CAPÍTULO 7º: "LA CLAVE"

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Me encuentro corriendo por las calles, en busca de una salida de esta ciudad, si sigo aquí dentro terminará siendo mi sepultura. Terminaré pudriéndome aquí, sola, sin soluciones, sin respuestas, sin razones, ni acciones.

El ruido que producen mis zapatos al chocar contra el suelo me empieza a poner nerviosa, y mi respiración está muy agitada por llevar corriendo tal vez horas por las desoladas líneas rectas que componen esta ciudad. Necesito encontrar la salida, pero es como si cada vez que giro en una esquina el plano de la ciudad cambiase. Me da la sensación de estar caminando continuamente por las mismas calles. ¿Cómo es posible? He nacido y vivido los 15 años de mi vida aquí y ahora es como si no reconociese las calles de la ciudad. Nunca me orienté muy bien, me albergo en esa razón para no entrar en pánico de un momento a otro por no saber muy bien dónde estoy.

El sol comienza a despedirse del día, comienza ya a esconderse por el horizonte, así que decido volver a mi casa. Camino rápido y preciso, no querría seguir fuera cuando la luna luzca en el cielo.

Es extraño estar sola, no escuchar nada, ni si quiera el cantar de los pájaros o el silbido del viento.

Llevo ya casi dos semanas encerrada aquí. No encuentro resultados, ni pistas que me hagan pensar quién puede estar detrás de esto, de quién puede estar haciéndome sufrir de tal manera.

Cuando era más pequeña mis padres me enseñaron a no tenerle miedo a las cosas absurdas como lo son las arañas o la oscuridad, pero no consiguieron eliminar de mí el miedo que con más fuerza se ha aferrado a mí desde que tengo uso de razón, que no es otro que el miedo a encontrarme sola. Es cierto que psicológicamente me siento sola desde hará ya más de medio año, pero físicamente no he estado en plena soledad hasta ahora. Es fascinante la manera en la que han conseguido, aquellos que estén detrás de mi tortura, hacer que mi miedo sea la forma que tienen de hacerme sufrir. Fascinante y aterrador.

Cuando quiero darme cuenta estoy pisando el pavimento que un día mis lágrimas tocaron. Aquella calle, oscura, aterradora, la calle de mis pesadillas.

Acelero el paso e intento llegar a la próxima esquina lo más pronto posible. No me gustaría que de repente se toparan en mi camino un par de ojos grises y una pistola, no de nuevo. Y entonces me doy cuenta de que a cada paso que doy más lejos me encuentro de llegar a mi meta. Cuanto más rápido voy, a más distancia me encuentro de la siguiente bocacalle ¿será mi imaginación? ¿Serán ellos?

Hace unos días que decidí darle forma y nombre a mis torturadores, algo me decía que no sería la última vez que me cruzase con mi abuela, ahora una criminal, y al chico ojos color tormenta.

Cierro los ojos, y sin mirar, continuo andando hacia donde creo que estaré más a salvo. De repente me choco contar la pared, haciendo que me caiga de espaldas. Bien, ya no hay peligros, he escapado de ese lugar.

Llego a mi casa, entro y cerro con llaves, entro en el salón, ahora mi sala de mandos, por llamarla de alguna forma. He escrito y tomado nota de todo lo que me ha pasado hasta ahora. Toda la gente con la que me he topado, todo lo que me han hecho, hasta he intentado recordar todo y cada uno de los diálogos que he mantenido con mi abuela. Todo será de ayuda en algún momento, supongo.

Me siento, y escribo lo poco que he hecho hoy: a medio día entré en un pequeño restaurante de la plaza y cual fue mi sorpresa al ver que las neveras y despensas estaban repletas de alimentos, algo común en un restaurante, sí, solo que llevo yendo allí todos los días a comer, y todos los días me encuentro con comida hecha, y nuevos alimentos; por no decir que los platos y cubiertos están recogidos y limpios. Eso me hace pensar que ellos me quieren viva.

Anoche volví a soñar con lo mismo que me lleva atormentando estas últimas semanas. El sueño se compone de dos partes: la primera se podría decir que es todo luz, y la segunda todo oscuridad, en esta parte escucho que alguien me llama, pero está demasiado lejos como para poder saber quién es, de quién se trata.

Dúo ánimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora