❝Es verdad, he cambiado, ya no soy esa niñita que conociste antes.❞
Maddy tenía 14 años cuando conoció a Tom de 32. Ella lo amaba en secreto, pero él solo la veía como la pequeña hija de su amigo. Por alguna otra razón, ella y su familia se mudan de...
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« Maddy »
Iba a sonar muy ridícula si le decía que sí. Ciel podría ser buena persona, además de que te brindaba confianza inmediata cuando le hablabas, pero yo no la conocía del todo. Nadie sabe sobre mi secreto, por lo tanto, prefiero que se quede así.
—¿Qué? —comencé a reír muy fuerte, al menos pude fingir bien mi falsa carcajada— ¿Qué cosas dices? ¡Claro que no!
—Perdón, es solo que... siempre te noto nerviosa cuando estás con él, e incluso parece que te vas a las nubes cuando el señor Hiddleston te habla —alzó una ceja.
—Nada que ver —sonreí, mientras negaba con mi cabeza.
¿Realmente lucía así frente a él? Ese pensamiento solo logró sonrojarme por la vergüenza.
—Es solo un amigo de la familia y nada más —aclaré.
—Lamento mi suposición, no quise incomodarte con mi pregunta —me miró apenada, pero podía notar que en sus ojos no creía lo que yo le decía. No puedo creerlo, es lista, y eso que yo era buena ocultando mis emociones.
—No es nada, Ciel, tú tranquila —me levanté de mi asiento— Es solo que Tom es un hombre mayor, lo veo de... otra manera. Le tengo mucho respeto, es eso.
—Sí, lo sé, ahora me siento una estúpida por lo que dije —igual se levantó para ponerse el mandil— ¿Te digo algo?
—¿Es otra suposición? —la miré divertida.
—Algo así, pero no, es más bien un hecho —se acercó a mí para susurrarme lo siguiente— Yo respeto a la señorita Zawe, pero la he visto muy sobre encima de Tom últimamente cuando él está contigo charlando. Es como si estuviese controlando la situación. Como... ¿celosa?
Abrí mis ojos ante eso, es verdad que Zawe no ha parado de estar vigilándonos con la mirada. Cada movimiento o charla entre nosotros, ella aparecía de pronto. Quizás no groseramente, pero estaba al pendiente de todo. Tal vez la noticia de Tom y yo dándonos un beso por error le afectó de cierta forma, sé que confía en él, pero algo temía me parece. Yo no quiero ser la mala del cuento, jamás me lo permitiría. Agregando que jamás intentaría nada para dañar una relación, porque sé lo que es pasar por eso.
—¿Tú crees? —pregunté algo perdida.
—Sí, pero no quiero pensarlo, seguro estoy confundiendo las cosas... nada más que jamás la había visto actuar de esa forma —amarró su cabello en una coleta— En fin, ¿Qué harás el viernes por la noche?
—Estar en casa, viendo películas, supongo —salimos al restaurante.
—¿De nuevo? —me sonrió con asombro— Tranquila, no harás nada de eso. Tú vendrás conmigo y la pasarás genial.
