Dile la verdad

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La sombra negra se acercó a mí luego de desquitarse con Bryan y me levantó del suelo, abrazándome con sus brazos como si fuera la cosa más pequeña y vulnerable que existe en este mundo, rodeé su cuello con los míos y me dejé cargar por él mientras aullaba del dolor que sentía en todo el bloody cuerpo.
-Newt… ¿qué shuck hacías con ese imbécil, eh?-preguntó con desesperación aquella ronca voz. Lo abracé más fuerte, echándome a llorar como un niño pequeño.
-Yo… no lo sé.
-No hables, Newtie. Sólo dime dónde está Thomas.
-Yo… no lo sé.
-¡¿Cómo no vas a saberlo, shank?! ¿En dónde te estás quedando?-insistió él, caminando rápidamente conmigo encima. Temblé de frío, acurrucándome en su pecho en busca de calor.
-No lo sé…-volví a decir, aturdido por todo lo que había ocurrido. Derek me sentó en la vereda, en una esquina, e hizo parar a un taxi. Subió su maleta en el maletero, con la ayuda del taxista, y luego me ayudó a subirme al auto. Me aferré a él ya que era lo único que tenía en éste momento.
-Tranquilo, voy a llevarte conmigo por mientras…-me dijo con voz suave, y eso fue lo último que escuché antes de quedarme dormido.

Una punzada de dolor me recorrió el rostro y los huesos de mi espina dorsal, abrí los ojos lentamente, acostumbrándome a la luz y a mi entorno. Estaba acostado en una cama de una plaza, dentro de una habitación de paredes azules con varios dibujos en ella. Intenté mover mi brazo para alcanzar mi teléfono pero noté que lo tenía vendado, de modo que no podía hacer ni el más insignificante movimiento. En las sábanas había pequeñas manchas de sangre debido a mis heridas, todas secas.
-¡Dereeek!-grité, evidentemente angustiado, lo único que recordaba era que mi amigo había sido quien me trajo hasta aquí durante la noche de ayer.
Unas fuertes pisadas se escucharon desde arriba, ¿me había traído a una casa de dos pisos? El dolor se extendió por mi cabeza, haciéndome doler el cráneo.
-Newt, qué bueno que despertaste.
-¿Dónde estoy?
-En casa de mi…abuela.
-¿De tu abuela? ¿Qué haces aquí? Creí que estarías en la universidad o alguna garlopa así –me enderecé en la cama y me incliné hacia un lado para tomar mi celular. Tenía treinta llamadas perdidas y varios mensajes de voz.
-Bueno, vine a visitarla y me encontré contigo afuera del aeropuerto.
Al decir eso, recordé a Bryan y todo lo que me había hecho ayer.
-Pero, ¿qué hacías en ése callejón? –le pregunté con curiosidad. Era demasiado extraño que Derek estuviera en el mismo lugar que yo y en el mismo momento.
-Es vergonzoso, pero no pude entrar al baño del aeropuerto porque tuvieron un problema con las cañerías, entonces fui a ese callejón abandonado a vaciar el tanque… justo cuando escuché tus gritos…-hizo una pequeña pausa, como queriendo cambiar de tema–, pero dime, ¿te sientes mejor?
No, pensé, nada está bien… nunca mejoran las cosas para mí. Sin embargo, respondí un tembloroso:
-Sí.
-Me estás mintiendo, pero es decisión tuya qué hacer y qué decir, ¿quieres que llame a Thomas? –negué con la cabeza y sollocé en silencio, llorando por la frustración.
-Todavía no, después lo llamo yo.
Me dejó a solas, subiendo las escaleras para ir con su abuela.
Thomas… ¿qué tan cierto era lo que me había dicho Bryan sobre él? Eso de que me había drogado.
Volví a dormirme con la mente echa un horrible tornado de ideas, pensamientos y preguntas. Derek bajó nuevamente alrededor de las dos de la tarde para que subiera a almorzar.
-¿O quieres que te lo traiga aquí?
-No, ya subo –mi amigo me extendió su mano y me ayudó a ponerme de pie. Noté que llevaba puesto un pantalón holgado de tela delgada y una remera azul dos tallas más grandes que la mía que, seguramente, Derek se encargó de colocarme al llegar aquí–. Gracias.
-¿Por qué? –me preguntó mientras subíamos las escaleras.
-Por todo.
La abuelita de mi amigo, llamada Hannah, nos sirvió un plato grande y hondo de sopa de pollo, el humeante vapor me llegó al rostro, confortándome. El aroma de las verduras me hizo sentirme como en una verdadera casa.
-¿Cómo se llama tu amiguito, Derek? –le preguntó la señora.
-Su nombre es Newt.
-Pero puede decirme como guste, señora –le dije yo, llevándome una cucharada a la boca.
-¿Y desde cuándo eres amigo de mi nieto? –la mujer nos ofreció jugo natural, colocando dos vasos sobre la mesa.
-Bueno, desde…
-Desde el año pasado –respondió él por mí, exagerando en el tiempo. Luego se acercó a mi oído y susurró en él: “Debemos llamar a Thomas, debe estar muy preocupado”.
-Vale, después de comer lo llamo.
Derek volvió a alejarse, alcanzando el control remoto de la televisión, la encendió y cambió de canal hasta que apareció una noticia que nos puso con los pelos de punta.
-Acaban de encontrar hace pocos minutos en la calle…-dijo una mujer de mediana edad mientras se hacía a un lado para enseñar el cuerpo que había tirado en el suelo–… a Bryan, el chico segundo al mando de la revista Magazine City. Aún no se sabe quién es el responsable de la agresión, pero nos informan que sigue con vida aunque con fracturas en varios lugares de su cuerpo.
Miré a Derek, que estaba con una expresión indescifrable en su rostro. Nunca se me pasó por la cabeza que la paliza de ayer hubiera sido tan grave como la pintaban ahora en las últimas noticias. ¿Y qué hay de mí?, me pregunté fastidiado. Yo había sido la víctima y ahora resulta que el idiota ése es el ángel inocente del cuento.
-Tenemos que irnos –me dijo él, dejando la comida a un lado, volví a llevarme una cucharada a la boca y asentí con la cabeza. Había que ir a buscar a Thomas. Derek se puso de pie y fue donde su abuela, abrazándola de lado, con cariño–. Perdóname, tengo que dejarte, pero vuelvo al atardecer.
Le dio un beso en la frente y luego fui yo quien se despidió.
Salimos a la calle y tuve que detenerme un momento para mirar a mí alrededor, no reconocía el lugar por lo que no sabía en dónde nos hallábamos exactamente.
-No te preocupes, yo te llevo –me dijo mi amigo, haciendo parar un taxi. Le di la dirección y nos fuimos hablando sobre las cosas que no podía recordar del día de ayer. Cuando cambiamos de tema, le pedí que me contara el por qué había perdido el contacto con Zart y conmigo.
-¡Pero si fuiste tú quien no me llamó! –exclamó él, rodeando los ojos por el repentino enojo.
-Creí que lo harías tú. A ver, dime, ¿estás estudiando algo?
Se echó a reír fuertemente, como si le pareciera la cosa más graciosa del mundo lo que acababa de preguntarle.
-No, estoy trabajando en un local de hamburguesas… Pagan muy bien, si es lo que te preocupa.
-¿Yo? ¿Preocuparme por ti? No te creas la gran cosa –le dije medio en broma, sabiendo que ni yo mismo me creía aquella mentira, ya que me preocupaba por él más de lo que yo hubiese querido.
-Quizás te interesaría trabajar allí si algún día regresas con nosotros. Si me lo preguntas, no te imagino en éstos lugares, no es lo tuyo.
-Dímelo a mí.
-¿Qué has dicho?
-Nada, yo… -tartamudeé, pidiéndole a Dios que la campana me salvara– mira, hemos llegado –pagamos a media y bajamos del taxi. Dos patrullas de policías estaban estacionadas afuera del edificio; un policía hablaba con el conserje mientras que otro le hacía preguntas a Brenda justo en la entrada.
Algo malo le había sucedido a Thomas, fue lo primero que pensé. Dejé a Derek allí y partí corriendo hasta ella, tomándola de un brazo, la castaña tenía los ojos enrojecidos y me miraba como si hubiese visto a un fantasma. Oh, no, esto estaba muy mal. No esperé preguntas ni respuestas, la hice a un lado y entré al edificio, subiendo los escalones de dos en dos. Abrí la puerta de nuestro departamento y registré con la mirada todo el lugar, examinando detalladamente hasta el más mínimo rincón de la habitación. Me parecía sumamente extraño que todo estuviera tal y como lo dejé ayer, con la excepción de un florero roto que estaba tirado en el piso.
-¡Thomas! ¡¿Dónde mierda estás?! –grité con desesperación. La puerta del cuarto se abrió, fui hasta el pasillo y vi a Tommy hablando con un policía. Sus ojos se iluminaron al verme y corrió hasta mí para abrazarme con sus cálidos y reconfortantes brazos.
-¡¡Estúpido, shank, creí que te había pasado algo…malo!!-su voz se fue apagando una vez que notó los moretones que llevaba en varios lugares del cuerpo, en especial ese que estaba al lado de mi nariz. El castaño volvió a abrazarme, sólo que ésta vez procuró ser más delicado.
-Estaban esos policías afuera y yo… pensé que te habían hecho algo…
-No, no, ellos están aquí porque reporté tu desaparición. Ayer dijiste que no te ibas a tardar demasiado y cuando pasaron las once de la noche comenzamos a llamarte con Brenda y nunca contestaste el teléfono –sin importarle que el hombre uniformado estuviera presente, depositó un sonoro y corto beso en mis labios–. Pensé que te habían secuestrado, o alguna garlopa parecida, ¿en dónde andabas? ¿Bryan te hizo algo?
Me obligué a no echarme a llorar, pero la presencia de Tommy más el susto de ayer me hacían muy difícil aquel trabajo, las lágrimas salieron de todas formas y, aunque Thomas insistía en preguntarme qué me pasaba, no le dije absolutamente nada. El policía se retiró del lugar para preguntarle algo a su compañero, dejándonos a solas un momento, lo que me sirvió para poder desahogarme sin la preocupación de lo que él pudiera pensar de mí.
-¿Te lastimaron? Mira cómo estás… ¿Quién te hizo todo esto?-levantó mi mentón, como pidiéndome que lo mirara a los ojos y eso fue lo que hice.
-Me asaltaron –mentí–, y cuando vieron que no tenía nada, me golpearon.
-¿No que ibas a juntarte con el cretino ése de Bryan?
-Sí, pero esto pasó antes de alcanzar a llegar al lugar en donde íbamos a conversar. ¿Acaso no viste las noticias? Parece que a él también lo asaltaron –mentir se me daba muy bien, al parecer, aunque no podía negar el nudo en la garganta que se me formaba cada vez que lo hacía y en especial si se trataba de mentirle a él.
Tommy frunció el ceño, convencido de que algo en mi versión de la historia no calzaba, lo tomé de las mejillas y le di un beso en la frente para luego acurrucarme en su pecho. Derek y Brenda aparecieron al rato, trayéndonos a la realidad nuevamente.
-Se han ido –nos anunciaron.
-¿Derek? –preguntó Thomas, sin ocultar su sorpresa.
-Sí. –le respondió el chico, cruzándose de brazos.
-Él me encontró, Tommy, viajó a Londres para ver a su abuela y me llevó a su casa cuando perdí la conciencia –le dije, sintiendo la necesidad de aclararle las cosas. Brenda se tapó la boca con una mano y me dio un fuerte abrazo.
-¿Qué fue lo que te pasó?
-Ayer fui a…-le respondí, contándole una gran mentira mientras le rogaba a Derek con la mirada que por favor no les dijera la verdad. El chico negó con la cabeza y frunció el ceño, evidentemente molesto.

Una vez que volvimos a la tranquilidad, me agarró del brazo y me llevó a un lugar más apartado. Sentí la mirada de Thomas sobre mí, siguiéndome a través de la habitación.
-¿Por qué diablos no les dijiste que fue aquel tipo quien te hizo todo esto? ¿Eh? ¿A quién quieres engañar? Sabes perfectamente que Thomas va a enterarse tarde o temprano de tu infantil mentira.
-Mientras pueda callármelo, lo haré, y seguiré siendo este miertero mentiroso que ves ahora en frente tuyo –le respondí a la defensiva, subiéndome el calor al rostro. Derek me acorraló contra la pared, para que no pudiera escapar, y me dio un largo discurso de que lo que hacía estaba muy mal.
-Dile la verdad. –me exigió.
-No, eso lo lastimará. No puedo permitirme hacerle daño otra vez.
-¿Daño? Imagínate el daño que le harás cuando se entere de que le has mentido.
-Por lo mismo él no puede saberlo. Se sentirá culpable de no haberme acompañado o posiblemente irá en busca de Bryan para matarlo con sus propias manos, ¿crees que quiero ver a Thomas en la cárcel?
-Sé que no quieres eso, pero si lo conocieras tanto como él a ti, sabrías que le dolería más que no le dijeses la verdad a que pasar el resto de su vida en prisión.
-Pero… yo…
-¡Newt, madura de una buena vez, tienes que decirle la verdad a Thomas!
-¿De qué verdad están hablando ustedes dos? –preguntó una voz, haciéndonos voltear al mismo tiempo.

Examen de Recuperación (2da Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora