𝚁𝚎𝚎𝚖𝚙𝚕𝚊𝚣𝚘𝚜 [𝘗𝘢𝘱𝘦𝘳𝘩𝘢𝘵] [𝘝𝘪𝘭𝘭𝘢𝘯𝘰𝘴 & 𝘏𝘦𝘳𝘰𝘪𝘤]

10》Desencaje [!]

Slug no podía creer que su primera misión hubiera sido un completo desastre.

La idea de salir armado a combatir seres con superpoderes y entregarlos era realmente atractiva; o lo era hasta que entendió que tenía que trabajar en equipo con dos individuos que no gustaban mucho relacionarse con él, ni él con ellos.

Eso sí, la nave que tenían de transporte era un lujo. Además rescataba el hecho de que se enfrentaría a Bícep, un fanfarrón que, según el científico, estorbaba más de lo que ayudaba.

En el diario de Flug se mencionaba cada tanto uno que otro éxito producto del trabajo en equipo que se daba gracias a él. ¿Cómo lo lograba? No tenía idea, por más que buscara entre las decenas de páginas ajenas, a veces lo que Flug tenía para comentar eran los resultados o algo que consistiera en echarse flores a sí mismo.

Slug no veía la utilidad de aquella bola de pelos turquesa. Nadie quiso informarle si tenía o no una habilidad especial, además de cocinar.
Y en cuanto a Demencia, no siguió estrategia alguna al observar que el enemigo al que se enfrentaban solo tenía sus músculos como arma. Fue cuestión de menos de un minuto antes de que dicho hombre la noqueara, y le aflojara un par de dientes.

A Slug no le importaba cuánto le podrían descontar del salario, precisaba pedir que por favor le dejaran hacer las misiones solo. Los nervios le producían comezón en la nuca.

Fue entonces cuando sacó el tranquilizator. Odiaba ese nombre. Los dardos que salían disparados nunca atinaban. El héroe era rápido para evadir, no por nada era boxeador y acostumbraba a esquivar los golpes. El caso es que Slug se hartó, tenía mucha ira adentro que debía descargar de algún modo. Sabía que sería estúpido enfrentarse cuerpo a cuerpo allí, pero se conformaría con hacerlo sangrar un poco con la navaja que llevaba guardada. No la usaba nunca, ni la necesitaba; pero cada vez que salía la llevaba con él.

Arrojó el tranquilizator al suelo, con intenciones de destruirlo al hacerlo, para dirigir su mano a uno de los bolsillos internos de su bata negra.

No llegó a empuñar el arma cuando sintió un impacto en la nuca. Lo primero que pensó fue que Demencia le había tirado una piedra, pero ella se hallaba tan inconsciente en el pavimento como él iba a estar. Con cada exhalación su cuerpo se volvía más pesado, empezando con su lado izquierdo. Se sentó sin mucho cuidado, volteando para visualizar la causa de su repentina fatiga. Y el caso fue que le costaba visualizar, todo se veía nuboso. Todo lo que pudo notar fue una silueta negra de considerable altura, o gris, o de algún tono oscuro, a varios metros de distancia. Por más que intentara enfocar su visión, cayó de espaldas antes de conseguirlo. Con la poca fuerza que le quedaba, llevó la mano a la zona del impacto, dando con la causa del desfallecimiento: un dardo salido de un arma igual a la suya.

[...]

Slug no supo cuánto tiempo pasó hasta que escuchó el sonido de la nave aterrizando. Se halló a sí mismo en los asientos traseros, junto con Demencia. Su cabeza le pesaba, la sintió como si fuese de un tamaño mayor al de su cuerpo. Era como si el efecto del sedante, o lo que sea que siguiese en su sistema, se hubiera solidificado para reelentizarlo. Llegó a la conclusión de que el desmayo duró pocos minutos.

En cuanto se desabrochó el cinturón de seguridad, Demencia saltó y le gritó en uno de los oídos. La velocidad de los movimientos de Slug se asentó y no dudó en darle un puñetazo en la nariz, neutralizando de forma efectiva el alboroto emergente de la chica.

---¿Pero qué te pasa? ¡Cálmate!

---¿El golpe del boxeador te dejó más tarada todavía? No vuelvas a gritarme así.