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« Maddy »

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« Maddy »

¡Por fin vacaciones de verano y en Londres! Bueno, no es que viva muy lejos de aquí, de hecho vivo en Inglaterra, solo que en un pueblo pequeño llamado Canterbury. Sin embargo, me emociona estar aquí en la gran ciudad para el resto del verano. Papá tiene una casita aquí por lo que solo venimos en vacaciones, o bien, yo al menos, pero no la hemos pisado juntos por casi 6 años. Mucho trabajo por parte de él en su empresa, problemas familiares, y pues yo estoy estudiando la Universidad. Y hablando de ello, me quedaba un año, así que cuando me gradúe, pienso vivir en esta ciudad por el resto de mi vida.

Miré por la ventana cuando pasamos por el Big Ben, sonreí al ver esa estructura. Era hermoso, como es un día soleado, las nubes y el cielo azul se reflejaban a su alrededor. A veces me siento como la vieja yo, pero recuerdo que todo eso se esfumó cuando nos fuimos de aquí. Y ni siquiera sé si extraño esa versión mía.

—¿Emocionada? —oí a mi papá con emoción, yo le vi, él estaba manejando.

—¡Claro! —sonreí— Extrañaba Londres.

—Sí, yo igual. Es decir, vengo de vez en cuando a darle mantenimiento a la casa pero no es lo mismo sin tu presencia —tomó mi mano con la suya, pero su vista está al frente— Me alegra que pasemos este tiempo juntos. ¡Y claro, a visitar a la familia y a los amigos!

Mamá y papá se divorciaron cuando yo tenía 15 años, pero no quedaron en buenos términos. Ella le fue infiel y al final se fue a vivir con ese hombre a España. Perdimos el contacto, y claro que me dolió su traición hacia la familia, aunque aún más cuando no se despidió de mí. No obstante, mi papá sigue llevándose bien con su familia que vive aquí, lo cual es extraño pero no del todo porque él es muy amable y siempre trata de mantener una buena relación con todos.

—Por cierto, ¿aún piensas conseguir empleo? —soltó mi mano con delicadeza para ponerla en el volante.

—¡Sí, ese es mi plan! —dije emocionada. Quería ahorrar dinero mientras esté aquí.

—¿Sabes? El otro día hablé con mi amigo Tom, ¿lo recuerdas? —me da un vistazo rápido.

Oh papá, claro que lo recuerdo.

—Ehh sí, lo recuerdo —me puse un poco nerviosa.

—Bueno, él tiene un pequeño restaurante matutino en el cual está necesitando personal. Le platiqué hace unos días por teléfono que querías buscar empleo para estos dos meses y Tom gustoso dijo que le encantaría que trabajaras ahí. Ahora que lo pienso, ha pasado un tiempo desde la última vez que se vieron, ¿no? —me avisa pero yo solo me dedico a oírlo con la mente ida.

—Sí...—mi voz salió como en un susurro, mi garganta estaba algo seca.

La última vez que nos vimos yo tenía 15 años de edad y él 32 años. Tom solía ser nuestro vecino cuando vivíamos aquí, pero sé que se mudó hace un par de años a un mejor barrio en Westminster. Y demonios, lo mucho que sentí por él, pero yo en ese entonces era solo una niña por así decirlo. Actualmente tengo 23 años y sé que él ahora tiene 40. Es una gran diferencia, pero Tom me hizo sentir muchas cosas que jamás le pude admitir. Lo cual era obvio, una adolescente de 15 años no va y le dice a un hombre mayor que está enamorada de él. Sin embargo, ya no soy esa pequeña niña. Sigo siendo joven, pero ya no soy la misma. 

—Sería genial...—sonreí hacia mi padre, pero mi corazón latía por haber solo pensado en él.

—Lo sé, ¿y qué mejor que un conocido como lo es Tom para nosotros? 

Con el tiempo lo olvidé un poco, pero solo bastó que mi papá lo mencionara para volver a caer en mis sentimientos. ¿Cómo reaccionaré en cuanto lo vuelva a ver? O mejor aún, ¿él cómo reaccionaría al verme ya un poco más madura? No espero que algo suceda entre nosotros porque eso jamás pasaría, pero sí quisiera que supiera que ya no soy más una tonta adolescente. Podría buscar otro empleo, pero algo en mí quería entrar ahí y recibir su bienvenida. 

Llegamos a la pequeña casa, bajamos nuestras cosas del auto y las adentramos en la sala

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Llegamos a la pequeña casa, bajamos nuestras cosas del auto y las adentramos en la sala. Yo sonreí al verla, estaba justo como la recordaba. Me sentía contenta de estar aquí, aunque cierta tristeza también se me presentó al recordar a mi mamá. Solíamos ser una familia unida y feliz, pero ella lo arruinó todo. En fin, me asomé por la ventana y vi la antigua casa de Tom. Ya no vivía ahí pero tengo cientos de recuerdos con él.

—¿Quieres subir a tu vieja habitación? —me preguntó mi padre y yo sonreí.

—¡Claro! —subí corriendo.

Entré a mi habitación de antes y vi que estaba igual a como la dejé. Me senté sobre mi cama y tomé mi viejo peluche entre mis manos. 

—Era tu favorito —oí a mi papá decir. Alcé la vista y ahí lo vi sobre el marco de la puerta.

—Sí, lo era —sonreí nostálgica. 

—Sé que tu mamá y tú...

—Papá, no importa —lo interrumpí y él me sonrió triste— Ya no me importa. Estoy feliz contigo, sabes que te amo y me alegra que estemos aquí los dos. 

—Yo también te amo, Maddy —se sentó a mi lado— ¿Quieres salir a cenar esta noche? Mañana empiezas a trabajar —soltó una leve risa— Hay que disfrutar el día, ¿qué dices? 

—Suena excelente —reí un poco.

—Bien, saldremos a cenar a tu lugar favorito. Y mañana a las siete tendremos que estar en el restaurante de Tom. En un rato más le llamo para confirmarle tu asistencia —besó mi frente y se marchó.

Oh dios, mañana lo veré. Estoy segura que quedaré muda al verlo por los nervios. 


El amor de un hombre | Tom HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora