aquella escena así que me acerqué a un negocio para comprarle una taza de café con unas galletas. Salí del negocio y me acerqué con mucha cautela al viejito que allí dormía, o intentaba dormir.
-¿Disculpe?-le dije suavemente para despertarlo, el hombre abrió los ojos de par en par y volvió a temblar. Le ofrecí el vaso con café y él lo aceptó con una amplia sonrisa.
-¿Para mí?-preguntó incrédulo.
-Sí… y esto también-le entregué las galletas y apreté su hombro con delicadeza.
-Gracias, hijo. Es lo mejor que alguien ha hecho por mí…-abrió el paquete y sacó dos galletas de dinosaurios… lo compré específicamente por ello, porque me recordaban a Thomas.
-De nada, que tenga buena noche.
-Usted igual… que Dios lo bendiga.
Continué caminando sin mirar atrás. No era mucho de creer en Dios o de ir demasiado a la iglesia, pero lo que me dijo me hizo sentir mucho mejor.
Mientras caminaba, pensaba en qué podría ser lo que Bryan quería decirme. Divisé el mismo quiosco que estaba el primer día en que llegué a Londres, y pude notar que algunas personas se detenían sólo para comentar lo que salía en las revistas, aún me daba algo de vergüenza ver mi foto en la portada de City pero me había acostumbrado en parte a la sensación de que la gente se me quedara viendo mientras comparaba la portada con mi imagen en carne y hueso.
Antes de ponerme a escudriñar en mi memoria dónde era que quedaba el café, vi el auto de Bryan estacionado en un callejón de mala muerte que parecía estar abandonado.
-¿Eres tú el de la foto?-me preguntó una niñita pequeña, señalando su revista.
-Sí, cariño, soy yo –le respondí casi de inmediato.
-¿Podrías autografiarla…, por favor?-la madre se encogió de hombros y puedo jurar que escuché que dijo algo como “así son los niños”. Le dediqué una amplia sonrisa y ella me entregó un bolígrafo que llevaba guardado en el bolsillo de su chaquetita. ¿Cómo se hace esta miertera cosa? Sin saber qué escribirle, le hice una carita feliz a un lado de mi rostro y se la entregué. Miré hacia el frente, intentando buscar a Bryan y lo vi… estaba con la espalda apoyada en una de las paredes del café expreso, le hice señas y él me sonrió.
-Gracias, señor-me dijo la pequeña. Le acaricié la cabeza y corrí hacia la calle de al frente ya que el semáforo estaba con la luz verde parpadeando.
Antes de llegar a la vereda, tropecé con un hoyo enorme que había en el concreto y que, para mi mala suerte, no vi. Caí de bruces al suelo y me puse de pie inmediatamente debido a la vergüenza de que alguien me hubiera visto hacer el ridículo.
-Hola. –Le dije al castaño antes de que él pudiera hacer referencia a mi caída.
-¿Cómo es que no viste esa enorme cosa?-dijo él entre risas, puse los ojos en blanco y lo tomé de un brazo para obligarlo a callarse-. Bien, perdóname. Hola.
-¿Qué querías hablar conmigo? Nos habíamos visto en la mañana, ¿no te es suficiente?
-Primero, bájate esos humos de la cabeza, Newt. Cualquier persona desearía estar conmigo…
-De acuerdo –comenté con sarcasmo–, ¿y lo segundo?
-Quería juntarme contigo porque tenemos cosas de qué hablar.
-¿Sobre qué?-pregunté confundido. Creía que ya nos habíamos dicho todas las cosas por hacer con respecto a City.
-Tú sabes sobre qué. Es Thomas.
-No me apetece hablar de él contigo, la verdad.
-Te conviene. Sé que hizo algo muy fuera de lugar en la fiesta de ayer, y él mismo me lo confesó todo… -intentó convencerme Bryan, sonriendo con satisfacción.
Lo pensé un momento. Claramente había algo que Tommy no quería decirme, y lógicamente estaba relacionado con Bryan. Dejar que él me hablara mal de Thomas sería algo casi tan malo como lo que le había hecho anteriormente, pero de verdad quería saber qué era lo que había hecho, y que él temía tanto que yo supiera. Bryan se aprovechó de mi curiosidad y, deduciendo lo que iba a responderle, llevó una de sus manos a mi espalda, empujándome con suavidad para llevarme a su auto.
Abrí la puerta y me senté en el asiento trasero para tener más comodidad, el castaño abrió la otra puerta y se sentó a mí lado.
-¿Qué piensas sobre lo que te dije?-me preguntó después de unos segundos de incómodo silencio en el que ninguno de los dos quería decir nada.
-Bueno, que quieres a toda costa separarme de mi novio.
-No hablaba específicamente de eso, Newtie… ¿Qué piensas sobre mi confesión de la mañana?
El cambio de la conversación me puso los pelos de punta. De pronto se me vino a la mente la imagen de mi hermano diciéndome:
Cada vez que sientas nervios, aprieta el puño o mueve los dedos de los pies. Concéntrate sólo en aquella sensación y se te pasará…
A pesar de que siempre lo intentaba en momentos como éstos, nunca me resultaba. Y ésta no era la excepción. Apreté el puño e intenté relajarme.
-No me acuerdo… estaba muy distraído esta mañana… -mentí.
Bryan se recostó sobre el asiento y me miró con disgusto, siempre me miraba así cuando yo le llevaba la contra o me hacía el idiota.
-No te creo. –Me dijo finalmente, tomando una de mis manos para juntar nuestros dedos.
-Bryan, por favor, olvida esa tonta idea de que estaremos juntos… Eso no ocurrirá jamás…-aparté mi mano pero él volvió a cogerme, sólo que ésta vez me tomó de la muñeca, sujetándola con fuerza.
-¿Por qué Newt? No entiendo cómo te puede gustar ese inútil con cara de comadreja… No tiene ni la mitad de cosas que tengo yo.
Su tono de voz era firme, y hablaba con una seguridad que me intimidaba.
-No todo en la vida se trata de mansiones; por si no lo sabías, yo soy hijo de un hombre muy conocido… ¿O es que no has oído hablar de los Sangsters? Pues bien, dinero me sobra. Por eso mismo lo quiero sólo a él.
-¡Basta! Deja de hablar de O’Brien como si fuera la mejor persona del universo, porque no es más que una rata de alcantarilla, nunca podrá darte ni la cuarta parte que yo sí.
No podía creer en cómo había terminado la conversación; los gritos iban y venían, a eso se le sumaban los insultos de Bryan que iban dirigidos a mí y en especial a Thomas. No dejaba de llamarle “poca cosa” y eso no hacía más que ponerme ultra furioso.
-¡Cállate! ¡No hables así de Thomas!-le pegué un puñetazo en la cara cuando la situación se salió fuera de control, agradecí que por suerte nadie de afuera podía oír nuestros gritos ya que estábamos en un callejón demasiado abandonado. Sin mencionar que el aeropuerto quedaba a unos metros de aquí y que el ruido de los aviones despegando o aterrizando apagaban nuestros insultos.
-¡¿Cómo te atreves?! No he hecho más que tratar de conquistarte –me gritó muy cerca del rostro, escupiéndome saliva. Me agarró de la otra muñeca y me inmovilizó con su cuerpo, recostándome con brusquedad sobre el asiento de su coche de lujo.
-¡Suéltame, Bryan! Me estás haciendo daño…
-¿Y el daño que me haces tú a mí? Caminas por ahí creyéndote la gran cosa, cuando en verdad eres un simple regalado.
Le hubiera pegado una cachetada de no ser porque tenía las manos sobre la cabeza, cortándome la circulación.
-Bryan.
-¡Cállate! De seguro a “Tommy” no le importará… muy bien que se dedicó a drogarte sin importarle lo que pudiera pasar contigo.
¿A drogarme? ¿De que shuck estaba hablando?
-Tampoco le importó mucho que ayer te vinieras conmigo, aun sabiendo lo que yo podría hacerte… él sabe que me gustas, siempre lo supo. ¿O no te contó de aquella vez que fue a buscarte a City? Se veía tan desesperado aquel día. ¡Qué ingenuo!
Recordé el día en que llegué a casa y él estaba llorando porque creyó que me había sucedido algo malo, es verdad, Bryan tenía razón. Sin embargo, el hecho de que me estuviera tratando de ésta forma sólo aumentaba mis ganas de que Tommy estuviera aquí para sacarme de este embrollo en el que me había metido. El nudo en la garganta me impidió hablar así que tuve que mantenerme callado.
-Quiéreme…-me rogó el castaño, soltándome de un brazo para meter su mano dentro de mi camiseta. Bajó el cierre de la chaqueta de un tirón y me la sacó por completo en una fracción de segundo, dejándome casi al descubierto.
-¿Qué… haces…? –pregunté sólo por acabar con el dolor que sentía en mi garganta, ya que era demasiado obvio lo que él intentaba hacer.
Con la mano que me había dejado libre, lo empujé con toda la fuerza que tenía, haciendo que se golpease la cabeza con el techo del auto. Dejó escapar un gruñido, y antes de que pudiera sonreír con victoria, me dio un beso. Abrí la boca para reclamar, pero él aprovechó mi descuido para meter su lengua muy adentro, causándome arcadas debido al asco que le tenía. Supongo que en cierta forma yo ya sabía muy en el fondo la clase de persona que era él. Un completo tramposo.
Agarré la solapa de su chaqueta y volví a empujarlo hacia atrás, intentando separarlo de mí.
-¡Detente, Bryan, ya para!-chillé, con la rabia comiéndome las entrañas, cuando él acabó el beso. Le pegué en la espalda y él volvió a agarrar mi mano libre. Se acomodó entre mis piernas y comenzó a decirme obscenidades al oído, haciendo crecer mi miedo.
-¿Por qué te cuesta tanto quererme? ¿Por qué no puedes amarme de la misma forma en la que lo amas a… él? ¡¿Acaso no ves que O’Brien no te merece?! Le da igual con quién estés, ¿por qué crees que te dejó venir… a solas… conmigo?
Sus palabras no dejaban de tener algo de razón, pero seguramente Tommy no creyó que todo esto pasaría. Cruzó mis manos sobre mi pecho, haciéndome doler los brazos y sonrió con malicia mientras me intentaba arrancar la remera. Frotó su entrepierna contra la mía, complaciéndose a sí mismo y me miró con el mismo deseo de siempre.
-No me gustas porque no haces más que lastimar a las personas –le dije.
-¡Pues te jodes! Voy a follarte igual, me da lo mismo si me quieres o no.
Recordé las palabras que me dijo Thomas en el momento del abrazo… que me cuidase. ¿Y yo qué hacía? Meterme en la boca del penitente.
Una vez que me quitó la parte de arriba, pasó a desabrochar mis jeans con una desesperación que no había visto nunca antes en ninguna persona. Se relamió los labios cuando logró desabotonar el pantalón y bajar el cierre.
-Ya no le perteneces más.
-No, por favor, Bryan…-le imploré, él sólo se dedicaba a pasarme la lengua en todo el pecho, haciendo crecer mi angustia y desesperación cuando noté que iba en bajada hacia mí miembro. Volvió a colocar mis manos sobre la cabeza para darse más acceso a mi cuerpo.
Qué asco sentía en ése momento.
-¡¡Ayudaaaa!! ¡Que alguien me ayudeeee!-tomó mis muñecas con sólo una mano y la otra la llevó a mi boca para impedir que yo siguiera gritando.
Mordió mi cuello luego de dar húmedos besos en él y dejó escapar un ruidoso gemido que, inevitablemente, me hizo echarme a llorar por la impotencia y frustración.
-¡Aayudagh!-pedí a los gritos, atragantándome con mi propia saliva.
Bryan me sacudió un par de veces, obligándome a callar. Las lágrimas seguían un invisible camino que daba a parar a mi cabello y orejas, la garganta me ardió como nunca antes, y supe que pasaría días sin poder hablar si esto llegaba a más. Mi corazón latía con fuerza y mis pulmones me rogaban que por favor volviera a respirar, ya que Bryan me había tapado parte de las fosas nasales y yo con suerte podía lidiar con el dolor que sentía en el pecho, que subía y bajaba a toda velocidad.
El castaño me soltó de las manos sólo porque quería meter la suya dentro de mi ropa interior, que aún la llevaba puesta… No, por favor, que esto se detenga de una vez... Volví a golpearlo, pero ya no tenía la fuerza de antes así que llevé mis manos –que ahora estaban libres– a la suya, que estaba en mi boca, y la mordí para que la quitara de allí, así yo podría volver a gritar pidiendo ayuda. Bryan gruñó furioso cuando encajé mis dientes en su palma y estrelló su puño contra mi cara, haciendo sangrar mi nariz.
-¡Ayudaaaa!
Un ruido afuera del auto llamó mi atención e intenté incorporarme como pude, cosa que se me hacía difícil teniendo encima a Bryan, quien no dejaba de intentar inmovilizarme una vez tras otra.
Una sombra negra apareció por fuera del auto y por un momento creí que era algún “socio”  de Bryan que venía para hacerme algo malo, incluso peor de lo que ya estaba viviendo. Mi garganta se desgarró cuando dejé escapar otro grito de auxilio. La silueta negra se arrancó la chaqueta y se rodeó el brazo y el puño con ésta para protegerse, luego llevó su extremidad hasta atrás e hizo reventar el vidrio de la ventana con un solo golpe. Cerré los ojos instantáneamente y aullé de dolor cuando un trozo de cristal me hizo un corte en la mejilla.
-Newt… -dijo él, mirando toda la escena con horror-. ¡¿Qué le hiciste, hijo de puta?! –le gritó a Bryan.
-Tú…-fue lo único que salió de mi boca en aquel momento. Me sentía terriblemente mal y a penas conseguía mantener los ojos abiertos. La silueta metió su mano dentro del coche y le quitó el pestillo a la puerta para poder abrirla, luego se inclinó hacia delante y me tiró hacia afuera, sacándose la chaqueta del brazo para cubrir mi desnudez. Mi fuerza se agotó y caí al piso del callejón con un estruendoso sonido que me hizo doler más el tímpano que los huesos que se vieron lastimados con mi caída. La silueta tomó a Bryan de los hombros, golpeándolo sin ningún tipo de compasión, y le gritó una horda de insultos que ni siquiera yo sabía que existían… Miré la escena tirado en el piso y mojándome el cuerpo con la humedad del concreto.
Tommy…, fue lo último que ocupó mi mente antes de que todo se volviera negro, quedando inconsciente.
*     *     *
Bryan se merece el odio de todas las newtsexuales por hacer llorar a Newt...

Examen de Recuperación (2da Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora