❝Es verdad, he cambiado, ya no soy esa niñita que conociste antes.❞
Maddy tenía 14 años cuando conoció a Tom de 32. Ella lo amaba en secreto, pero él solo la veía como la pequeña hija de su amigo. Por alguna otra razón, ella y su familia se mudan de...
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« Maddy »
Me separé lentamente de sus cálidos labios, sintiendo una adrenalina sobresalir en mi pecho. Fue sin duda como un sueño pensado sin buscar, pero ahora mi sueño estaba llegando a su fin. Su rostro mostró una confusión extrema, ni siquiera me miró a los ojos después de eso. Aquellos parecían perdidos en alguna parte del suelo del auto, entonces ahí presentí lo peor.
—No estuvo bien —él murmuró, viajando sus ojos hacia mí.
Ni siquiera pude responder debido a que noté cómo mi padre salió de casa para recibirnos. Tom se sobresaltó al oír la ventana de su auto ser tocada por los dedos de mi papá, entonces volteó a verlo con susto. Él bajó el vidrio y comenzó a platicar con mi padre como usualmente lo hacía, y él lucía como siempre muy feliz sin tener en cuenta que su hija cometió un error. En mi caso, yo podía decir que estaba aún en estado de sorpresa, pero pude bajar del auto de Tom y con un simple "adiós" me despedí.
No estaba para nada molesta, solo abrumada. Claro que me gustó mucho nuestro beso, pero no puedo esperar nada por parte de él. Tiene a su increíble novia, él es mayor que yo, es amigo de mi padre, hay muchas barreras entre nosotros. Cuando entré a mi habitación, me lancé en ella y grité a todo pulmón sobre mi almohada para ahogar mi grito de desilusión. Estaba demasiado frustrada, no sabía qué sentir en este momento.
Por la noche, solo me duché y me puse a leer mi libro favorito en mi cama. Un poco cansada, cerré el libro y prendí una vela con olor a frambuesas para relajarme. Sin duda, mañana será un día bastante incomodo. Ahora en adelante solo pasaré vergüenzas cuando pase a un lado de Tom, e incluso no creo poder ser la misma frente a él.
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Desafortunadamente lunes llegó de lo más rápido, mi padre me dejó en el restaurante y yo fui directo a buscar mi delantal sin buscar al dueño con mis ojos. Mis manos temblaban, estaba muy nerviosa por todo.
—Hola —escuché a mis espaldas.
Solté un grito de sorpresa.
—Perdón, no pretendí asustarte —se ríe un poco— ¿Te encuentras bien?
