CAPÍTULO 3°: "¿SUEÑOS?"

237 32 7
                                    

Si esto es una broma ya pueden ir diciéndomelo, porque estoy asustada, aturdida, perdida y muy posiblemente secuestrada por el chico, señor, humano que hace aproximadamente siete meses me disparó en el hombro.

Camino detrás de él. Pienso detenidamente en lo largo que podré llegar si decido empezar a correr ahora, en las posibilidades que tengo de huir ahora que él no me mira. Pero, siendo razonable, este chico me alcanzaría en menos de lo que canta un gallo.

Observo su espalda y sus hombros, su forma de caminar y la manera en la que lleva los brazos pegados al tronco como un militar. Va vestido igual que aquella noche de mediados de febrero, salvo que ahora no lleva tapada la cara y su mano derecha no empuña un arma de fuego. Observo el tatuaje que llevaba en la muñeca y que aún lleva. ¿Qué podrá significar?

El frio pasillo parece ser interminable. Un incesable goteo se escucha por todos lados. Mis, al parecer, nuevos zapatos, van tocando el suelo sucio y embarrado perteneciente a ese corredor que me conduce de un sitio (no sé dónde), a otro, para conocer a alguien que no sé ni cómo se llama, ni si es mujer u hombre o incluso alienígena (porque viendo lo que me está sucediendo, lo que hay tras las puertas que ya se divisan al final del que parecía un interminable pasillo, puede que sea alguien sobrehumano o incluso algo).

Aún hay un buen trayecto hasta lo que puede que sea el final de mi viaje o como se pueda llamar a lo que estoy haciendo ahora. Aún quedan libres esperanzas de poder salir corriendo en segundos y poder llegar a algún lado más seguro que éste. Aún sé que no estoy loca, que algo de cordura mantengo. Pero ese aún es perecedero, ese aún está llegando a su final con la terminación del pasillo. La puerta cada vez está más cerca, una puerta metálica, alta y ancha.

El corazón cada vez habla más alto en mi pecho que a punto de estallar se encuentra. Mi respiración es entre cortada, un sudor que pica se escurre por mi frente y mi cuello haciendo que me sienta bastante incomoda y mis dientes se juntan y separan a tal velocidad que podría decirse que estoy tiritando. El miedo hace presencia de sí provocando que mi cuerpo sienta un espasmo seguido de un escalofrío espantoso. Y mi tripa, pese a no haber recibido comida durante no sé cuánto tiempo, no responde, simplemente porque parece que ha desaparecido de mi interior. Me pesan los párpados que quieren ocultar lo que en estos momentos mis ojos producen, que no es otra cosa que lágrimas.

Siempre fui nerviosa, recuerdo que cuando van a dar la nota de algún examen me pongo parecida pero de una manera mucho más reducida a la que ahora se ha apoderado de mí.

Cada vez está más cerca la puerta ¿del infierno? ¿De mis miedos? Lo que sí sé de seguro es que mi cuaderno está allí, no sé en qué condiciones pero está.

Al llegar a la puerta, el hombre del que aún no sé nada salvo que tiene los ojos grises, mide un metro ochenta y cinco aproximadamente y tiene un tatuaje en la mano izquierda, aparte de que me pegó un tiro en el hombro y que me ha robado mi mochila; agarra el manillar de la puerta con una mano y con la otra hace ademán de llamar a ella. Solo un silencio sepulcral es lo que obtiene como respuesta, pero él, aún sin ninguna contestación de por medio, abre la puerta, que hace un sonido molesto al abrirse, un sonido que no llego a escuchar porque me he desmayado.

Caigo, caigo y sigo cayendo en la inmensa oscuridad. Me siento como una Alicia desplomándose por la madriguera del conejo, solo que en mi camino no hay cachivaches, ni palabras, ni tan solo una luz, por no decir suelo. ¿Estoy soñando? ¿Es real? No me extrañaría que esto fuera cierto puesto que lo que me ha pasado desde hace siete meses hasta ahora es de lo más ¿original? ¿Extraordinario?

Siento una extraña sensación, me siento libre, ligera, sin ataduras, me siento yo, solo yo. Mi corazón late normalmente y mi respiración, pese a estar yo cayendo, es normal y relajada. Me siento como en una nube ¿estoy muerta? Esa duda ha surgido, pero ¿acaso eso importa? Es la primera vez en meses que me siento descansada, sin sueño.

Dúo ánimas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora