Sábanas de seda

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Advertencia: sexo explícito.

Teletransportarse no había sido nada demasiado complejo para alguien como JongIn, sin embargo, era la primera vez que KyungSoo experimentaba algo como eso y la sensación fue sumamente desconcertante. Estar y ya no estar, ser dividido en cientos de partículas que se desintegrarían para viajar en el espacio-tiempo a una velocidad abismal y luego volver a unirse en un solo ser era algo que KyungSoo no quería sentir muy seguido. Se había mareado y una sensación nauseabunda apareció cuando reaparecieron en una habitación vacía.

El desagrado momentáneo debió haber sido visible en su expresión, pues JongIn no tardó en tomarlo de las mejillas y examinarlo concienzudamente a pesar de su excitación profunda y el deseo sexual que nacía en oleadas desde su cuerpo. El gesto fue dulce, extremadamente tierno y atento, tanto que KyungSoo no pudo evitar dejar a un lado el repentino malestar y sonreír tontamente mientras se abrazaba al menor con todas sus fuerzas.

-¿Estás bien? ¿Necesitas un poco de agua? -preguntó JongIn con la nariz enterrada en su cabello, sus manos deslizándose sinuosamente por su cintura y caderas-.

-Estoy bien, así que ven aquí -su petición fue expuesta en un bajo susurro íntimo y especialmente cautivador-.

JongIn no se molestó en desobedecer y se alejó de su escondite temporal para que su rostro quedara expuesto ante los ojos de KyungSoo; KyungSoo acarició su pecho por encima de la ropa, su cuello, sus hombros y finalmente tiró lentamente de él hacia abajo para besarlo en la boca.

A diferencia del derroche de deseo puro que se habían demostrado en el patio, ahora, en medio de la intimidad y la seguridad de una habitación, todo se volvió extremadamente dulce, nuevo e íntimo.

KyungSoo acostumbraba a cazar y mantener sus encuentros en la calle, en callejones sucios, podridos y desagradables, nunca se había molestado en ser atendido o atender a alguien más en la comodidad de una alcoba privada, donde nadie más que su pareja lo vería plenamente desnudo y cumpliría sus deseos y exigencias. Por ello le pidió a JongIn trasladarse, porque él no era un simple trabajo de necesidad más, era especial y quería que esto también fuera diferente.

Él había captado rápidamente el giro de la situación y no puso quejas por ello; como lo hizo afuera, se acomodó a lo que le ofrecía y lo aceptó de inmediato.

Así que sus labios continuaron danzando tranquilamente, palpando las texturas de la carne hinchada, saboreando la boca con un poco más de conciencia, disfrutando de los beneficios de la lentitud y la ternura.

Sin darse cuenta, JongIn los dirigió suavemente hacia la cama. Seguían abrazados mientras se besaban, ambos con los ojos cerrados y muy juntos, sin embargo, JongIn era dueño de este espacio y conocía cada rincón del mismo, también era un hombre atento que pensaría en la comodidad de ambos en medio de todo este proceso, por ello no tardó en manejarlos hacia el colchón y posarlo sobre las finas mantas y acolchadas almohadas.

Se posó sobre su cuerpo inmediatamente después, deshaciéndose de los zapatos en el camino sin dejar de besarlo y compartir aliento. KyungSoo rodeó sus caderas con sus muslos y descansó sus piernas en la espalda baja del menor mientras jugueteaba con su cabello y lamía su lengua. Se separaron en medio de un sonido húmedo poco decoroso y KyungSoo le acarició delicadamente una mejilla mientras sonreía cariñosamente.

-Desnúdame -pidió contra sus labios y JongIn volvió a besarlo, un poco más fuerte pero definitivamente no tan desenfrenado y salvaje como antes-.

Con la pasión creciendo con cada segundo que transcurría, los movimientos de JongIn se volvieron un poco más bruscos y crudos, quizás por la nueva situación en la que se veía envuelto, por la inexperiencia y las expectativas; sea cual sea el caso, KyungSoo se mantuvo en un estado de paciencia absoluta. Lo besó en los labios y en el cuello, también en la garganta y las clavículas, y mientras él se movía decididamente, JongIn funcionó como un espejo que imitó sus acciones y le arrancó suspiros y jadeos bajo el paso de sus labios húmedos y su lengua dedicada.

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