Reencuentro fortuito

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KyungSoo no tenía la costumbre de rescatar niños del peligro, no era un pasatiempo, ¡ni siquiera era muy fanático de cierta clase de niños! Pero tal parecía que el destino se había empeñado en hacer que estos se cruzaran en su camino mientras corrían peligro, porque en lo que iba de siglo había ayudado a unos veinte niños de todas las edades, ¡y eso sin contar con los que había auxiliado en los tres siglos anteriores!

Lo ridículo de la situación lo había llevado al reconocimiento entre las distintas especies del mundo espiritual sin quererlo. Ahora era no solo un zorro de nueve colas, sino que era un zorro de nueve colas que había evolucionado y que no solo se aprovechaba de los hombres y mujeres para su propio beneficio, sino que también atacaba la pureza de los niños, les robaba su inocencia a través de una planeación meticulosa donde enviaba monstruos para que los persiguieran; de esta forma podría aparecer, se ganaba la confianza de los mocosos y así obtenía lo que quería.

Nada más alejado de la realidad, de hecho, a KyungSoo nunca se le había ocurrido algo así. ¿Quién iba a meterse con los niños, por amor a los Dioses Celestiales? Solo alguien con una mente muy retorcida lo haría, y aunque KyungSoo tenía mucho de lo que podía cuestionarse, jamás llegaría a semejante extremo.

Los niños habían intentado interceder por él, asegurando que no había ocurrido nada extraño entre ellos y KyungSoo, pero los padres y aldeanos tomaron esto como un lavado de cerebro cien por ciento asegurado. De nuevo, KyungSoo pensó que era todo demasiado turbio y que la gente tenía demasiado tiempo libre para darle paso a las alucinaciones.

Ahora, debido a todos estos rumores, chismes y especulaciones, KyungSoo se había ganado cierta reputación en el mundo espiritual. Podría decirse que era algo peor que una escoria, lo más rastrero y asqueroso en la sociedad, una peculiaridad especial que debía ser exterminado o, en todo caso, esquivado con precaución. En este caso era una fortuna, un golpe de buena suerte, poder cambiar su apariencia para poder esconderse. Amoldarse a los gustos humanos para poder seducirlos ya no era tan malo, le permitía pasar desapercibido si era lo suficientemente cuidadoso y podría vivir medianamente bien.

Escondiéndose en las sombras de la capucha de su túnica, esquivó a un par de hadas y dragones blancos.

Para esas épocas, todo el mundo espiritual estaba floreciendo en prosperidad progresiva, pues, al parecer, todos los jóvenes nuevos miembros de las diferentes familias de honor resultaron ser una completa maravilla. Y es que, según los rumores y las historias que rondaban los pueblos, cada uno de los niños flacuchos y pequeños que había visto en la presentación oficial había aportado nada más que orgullo y buena reputación a sus respectivos clanes. De Byun BaekHyun se decía que había llegado a este mundo para iluminar con su luz cálida y viva los caminos más retorcidos y oscuros que amenazaban la vida pacífica y armoniosa.

El joven Park ChanYeol era conocido por su utilización del fuego para combatir los fríos glaciares de la maldad y salvar a los más débiles del peligro.

El primer clan Kim tenía a un miembro familiar que, con el control sobre las aguas, acababa con la sequía de los pueblos humanos y llevaba prosperidad al mundo mortal de forma desinteresada.

Y luego estaba el clan de la segunda familia Kim, cuyo joven maestro se encargaba personalmente de los problemas terrenales y espirituales sin distinción alguna. Con una claridad mental desbordante y un gran sentido de la justicia, el joven Kim JongIn atendía las necesidades de los pobres y los ricos, ya sean problemas que le dieran fama por su complejidad o cuestiones más simples que cualquiera podría tomar si así lo quisiera. Era querido por muchos, alabado por todos, reconocido por los mortales y el centro del orgullo de su pomposa familia (KyungSoo no se hallaba menos orgulloso y satisfecho por la evolución admirable del chico).

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora