Segundo problema; rumores y sospechas

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A diferencia de sus encuentros anteriores, esta vez JongIn y KyungSoo tuvieron la oportunidad de compartir más tiempo juntos.

JongIn había decidido quedarse unos días en el pueblo para supervisar que todo estuviera en orden. Devolvió las riquezas a los lugareños, ayudó a reconstruir algunos locales destrozados por JiHoo y sus hombres y le tendió una mano a Julia en la posada. KyungSoo, por otro lado, decidió que este era un lugar especialmente bonito y tenía suficientes presas para alimentarse cuando lo necesitaba, así que se encontró yendo por aquí y por allá de vez en cuando.

(Niega fervientemente el hecho de que, en realidad, se queda para ver que JongIn esté bien y porque le gusta jugar con los niños que abundan en el pueblo).

Así pues, no era raro verlos juntos de un lado a otro. De vez en cuando KyungSoo metía mano en las reconstrucciones del lugar, atendía un par de mesas en la posada cuando el flujo de turistas y visitantes comenzó a llegar luego de la caída de los funcionarios y la llegada de hombres más competentes, seguía a JongIn cuando era hora de algunas lecciones gratuitas para los niños que quisieran tomarlas y, en la noche, cuando todos dormían y la vida nocturna comenzaba, finalmente se alejaba de JongIn y su vida momentáneamente fantasiosa, para atrapar a algún hombre o mujer en la oscuridad, alimentarse de su deseo sexual y luego volvía a su habitación, donde lo esperaba el menor con una sopa humeante y una mirada fija y calculadora.

No era una mala vida, esta que llevaba por ahora. Tenía una cara que era fácilmente amada, agradable e inocente, estaba acompañado de un chico genial que lo hacía reír y olvidarse de sus problemas y la gente lo trataba como a un igual. Era fácil olvidar que, de hecho, estaba siendo buscado el doble, primero por ser un zorro, y segundo por ser el zorro que era. Si le presentaran la oportunidad de vivir de esta manera durante toda su vida, KyungSoo no dudaría en aceptarlo con los ojos vendados.

Hoy era una de esas noches donde tenía que salir a comer (espiritualmente), así que, a media noche, cuando las risas coquetas y la música indecente comenzó a escucharse, se cambió la ropa por las túnicas más reveladoras que tenía, reunió energía suficiente en su interior y cambió su apariencia. Debido a su estadía prolongada y los buenos comentarios que había recibido por estar junto a JongIn, no podía salir a cazar con la cara del niño de los rizos, así que pronto configuró sus facciones en una preciosidad femenina, de rasgos afilados y misteriosos, cabello tan negro como el cielo nocturno y ojos plagados de espesas pestañas rizadas. El distintivo de esta belleza era el lunar sugerente bajo el labio inferior gordo y rojo, que, lejos de parecer obsceno, se veía especialmente atractivo.

Estaba colocando una horquilla en su cabello cuando JongIn tocó la puerta con el ritmo que lo identificaba. KyungSoo lo dejó entrar y a través del espejo notó que se había quedado pasmado al mirarlo. JongIn jamás lo había visto siendo una mujer, así que, por supuesto, era una gran impresión notar estas peculiaridades; aún así, dio un paso adelante con una expresión ilegible y se sentó frente a la mesa del té.

Un olor tenue y picante se desprendió del efluvio a bosque y menta que comenzaba a llenar su habitación; la esencia lo dejó algo inquieto, así que giró y miró al menor directamente, con una sonrisa en los labios.

—¿Es muy desconcertante verme de esta manera? —preguntó con la intención de romper el hielo. JongIn apretó muy, muy ligeramente los labios—.

—Es más que nada sorprendente; supongo que me ha dejado fuera de lugar por un segundo.

—Oh, aún así, ¿no está tan mal, verdad? Nací siendo un hombre, así que todavía es un poco raro cambiar a una mujer, pero dadas las circunstancias, es necesario. ¿Estoy a la altura?

JongIn se tomó un momento. Lo miró fijamente, bajando sus ojos oscuros desde su rostro hasta su cuello, sus pechos cubiertos precariamente, su cintura delgada y minúscula y sus piernas torneadas, largas y delicadas, luego subió todo el recorrido nuevamente y suspiró con suavidad.

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