CAPÍTULO Nº16: "SI MUEREN ELLOS MORIMOS NOSOTROS"

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Camino por un estrecho sendero, rodeado por todas partes de secuoyas. Miro hacia arriba y apenas es perceptible la luz del día, ya que las copas de los árboles forman un espeso techo.

El único sonido que escucho es el de mis pies al chocar contra la tierra que cubre el estrecho camino.

Vestida completamente de azul, con un vestido de seda fina, sin mangas, el pelo suelto y tan largo como lo tenía antes, y en mis pies ningún tipo de calzado; camino con decisión como si supiese a dónde dirigirme y qué hacer una vez llegada a mi destino.

Cuando ya llevo unos cuantos minutos caminando por el bosque, que parece no tener fin, llego a un pequeño claro, de hierba verde y alta, que me llega hasta las rodillas. Yo continúo caminando hasta llegar a un diminuto lago de agua cristalina, repleto de pequeñas flores blancas junto a las orillas. Pese a su diámetro, la profundidad parece ser enorme, porque no consigo ver el suelo. Me arrodillo junto al lago y me acerco aún más al agua para ver mi rostro reflejado en ella. Cuando me encuentro a unos pocos centímetros de esta, sin previo aviso, una mano sale de las profundidades y tira de mí hacia el interior del lago. Intento apoyarme en cualquier lugar para no ahogarme, pero es inútil, y en cuestión de un par de segundos, noto como el agua fría empapa todo mi cuerpo.

Grito, e intento zafarme de esa mano que continua arrastrándome hacia las oscuridades. Apenas unos segundos después noto como ya no tengo más aire y el agua comienza a inundar mis pulmones, y ya apenas me quedan fuerzas.

Justo antes de cerrar los ojos, consigo captar una cara borrosa delante de mí, mientras sonríe, celebrando su victoria.

Sénarf.

Me despierto empapada, pero esta vez de sudor. Estoy agarrando fuertemente las sábanas de la cama, y mi respiración suena agitada. Me incorporo y corro al baño, enciendo la luz y me miro al espejo.

Samantha - me digo, - todo ha sido una pesadilla. No te asustes, aquí estás a salvo.

Me mojo la cara para limpiar los restos de lágrimas que he estado conteniendo, y después de secármela, me vuelvo a meter en la cama para volver a conciliar el sueño. Pero es imposible.

No consigo dormirme.

Miro el reloj y veo que son casi las siete, por lo tanto el sol estará a punto de asomar por el este. Me pongo una chaqueta de lana que tengo en el armario de mi dormitorio y me voy a darle los buenos días al sol.

Salgo al balcón del pequeño salón y entorno la puerta. Respiro hondo y observo el lejano e infinito horizonte. Samantha, hoy va a ser un gran día - me digo mientras veo cómo los primeros rayos de sol comienzan a dejarse ver. El cielo empieza a desteñir hacia un bonito color naranja azulado. Sonrío cuando me acuerdo de aquella acampada que hice una vez con mis tres mejores amigas, de las cuales no sé nada desde hace no sé cuánto tiempo; de lo bien que lo pasamos aquella noche, de cómo comimos helado e hicimos nubes en una pequeña hoguera, y también de cuando nos quedamos dormidas ya con el sol en mitad del cielo.

Una pequeña nube de vaho sale de mi boca en señal del frío que hace. Me encojo de brazos y vuelvo a entrar en, como dice Tiago continuamente, nuestro nuevo hogar. Cierro la puerta del balcón y me dirijo a la cocina para desayunar cualquier cosa caliente que haya a mano.

Cuando entro en la sala me encuentro a Tyler sentado con una taza de humeante café entre las manos.

-Buenos días. - Me dice con una pequeña sonrisa pintada en los labios que no le correspondo.

-Hola. - Digo mientras me acerco a la encimera y abro un cajón para sacar el bote de cacao. No quiero hablar con él porque sigo sintiendo una extraña sensación cada vez que escucho su voz o siento su presencia cerca.

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2015 ⏰

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