2》 Reconstruyendo

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En alguna parte de Atreno City se encontraba asentada una persona que, a pesar de todo lo que había atravesado, seguía siendo amigable y generosa. Fue por eso que Flug se dirigió allí, avergonzado de pedirle pasar la noche con ella.

Pero no se lo negó, estaba encantada de recibirlo en su hogar después de haberse conocido por mucho tiempo. Eso sí, lamentó que fuera ante esas tristes circunstancias.

Decidió guardar su bata y sus guantes en su maleta. A Flug le seguía doliendo lo ocurrido, sin embargo, logró dejarlo un poco de lado al sentarse en un sofá y saborear una taza de té que su amiga le había preparado en la tarde.

---Hace mucho ya que no bebía esto. Gracias, Penny.

Flug sentía que de algún modo la taza iba aumentando su temperatura, hasta que se dio cuenta de que un pequeño conocido lo estaba mirando fijamente con ojos entrecerrados y flameantes desde la ventana de una casa en miniatura, encontrada en un mueble cerca de él.

---¿Qué hace este nerd aquí?---le preguntó Sunblast a Penumbra.

---Me corrieron del trabajo---respondió a secas Flug en su lugar.

---Bueno, me alegra.

---¡Sunblast!---exclamó Penumbra regañando al héroe---¿Qué dijimos sobre herir los sentimientos de los demás?

---Que está mal, perdón.

---No, entiendo que me odies. Pero les aseguro que mañana saldré a buscar trabajo. Me siento mal por venir aquí. Creí que podría llevarte, es decir, llevarlos a un lugar donde cantaban en la noche; pero me he dejado las entradas en la mansión. Soy un idiota.

Flug agachó la cabeza y se encorvó en el sofá. Se sentía como un condenado sinvergüenza por haberse dignado a aparecer en la casa de su amiga por primera vez y para colmo dar pena. No sentía que mereciera compasión, no sentía que mereciera nada bueno en realidad. Una mano femenina enguantada de violeta se acercó a la suya, y al ver la mirada de circunstancia que tenía se sintió conmovido.

---Eres una de las personas más brillantes que conozco. Y si él no supo valorarlo, el idiota es él.

A Flug le gustaba pensar lo hábil y capaz que era, pero luego de lo ocurrido al medio día le costaba bastante mantener su autoestima.
Sin embargo---irónicamente---había una luz en los ojos de Penumbra, un brillo que resaltaba aún más cuando intentaba consolar junto con su sonrisa. Eso lo hizo sentir un poco mejor. No recordaba la última vez que había tenido una amiga. Las personas, e individuos en general, nunca lo habían tratado bien o con el debido respeto. Y su suerte con las chicas no fue mejor que eso. Se había encariñado con ella y su calidez, y la hubiera amado de no ser porque su corazón aún seguía doliéndole.

Simplemente le sonrió. A pesar de tener puesta esa bolsa, se notaba que había aceptado el consuelo. Aquel momento era el ideal para iniciar un nuevo comienzo.

[...]

Es realmente agradable cuando alguien canta en un escenario sin llamar tanto la atención. Las armonías forman el aura de los clubes por la noche, y éste no era la excepción. Varias mesas esparcidas por el lugar, una barra de tragos y un escenario más iluminado que el resto, resaltando el piano que era tocado con suavidad, y la mujer rubia de tez pálida y de cuernos que era casi tan hermosa como su voz. Su largo, rojo y brillante vestido resplandecía junto con el maquillaje de sus ojos.

En una esquina de la barra se encontraba Slug, quien seguía teniendo sus maletas con él, ubicándose a sus costados para estorbar menos y llamar poco la atención.

Ver a la mujer cantar le recordaba a White, quien a veces le cantaba. Tenía la apariencia de un ángel y a veces parecía serlo cuando lo escuchaba entonar varias letras. Pero todo lo que podía recordar de él ahora era su rostro lamentable y acongojante, suplicando por que se quedara. Era un dolor de cabeza, y de nuca, por eso pidió que le sirvieran un tercer trago de tequila; aunque posteriormente eso le traería una leve migraña.

A unos metros a su derecha logró ver a una figura más alta que él, vestía un sombrero de copa y abrigo negros. La mayoría de las personas allí estaban acompañadas, pero Slug no, y el sujeto de negro tampoco.
Él tomaba tequila, el otro tenía la mitad de una botella de vino vacía.

---¿Mal de amores?---rió Slug. Al ver al sujeto voltearse, contempló esa expresión de amargura con un toque de ebriedad. Observó cómo se le quedó mirando de reojo---¿Qué? ¿Te es raro ver a alguien con una bolsa en la cabeza?

---Estoy más familiarizado de lo que crees---pronunció con su voz ronca---¿Tequila? ¿Qué, terminaste la relación?

---Algo así.

Slug no quería dejar sus maletas ahí, así que las tomó para arrimarse hacia el ensombrerado, aunque éste no luciera con muchas ganas de sociabilizar. A decir verdad, ambos denotaban indiferencia, pero el humano fue el que tomó la iniciativa para dialogar, empezando con presentarse y preguntando su nombre.

A Black Hat le extrañó que no lo reconociera, generalmente los villanos han escuchado hablar de él o al menos de su imagen. Por ello consideró la posibilidad de que no pertenecieran al mismo bando. A pesar de esto, se presentó formalmente ante él, preguntándole luego qué había logrado el otro en su vida.

---Bueno, tengo veinte doctorados, y estaba trabajando para el dueño de una agencia...Pero renuncié. Él era un pesado y un empalagoso.

---Ya veo. Entonces eres un desempleado.

---Bueno, sí. Pero todo es culpa suya, y de la tarada esa de Miss Heed a la que tuve la obligación de ayudar y no quise. Entonces me fui.

---Vaya, vaya.

Slug no era una persona muy conversadora, pero el alcohol y la atmósfera aflojaban su lengua. De no haber sido por eso, nunca habría descubierto las perspectivas que tenía en común con Black Hat, quien con mucho gusto empezó a hablar barbaridades de la chica que al parecer ambos repudiaban. Ninguno tenía confianza absoluta sobre el otro, pero se caían mutuamente bien. Apenas bebían cuando comenzaban a hablar sobre lo estúpida y mediocre que la gente podía ser, y se reían de ello. Resulta que al final compartían unos cuantos valores.

---¿De casualidad conoces a alguien que precise un científico o asesor?

---Ahora que lo dices, sí. Vengo necesitando uno.

---¿En serio?---exclamó Slug motivado---Bueno, este, tengo mi equipaje aquí. Avisa cuando nos podamos ir y tendremos las necesidades cubiertas, o lo que sea.

Black Hat arqueó una ceja. Dejó un poco de dinero en la barra y se retiró lentamente. El científico se quedó un momento ahí sentado, viéndolo caminar, hasta que se volteó y lo miró.

---¿Acaso no querías venir?

Sin dudas era la noche de suerte para ambos, lo que menos esperaban era encontrar el reemplazo necesario en sus vidas al entrar a un bar de jazz para despejarse. No estaban tan ebrios, pero sí lo suficiente poco cuerdos como para no tener en cuenta otras cuestiones más allá de los valores superficiales. Sería cuestión de tiempo para que se conocieran mejor; aunque "mejor" sería un término bastante optimista para describir el proceso.

𝚁𝚎𝚎𝚖𝚙𝚕𝚊𝚣𝚘𝚜 [𝘗𝘢𝘱𝘦𝘳𝘩𝘢𝘵] [𝘝𝘪𝘭𝘭𝘢𝘯𝘰𝘴 & 𝘏𝘦𝘳𝘰𝘪𝘤]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora