Segundo extra (parte dos)

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Advertencia: intento de suicidio.

Le tomó la visita de tres hombres más para tomar una decisión definitiva.

Tomó energía sexual muy disimuladamente, nada demasiado extraordinario para no levantar sospechas. Nadie se daría cuenta, y si lo hicieran, pensarían que estaba tratando de mantener a su hijo con vida por lo que no harían mucho revuelo al respecto.

En cualquier circunstancia anterior le tomaría muchísimo tiempo recuperarse mientras tomaba una cantidad tan pequeña de energía estando tan debilitado y necesitado de poder; y no estábamos hablando de días, semanas o incluso meses, sino de años enteros tratando de volver a un estado medianamente aceptable, lo suficientemente fuerte como para permitirle escapar. Sin embargo, tomando en cuenta la cantidad ridícula de personas que venía a verlo con este fin, KyungSoo podría estar bien en algunos pocos meses.

El problema era tratar de soportar todo esto por un tiempo prolongado sin flaquear en el camino.

En este punto, su vientre estaba un poco más hinchado y ligeramente endurecido. La protuberancia podría verse fácilmente bajo sus pestañas y su piel comenzaba a estirarse mientras su cuerpo se expandía a medida que el cachorro crecía. También se sentía un poco más sensible y con algunos malestares soportables típicos, como vómito, agotamiento y dolores de cabeza continuos.

Las personas encargadas de mantenerlo con vida se habían asegurado de que esto no fuera un inconveniente para sus "actividades" diarias. Le habían proporcionado algunas pastillas para las náuseas mañaneras, lo alimentaban con sopa caliente y bien surtida y las raciones de alimento habían aumentado solo un poco, lo suficiente para asegurar su salud y la del bebé. KyungSoo estaría agradecido si no conociera el trasfondo de todo esto y la mierda que se ocultaba tras estas acciones.

Sobre la mujer desconocida... KyungSoo no tenía idea de quién era; ella tampoco volvió a aparecer.

Ahora había adoptado una pequeña costumbre. Mientras abrazaban su cuerpo y se hundían en él, ensuciándolo todo, KyungSoo se quedaría muy quieto, con los brazos y las piernas abiertas a causa de las cadenas en cada poste de la cama. Miraría sin ver realmente directamente al techo con espejo sobre él y pensaría en JongIn.

Lo hacía todos los días y en todo momento, recordando su sonrisa, sus bellas facciones juveniles, sus labios generosos, suaves y calientes sobre los suyos, la fortaleza de sus brazos, la seguridad de sus manos, la amplitud de su pecho y espalda, su altura agradable, su olor fresco, su cabello suave y largo, su ropa preciosa y costosa. KyungSoo imaginaría que estaba mirando los ojos oscuros, pequeños y profundos del chico, que era besado con la parsimonia dulce y gentil, que era observado y que era feliz a su lado.

Podía hundirse en un mundo completamente diferente mientras se distanciaba de la realidad inmunda. Entonces no estaría apresado, siendo torturado mientras su hijo crecía en inmundicia, él era libre junto al amor de su vida; comerían juntos, verían el atardecer en la Villa Kim, caminarían tomados de la mano por el camino que llevaba a la Villa luego de un día de paseo en el pueblo, KyungSoo portaría su vientre inflamado, saludable y amplio con orgullo, JongIn le compondrá algunas canciones con su cítara, le recitará poemas de amor y le besará las mejillas, y entonces, cuando el sol se pusiera tras las montañas, se alistarían para dormir juntos. JongIn le prestaría ropa interior de su propiedad porque KyungSoo sería demasiado molesto y quisquilloso sobre su olor y luego reposarían uno junto al otro, o KyungSoo sobre su pecho, abrazados hasta que el amanecer llegara nuevamente.

Era una ilusión, tan falsa como la libertad en la mierda de su mundo, pero si se esforzaba, si KyungSoo se alejaba de todo y se metía de lleno en ese pequeño rincón seguro que le proporcionaba su mente debilitada y un poco tambaleante, entonces podría sentir que todo era real. Que JongIn estaba ahí, con él, acompañándolo para tratar de hacer las cosas mejor para él, intentando protegerlo aunque fallara en el intento, pero ese intento lo haría tan feliz que nada más importaría y el trabajo estaría hecho.

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