Capítulo 23

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— Hola my lady — me dijo un guapísimo Leo, lo salude con un beso fogoso y con deseo.

Me abrió la puerta de su coche, me subí, después se subió él, arrancó el auto y yo pregunté:

— ¿Y... para dónde vamos esta vez?

— A mi casa. — me respondió con una sonrisa pícara.

Sonreímos.

Llegamos a su casa entre besos y más besos; pero me sorprendí cuando vi la mesa puesta...

— Así que vamos a cenar ¿Eh? — le pregunté en broma.

— ¿Qué creías que íbamos a ser? — me pregunto con mofa. Nos reímos. — te prepare una cena— me dijo.

— ¿Tú sabes cocinar?

— Pues claro que sé cocinar.

Nos sentamos en la pequeña bonita mesa de vidrio y metal. En los platos había un rico espaguetis con salsa. Comimos entre charla, le comenté que me habían entrevistado para un trabajo, hablamos sobre su familia, sobre la mía, él no tenía hermanos, pero Ericsson y Estéfano eran como hermanos para él.

Con Leo era fácil dialogar, me encantaba estar con él.

Después de comer, me dijo que había comprado un postre, sacó del refrigerador un pote de helado, sabor Choco Nutella unos de mis sabores favoritos. Comimos entre risas el rico helado. Con ganas de jugar, yo agarre una cucharada del delicioso postre y se lo pasé por el cuello, él se estremeció por el frío.

— Oye... — me dijo.

Cortándolo le dije:

— Tranquilo, esto se limpia fácil.

Después pasé mi lengua por su cuello, con una sexualidad que hasta yo misma me sorprendí y chupe el helado de su cuello. Cuando termine, Leo me agarró la cara entre sus manos y me beso hasta dejarme sin aire.

— Ahora me toca a mí — me dijo, mientras me subía a la encimera y me quitaba la camisa. Cogió una cuchara de helado, me la pasó por el medio de mis pechos, haciendo un camino, después pasó su lengua, exitandome.

Lo besé, mientras me desabrochaba el sostén y me lo quitaba. Luego chupo mis pezones, primero el izquierdo y luego el derecho, haciendo que yo gimiera. Después me besó apretándome a él, le quite la camisa, enrede mis piernas en su cintura, sintiendo su enorme erección, coloqué mis brazos alrededor de su cuello. Nos seguimos besando con pasión, mientras el calor subía entre nosotros.

Me levanto de la encimera y me cargó hasta su habitación. Se sentó en la cama y yo quedé encima de él. Lo besé, mientras bajaba mis manos hacia los botones de su pantalón, se los desabroche. Me volteo, quedando debajo de él, se quitó el pantalón y se dejó el bóxer; mientras yo me quitaba el jeans.

En ese momento se me vino una idea a la cabeza, me dirigí a mi bolso, para sorpresa de Leo, busque y encontré el consolador; abrí la caja, lo saqué, me dirigí al baño y lo lavé. Después regrese al cuarto con el vibrador en la mano.

— ¿Lo has usado? — le pregunté con voz de excitación

— Sí... — me respondió, mientras me atraía hacia él y me besaba.

Me tumbo en la cama, me quitó las bragas, después me beso el muslo haciendo un camino de besos que se dirigían a mi clítoris. Cuando llegó, me estremecí y gemí; escuché que encendió el consolador, luego lo coloco en mi clítoris; ese pequeño juguetito me dio un placer máximo y llegué al orgasmo después de un rato.

Leo, retirando el vibrador, me penetro de una sola estocada haciendo gemir de locura y excitación.

Entraba y salía de mí, con una fuerza varonil que me secaba el alma.

Él encendía algo en mi que ningún hombre hacia, él era el deseo más deseado, la locura que requería en mi vida, en ese momento me enamoré locamente de ese hombre, de ese chico de ojos azulados, los cuales me volvían loca. Y lo mejor de todo es que ambos sentíamos algo diferente, que sin querer crearlo se creó eso llamado amor.

Luego de varias embestidas los dos llegamos al CLÍMAX.  

❤️Siempre serás mí primer amor ❤️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora