Examen de Recuperación (2da Temporada)

Newt es un problema

Hoy era viernes por lo que ya había pasado casi una semana desde que volví a mi casa. No tenía noticias de Thomas y al parecer no tenía ni la más mínima intención de llamarme. ¿Por qué? ¿Por qué no lo hacía si tanto decía que me amaba? No le pedía que viniera a rescatarme de mi infierno, pero hubiese agradecido algo de interés en saber sobre mí.

Alguien, no sabría decir quién había sido, cambió la dirección del recibo de las revistas a domicilio hasta aquí. No entiendo el motivo. Si Tommy no quería volver a verme entonces a mí tampoco me interesaba recibir nada que me recordara a él.

Bajé corriendo las escaleras porque sabía que todos los viernes, siempre puntualmente, llegaba un sobre con la MToday. Rasgué el papel sin intentar ocultar mi desesperación y ojeé página por página hasta llegar a la última parte.

-¿De nuevo nada, Newtie? —preguntó Luciana a mis espaldas. Me volteé asustado, mirándola de pies a cabezas. Llevaba puesto un pijama de seda rosado y unas pantuflas de algodón con un pequeño moño en cada pie.

-No te incumbe —fue todo lo que le respondí mientras comenzaba a caminar para alejarme de allí. No es como si esperara a que Tommy se intentara comunicar conmigo mediante su editorial... Claro que no. La rubia alargó su brazo y me quitó la revista de un tirón.

-Oí por ahí que Tom trabajaba en esta empresa... ¿te ha escrito alguna columna? —al ver que yo no respondía, empezó a provocarme—. Bueno, yo supe desde un principio que él quería hacer esto con su vida. ¿Alguna vez te lo contó a ti? Digo, ustedes fueron muy amigos en un pasado...
¿Quién mierda se creía? Sólo habían pasado un par de días. Unos eternos días sin él.

-Mejor cállate —le arrebaté la revista de las manos y subí los peldaños de dos en dos para llegar arriba más rápidamente.

-¿Por qué no aceptas que nunca lo conociste..., que nunca alcanzaste a ver quién era él realmente? Siempre haciéndote el sufrido y llorando por una persona que no merece la pena. Olvídalo, Newt.

Estaba por llegar al segundo piso cuando Luciana volvió a decir mi nombre.

-¿Qué quieres ahora?

-Hay algo más para ti —la miré extrañado y esperé a que se explicara mejor—. Ten.

Me ofreció un ramo de flores y me quedé paralizado. ¿Ella me estaba regalando un ramo de flores?

-¿Tú...?

-No seas idiota, por favor. No son mías. La nota dice que te las manda un tal Bryan.

-Bueno —tomé las rosas con manos temblorosas y subí a mi cuarto para ver qué era lo que decía la tarjeta exactamente.

Me senté en mi cama y dejé las flores a un lado ya que me importaban una reverenda mierda si venían de él. Abrí el papel y leí lo que decía en el interior:

Newt: Sé que ahora mismo debes estar odiándome por haberte delatado y por... bueno, ya sabes. Quería disculparme ya que nunca fue mi intención lastimarte.
Si aquel día hice "eso" fue meramente porque no pude contenerme. Tenerte a mi lado y saber que no me pertenecías... ¿cómo querías que me sintiera? Es casi tan igual como si Thomas no correspondiera tu amor y tú intentaras forzarlo a hacer algo que él no quiere hacer... Así me sentí yo. Discúlpame por haber sido un imbécil.
Ahora, yendo a lo que verdaderamente quería decirte, sólo quería que supieras que (por si no era lo suficientemente obvio) fue Thomas quien te drogó aquel día. Me pregunto por qué amas a alguien que te ha hecho tanto daño, además, ¿por qué habría de enojarse contigo por el beso que me diste aquel día si fue él mismo quien te colocó una droga para que reaccionaras de esa manera?
En unos días más tengo que ir a tu ciudad y, ya sabes, esperaba que pudiésemos vernos sin otras intenciones de por medio más que no sea hablar como amigos. Y quizás, sólo tal vez, me puedas perdonar y dar una oportunidad para ser algo más.
Tenemos muchas cosas de qué hablar.
Bryan.

Tuve que leer unas tres veces la carta antes de comprender finalmente su significado. Bryan me estaba pidiendo perdón por lo que había hecho aquella noche, mientras que Thomas no se dignaba a aparecer por ningún motivo y de ninguna manera... ni siquiera con una llamadita, ¿Qué debía pensar? ¿Había algo correcto por hacer o solamente tenía que quedarme quieto como una planta de interior? Diablos. Me tiré de espaldas en la cama y observé el techo durante varios minutos antes de decidirme a llamar a Zart, quien aún no sabía que yo ya había vuelto de Londres.